Saint-Simon

Introducción

El filósofo Saint-Simon nace en París, 1760; tuvo la fortuna de recibir educación de los mejores tutores de su tiempo, D´Alembert es uno de ellos.

A su corta edad de 17 años ingresa al ejército, y al terminar se participación ahí regresa a Francia, su país, en donde es sorprendido por la Revolución Francesa; las ideas que tiene respecto de ella son contradictorias.

Durante la vida de Saint-Simon ocurren diversas situaciones, renuncia a su título de conde, es encarcelado en el Palacio de Luxemburgo, contrae nupcias, se divorcia, quiebra económicamente en repetidas ocasiones, es llevado a proceso por haber publicado la revista L´Organisateur, entre otras.

Saint-Simon intenta dar una aplicación práctica a las ideas científicas para lograr una reorganización social. En sus escritos proyecta una sociedad cuya vida económica estará centrada en el Estado y la gran industria, administrada científicamente por los más capaces. El gobierno estaba en manos de banqueros, industriales, y técnicos, mientras que la nobleza y los clérigos debían resignar su poder.

En su obra Memorias sobre la ciencia del hombre, profundiza y sistematiza el concepto de fisiología social, como ciencia de la vida económica y social en general.

Se pueden dividir en dos períodos las obras escritas por Saint-Simon: el primer periodo abarca del año 1802 a 1815, podría considerarse como la fase teórica; y el segundo de 1816 a 1825, siendo este la fase sociológica y socialista.

Saint Simon veía en la ciencia y la tecnología la solución de la mayoría de los problemas de su tiempo, además de que la industrialización era el futuro del mundo.

Diversos escritores o cronistas critican la falta de coherencia en sus programas de reorganización.

Los discípulos de Saint-Simon organizaron y popularizaron sus ideas convirtiéndolo en una religión y defendiendo los aspectos más débiles de la doctrina de su maestro y sus principios y teorías recibieron el nombre de sansimonismo.

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Vida de Saint-Simon

Claude Henri de Rouvroy, Conde de Saint-Simon nació en París el 17 de octubre de 1760, en el seno de una familia aristocrática, descendiente de los condes de Vermandois, quienes afirmaban tener sus orígenes en Carlomagno. Fue educado por los mejores tutores de su época, entre ellos D’ Alembert, quién le despertó el interés por la doctrina enciclopedista.

A los 17 años entró al ejército. Prestó servicio en los regimientos enviados por Francia para ayudar a las colonias americanas en su guerra de independencia contra Inglaterra. Participa en la batalla de Yorktown, que se lleva a cabo entre el 26 de septiembre y el 19 de octubre de 1781; ahí tiene el rango de Capitán de Artillería. Va bajo el mando del conde francés Jean-Baptiste Doniatien de Vimeur de Rochembeau y como uno de los voluntarios de Marie Joseph Montier marqués de Lafayette.

Las tropas insurgentes y sus aliados franceses y canadienses, bajo el mando único de Washington, derrotan a los británicos al mando de lord Charles Cornwallis y esta victoria representa la independencia de las colonias del Reino Unido.

Su participación en la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos y su vinculación en la Revolución Francesa, le permitió ver el nacimiento de las instituciones políticas de una república independiente, le produjo una profunda impresión que se plasmará más tarde en sus teorías utópicas de la sociedad.

Habiendo terminado su participación en la guerra, escribe: "En la paz presenté al virrey de México, Antonio María Bucareli y Ursúa, un proyecto para instituir en los dos mares una comunicación que puede llevarse a cabo haciendo navegable "in partido", con una desembocadura en nuestro océano, mientras la otra se descarga en el mar del sur. Mi proyecto fue acogido con frialdad y lo he abandonado". Éste es el famoso tema del canal, que concluirá con la apertura del canal de Suez.

Después de dejar el ejército en 1788, pasa un tiempo en España, y de regreso a su país, en 1789, lo sorprende la Revolución Francesa. Sus ideas con respecto a ella, son contradictorias: por un lado a raíz de su origen aristocrático, se resistía a la desaparición

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del Antiguo Régimen, pero por el lado de su filosofía, comprende los impedimentos y trabas que este opone al desarrollo industrial y a la economía de la nación.

En lo concreto, apoyó a la Revolución, bregó por la supresión de los derechos de nacimiento e incluso renunció a su título de Conde, lo que no impidió que siguiera siendo considerado un sospechoso por su origen, y así terminó prisionero en el Palacio de Luxemburgo en 1793, en plena época del Terror.

Antes de ser arrestado, Saint- Simon había emprendido exitosamente negocios especulativos con la compra de tierras, gracias a los cuales, al salir de la cárcel, se encontró inmensamente rico.

Comenzó a llevar una vida espléndida y hasta licenciosa, y se relacionó con las personalidades más ilustres de la Francia de su tiempo. En esta época comenzó a interesarse vivamente en asuntos científicos y filosóficos.

En 1797 se casa con Alexandrine Sophie Genty de Champgrande, abre un salón donde recibe a los hombres de ciencia y se divorcia once meses después y le escribe una carta a su sobrino Víctor: "En el momento más cruel de la Revolución, una noche, durante mi reclusión en Luxemburgo, se me apareció Carlomagno y me dijo: "Desde que el mundo existe, ninguna familia ha tenido el honor de producir un héroe y un filósofo de primera línea, semejante honor estaba reservado a mi casa. Hijo mío, tus éxitos como filósofo igualarán a los que yo he tenido como militar y político... y Carlomagno desapareció". Después de un tiempo, el salón de Saint-Simon se cierra para siempre.

A lo largo de su vida, desordenada y aventurera, quebró económicamente varias veces y volvió a recuperar lo perdido. En 1819 lanza la revista "L'Organisateur", donde critica a quienes dirigen Francia y a los que viven de sus rentas; se produce el secuestro de la publicación y Saint-Simon es llevado a proceso por ofensas a los miembros de la familia real.

Escribió en la revista: "Si Francia perdiera sus principales físicos, químicos, banqueros, negociantes, agricultores, herreros, etcétera, sería un cuerpo sin alma; en cambio, si perdiera a todos los hombres considerados los más importantes del Estado, el hecho no

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representaría más pesar que el sentimental". En su defensa

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