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ANARQUISTAS EN LAS CALLES DE BUENOS AIRES (1890-1930)


Enviado por   •  7 de Septiembre de 2016  •  Apuntes  •  2.818 Palabras (12 Páginas)  •  248 Visitas

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ANARQUISTAS EN LAS CALLES DE BUENOS AIRES (1890-1930)

A partir de la década de 1880 se produjo una ampliación del marco de manifestaciones políticas al incorporarse un nuevo actor social, los trabajadores, con sus demandas y sus representaciones ideológicas.

El ANARQUISMO fue una de estas, como el SOCIALISMO y más tarde el COMUNISMO, pretendió orientar a los trabajadores en sus luchas reivindicativas y se convirtió en un importante actor político y social de la Argentina agroexportadora.

Los anarquistas ganaron las calles con naturalidad y se adaptaron con comodidad al carácter cosmopolita de la sociedad local y del mundo del trabajo, rechazando la peculiaridad nacional y reivindicando el carácter internacionalista del movimiento obrero y de las luchas sociales.

La recepción y la utilización de una simbología de carácter internacionalista fue una peculiaridad central del anarquismo urbano argentino en este periodo.

Las manifestaciones públicas en las que participaban los anarquistas eran generalmente tumultuosas, aunque no necesariamente violentas, que buscaban confrontar tratando de mostrar una imagen combativa e infundir respeto en sus adversarios y enemigos. ¡Abajo la policía! ¡Mueran los cosacos! ¡Abajo el coronel Falcón! ¡Guerra a los burgueses! La imagen que se desprende del relato de esta movilización del 1 de Mayo de 1909, es la de una manifestación clara de hostilidad al sistema en tanto centraba su impugnación en la burguesía y en la institución policial, resguardaba sus intereses.

Las manifestaciones callejeras de los anarquistas era en esas movilizaciones donde mejor se mostraban a los “otros”, desafiaban a las autoridades era donde se generaban ciertas situaciones de poder. Sydney Tarrow “el poder de los movimientos se pone de manifiesto cuando los ciudadanos corrientes unen sus fuerzas para enfrentarse a las elites, a las autoridades y a sus antagonistas sociales”, esas manifestaciones contribuyeron, junto a las huelgas, a poner en locución y a la vista de la sociedad y del Estado en cuestión obrera y propia presencia del anarquismo como actor político.

Las manifestaciones libertarias pretendían exceder las meras cuestiones reivindicativas y de protesta, aspiraban centralmente  a reforzar los lazos de solidaridad con los trabajadores las movilizaciones libertarias conmemorativas del 1 de Mayo de comienzos del siglo XX realizadas durante la década de 1920 por la libertad de Sacco y Vanzetti. Se trataba de protestar y combatir dos acontecimientos paradigmáticos de (in) justicia burguesa: las condenas a muerte de los mártires de Chicago en 1887 y de Sacco y Vanzetti casi cuatro décadas más tarde. Estos hechos no hacían más que confirmar la convicción rotunda de los anarquistas acerca de que los objetivos de las leyes de la justicia no apuntaban a la protección de todos los individuos sino a la preservación de la propiedad y a la consolidación de un Estado que actuaba como instrumento de dominación al servicio de los grupos dominantes.

LAS MANIFESTACIONES DE 1 DE MAYO

Constituyo el ritual más significativo y de mayor peso simbólico para el anarquismo, asociaba exclusivamente al proletariado al conmemorarse el martirio de los líderes obreros ajusticiados en Chicago en 1887.

El 1 de mayo se convirtió en el símbolo de lucha del proletariado universal, articulando un ritual en el cual se combinaban manifestación obrera y carácter festivo.

El anarquismo argentino considero el acto del 1 de mayo como un espacio de conquista y alternativa tanto ritual como simbólica. Se convertía en la celebración más importante de la cultura obrera y era también un momento de reconocimiento y de identificación en el que los oradores, relataban su visión alternativa de la historia. El hilo conductor de la narración se centraba siempre en las luchas sociales.

El anarquismo demostró siempre una profunda aversión a la concepción festiva y reformista que el socialismo tenia de la jornada e intento ubicarse en las antípodas. El 1 de mayo no podía ser festivo “Era una jornada de luto y dolor por los centenares y miles de trabajadores reprimidos (muertos, heridos y detenidos) por la explotación capitalista y la flecha se presentaba en primera instancia como jornada de luto y dolor por el sufrimiento causado al proletariado.

El anarquismo consideraba el 1 de mayo un día de lucha y de protesta, un momento en el que los trabajadores debían confluir de manera voluntaria y consciente. No pensaban en el 1 de mayo como una fecha establecida para hacer estallar la revolución sino como una jornada en la que los trabajadores ganaban las calles para mostrarse, reconocerse a sí mismos y profundizar sus lazos solidarios, reafirmar y hacer valer sus propios derechos, los grupos libertarios comenzaron a realizar actos conmemorativos en locales cerrados y en 1900 intentaron participar en el acto socialista de la plaza Rodríguez Peña, pero los organizadores, temiendo disturbios, no les permitieron a los oradores anarquistas hacer uso de la palabra. Un año más tarde los grupos anarquistas conmemoraron por primera vez 1 de mayo. La convocatoria se realizó en la plaza Lorea, ubicada en Avenida de Mayo y San José, se convertiría en un espacio de fuerte peso simbólico y en el lugar elegido para desarrollar los rituales públicos libertarios.

Desde 1902 el eje central de la convocatoria provino de la Federación Obrera Argentina (FOA) incrementándose el carácter obrero y gremial de la conmemoración pero sin perder jamás la influencia anarquista.

Todos ostentaban el emblema del anarquismo: el color rojo en corbatas, escarapelas, flores y boinas. Hacían flamear las banderas rojas y entonaban himnos revolucionarios.

La marcha por la ciudad era sin dudas una demostración de fuerza y todos los años se efectuaba hacia lugares diferentes. La idea subyacente en el cambio de recorrido apuntaba no solo a mostrarse y hacerse visible al resto de la población, sino también a la ocupación simbólica del espacio público para demostrar que los obreros también formaban parte del entramado simbólico urbano.

La contundencia y la convicción del reclamo predisponían a la represión, el discurso inflamado y combativo del anarquismo tenía un efecto negativo, especialmente sobre la policía que percibía a los libertarios como un verdadero enemigo de quien siempre esperaba acciones violentas. La seriedad y la racionalidad eran rasgos deseados del comportamiento anarquista, esta actitud no era contradictoria con la defensa de la espontaneidad de las masas y su incitación a la acción. La retórica violenta tenía por objeto despertar el interés y la indignación de los trabajadores por las injusticias de las clases dominantes. La suma de retórica violenta y gestualidad agresiva alimentaba temores que se exacerbaban en momentos de mayor conflictividad, especialmente cuando el anarquismo logro cierto éxito entre los trabajadores entre 1901 y 1910 o en torno a la Semana Trágica de 1919. En la manifestación del 1 de mayo de 1909 aparecen con claridad el carácter violento del enfrentamiento social así como el lazo solidario establecido entre militantes anarquistas y trabajadores

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