Saint-Simon

Henri de Saint-Simon

La vida de la época

Henri-Claude de Rouvroy de Saint-Simon, nace el 17 de octubre de 1760 en parís, donde recibirá educación. Su padre parece haber sido, para Henri, ambicioso e inflexible a la vez y la leyenda familiar presume que desciende de Carlomagno, lo que constituye otro motivo para realizar grandes cosas.

En Francia aparece Saint-Simon (1760-1825). en quien la tendencia burguesa se afirma hasta cierto punto, junto a la tendencia proletaria, tiene el espíritu por la idea de la unidad, pero sólo como una unidad del conocimiento en la comprensión del hombre mismo, donde es necesario pasar por etapas de construcción, de crítica o de destrucción para la llegada de una nueva sociedad. “Quería una nueva era de paz en la cual se haría manifiesto un orden, que se sujetaría a una ley común” .

El pensamiento de Saint- Simon es utópico pero radical, ya que la esperanza de cambio real dentro de una sociedad es a través de la imposición de un nuevo orden hegemónico, en el cual el proceso de construcción, crítica y destrucción no llegaría a satisfacer a todos en la búsqueda de una nueva sociedad “perfecta”. Tiene una visión capitalista, cree en los industriales como los nuevos guías de la sociedad, los cuales acabaran con la dominación de la nobleza y el yugo militar; promoviendo el bienestar de la clase más numerosa y más pobre. Sin embargo, no pone toda su fe en ellos. Quería que gobernase el saber, quienes poseen el conocimiento suelen ser los ricos los cuales tienden a planificar la economía y por ende a tomar decisiones que no siempre favorecen a todos y menos a la clase obrera.

Creía que la raza humana estaba a punto de sufrir un nuevo y gran cambio en su evolución, el más grande desde el advenimiento de la cristiandad, del cual Sócrates fue el heraldo cuando proclamo la unidad de Dios y la del universo y la subordinación de este a un principio universal. Su tarea según él la formulo, consistía en descubrir un principio capaz de unificar todas las ciencias, proporcionando de esta manera la humanidad un conocimiento claro de su futuro, de tal modo que los hombres pudieran proyectar su propia marcha colectiva de acuerdo con el orden conocido de la ley universal.

Creía que se necesitaba un saber universal, expresado en tres grandes formas; las artes, las ciencias de la naturaleza y la ciencia de la moral. Era necesario unir las tres y sistematizarlas en una nueva enciclopedia, que fuese expresión del espíritu de la nueva era frente a la de D´Alembret y Diderot, y también se necesitaba materializarlas en instituciones, en grandes academias de artistas, sabios naturalistas y sabios morales y sociales.

Miraba con espíritu crítico los resultados de la Gran Revolución Francesa, y que consideraba como la realización necesaria de una gran obra de destrucción de las instituciones anticuadas pero que no había logrado nada constructivo por falta de un principio unificador.

Saint-Simon creía firmemente que el progreso humano era algo cierto. Estaba seguro de que cada gran etapa constructiva en el desarrollo de la humanidad había llegado mucho más adelante que las anteriores. Su atención como la de muchos otros filósofos de la historia, se había fijado solamente en el mundo occidental; prescindió del Oriente, como no merecedor de un estudio serio, porque allí los hombres estaban todavía en la “infancia” del progreso.

Elogiaba mucho a la iglesia medioeval por haber satisfecho admirablemente las necesidades de su tiempo, especialmente por su flujo social y educador; pero también consideraba su derrumbamiento como consecuencia necesaria por su fracaso en adaptarse a las necesidades de una nueva edad de progreso científico. En su opinión, estaba a punto de empezar una tercera gran época basad en los progresos científicos del hombre, y los siglos transcurridos desde la Reforma (el cisma de la iglesia, como lo llamaba) había sido un periodo necesario de preparación critica y destructiva para el advenimiento de la nueva sociedad.

Quería una nueva era de paz en la cual se haría manifiesto un orden mundial que se sujetaría a una ley común. Pero todavía no había llegado a formular con precisión los aspectos políticos de su doctrina. Meditaba en la filosofía sobre la cual debía basarse, tendría que ser positiva y científica oposición a la destructora metafísica de la época que estaba terminando.

Sin embargo, Saint-Simon sedaba perfecta cuenta de que el desarrollo económico no era la única necesidad humana. Las artes y las ciencias morales desempeñan también una función esencial. Los industriales dirigían las finanzas y serian los que dirían la última palabra para decidir lo que debería hacerse; pero serian aconsejados por los sabios y los artistas, que habrían de colaborar para dar a la sociedad una dirección clara en la esfera de los fines. En las cuestiones económicas Saint-Simon, sin pensar que se aproximase una lucha entre los capitalistas y los obreros, era partidario de una comunidad formada por las clases productoras

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