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Al compás de la ruidosa campana, Géminis ingresaba a su primera clase, Literatura


Enviado por   •  14 de Mayo de 2017  •  Ensayos  •  2.878 Palabras (12 Páginas)  •  198 Visitas

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Capítulo 1

Lunes, 07:25.

Al compás de la ruidosa campana, Géminis ingresaba a su primera clase, Literatura. Sin darle importancia a los minutos de tardanza, el geminiano abrió la puerta de su salón, dedicándole una sonrisa falsa a su profesora y sentándose en su sitio.

Aquella mujer, cuya existencia no alteraba la vida de nadie (Salvo la de su familia) optó por ignorar al joven y darle inicio a la clase.

Mientras casi todo el salón prestaba atención, Géminis solo fulminaba con la mirada a su compañera de asiento, Tauro. Con solo decir su nombre recordaba aquella escena del viernes por la noche y se le erizaba el vello de la nuca.

Esa noche la chica lo había sorprendido viendo un documental, ni el mismo sabía por qué razón lo estaba viendo, pero al fin y al cabo, aquel documental sobre la vida después de la muerte y la reencarnación lo había atrapado.

Fue cuando el teléfono sonó. Pudo oír a su mejor amiga sollozando al otro lado de la línea, diciendo cosas que él no terminaba de comprender. En ese momento Géminis entró en pánico, pero luego la comunicación se terminó. Esa noche Tauro no llegó al departamento que ambos compartían.

– No me contaste a donde fuiste durante el fin de semana –Dijo Géminis, mientras la taurina anotaba lo que la señora escribía en la pizarra.

– Nada, estaba demasiado asustada y salí corriendo directo a la casa de mi madre –Respondió, sin apartar la mirada de su cuaderno.

– ¿Y quién era esa chica? ¿Qué pasó con ella? ¿Por qué me cortaste el teléfono? –Preguntó el chico, intentando que su mejor amiga le prestara atención.

– ¿Me vas a creer?

– Somos amigos desde que tengo memoria, nuestras madres nos cambiaban los pañales juntos. Anda, suéltalo.

– Se esfumó.

– ¿Qué? –La expresión de curiosidad de Géminis fue remplazada por una mueca de confusión.

– Se esfumo, en el aire. Así como ¡Pshh! –Contó, al mismo tiempo que hacía un ruido extraño con su boca y movía sus manos–, diría que son las drogas, pero yo no consumo drogas. Y lo sabes.

– Claro no –Dijo bromeando el castaño.

– Pero en serio, Géminis. Hablo en serio. Sentí como me tomaba del hombro. Su mano era extrañamente fría, mi cuerpo se sacudió ante su contacto. Cuando me giré para verla ya no estaba.

Lunes, 09:15.

La campana sonaba nuevamente anunciando el receso. Acuario caminaba por los pasillos, los cuales repentinamente se habían llenado de gente. El castaño miraba atentamente a las personas que caminaban a su alrededor, buscándola a ella.

– ¡Acuario! –Saltó Capricornio sobre la espalda del chico, provocando que este se tambalease un poco.

– ¿Dónde está la Capricornio seria que conozco y amo? –Preguntó el castaño, fingiendo estar horrorizado.

Se podría decir que así era su relación. Ambos, además de ser hermanos, eran los mejores amigos, y, aunque no lo demostrasen, se querían mucho.

Mientras tanto, Capricornio fruncía el seño ante el chiste, que no había sido para nada gracioso, según ella.

– Bueno, ahí está la Capri que todos conocemos.

Ambos adolescentes siguieron caminando en silencio hacia la cafetería de aquella institución, toda la gente se concentraba allí.

– ¡Te juro que tenía los ojos totalmente negros, Géminis! –Protestó Tauro, quien había pasado a un lado de Acuario y Capricornio.

– ¿Oíste eso? –Preguntó Acuario, mirando fijamente a su hermana.

– Mierda, ya los vieron.

– Tenemos que avisarles, es peligroso –Insistía el hermano de la pelirroja.

– ¿Y los demás? ¿Qué haremos con los otros? ¡Aun no saben nada!

Y Capricornio tenía razón, literalmente ellos no sabían nada. Nada sobre su égale, nada sobre el peligro que corrían.

– Ya habrá tiempo para eso –Contestó el mayor, arrastrando a Capricornio fuera de aquel lugar.

Lunes, 10:00.

La clase de química se desarrollaba tranquilamente en el salón E17. Allí se encontraban Escorpio y Leo, las cuales tenían una extraña amistad a pesar de sus diferencias.

Ambas chicas se habían conocido tiempo atrás, en su primer año de secundaria, cuando un profesor las había mandado a hacer un trabajo juntas. Desde ese momento eran inseparables.

– Entonces la ardilla salto en la cara del jardinero y… ¿Me estas escuchando Escor? –Preguntó la castaña, mientras que su mejor amiga seguía observando la ventana a sus espaldas.

– Si. Bueno, en realidad no –Respondió la rubia–. Cambiando de tema, date vuelta despacio y mira la ventana.

Leo ahogó un aullido.

– ¿Quién es esa? –Gritó/Susurró la castaña.

– No sé, pero es igual a mí.

– ¿A vos? –Dudó Leo, volteándose para ver a través de la ventana nuevamente.

– Si…

– ¡Pero si es idéntica a mí! –Soltó de golpe, recibiendo una mirada asesina de su profesor.

– Espera, ¿Qué?

Ambas se giraron para poder observar nuevamente a aquella extraña. En ese instante las mejores amigas quedaron estupefactas, dos chicas exactamente iguales a ellas estaban de pie fuera de su salón. La mirada oscura de las extrañas se posaba en las mejores amigas.

La castaña de mirada oscura observó desafiante a Leo y le dedicó una sonrisa socarrona, haciendo que la leonina saliera de sus casillas. Sin pensarlo dos veces Leo se levantó de su asiento y salió del salón. Toda la clase se quedó en un autentico silencio, salvo por los gritos de su profesor.

– ¡Leo! ¿A dónde vas? –Preguntó la rubia, sin importarle que la atención haya caído repentinamente sobre ella.

– ¡A decirle a esa chica que se corte el pelo o algo! ¿Quién se cree que es para copiarse

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