Algunas de las ideas pedagógicas de Arguedas
RobertoAlejandroTrabajo10 de Septiembre de 2013
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ASDadadsfsdfdsaxffffffas, de todas las lenguas y de todas las patrias del Perú. Pero no es un testigo pasivo, no se limita a fotografiar y a describir, toma partido.”, (Gustavo Gutiérrez, Entre las Calandrias)
Sin duda estas palabras de nuestro teólogo, resumen lo que ha sido y es José María Arguedas para el Perú. Este 18 de enero se conmemora el centenario de su nacimiento en Adahuaylas, Apurimac. Muy temprano, a los 3 años perdió a su madre. Su padre, juez, se casó con una terrateniente adinerada, quien decidió cuando no estaba el padre –pues viajaba por razón de su función- que el niño viviera con los sirvientes.
“Voy a hacerles una confesión un poco curiosa: Yo soy hechura de mi madrastra. Mi madre murió cuando yo tenía dos años y medio. Mi padre se casó en segundas nupcias con una mujer que tenía tres hijos: yo era el menor y como era pequeño me dejó en casa de mi madrastra, que era dueña de la mitad del pueblo; tenía mucha servidumbre indígena y el tradicional menosprecio e ignorancia de lo que era un indio, y como a mí me tenía tanto desprecio y tanto rencor como a los indios, decidió que yo había de vivir con ellos en la cocina, comer y dormir allí. Mi cama fue una batea de ésas en que se amasa harina para hacer pan, todos las conocemos. Sobre unos pellejos, y con una frazada un poco sucia, pero bien abrigadora, pasaba las noches conversando y viviendo tan bien que si mi madrastra lo hubiera sabido me habría llevado a su lado, donde sí me hubiera atormentado.” (Testimonio y lectura. José María Arguedas. PRIMER ENCUENTRO DE NARRADORES PERUANOS. Lima, -abril 1986. Instituto Nacional de Cultura.)
Sin duda una vida desde temprano transida de exigencias y aprendizajes desde la tierra misma y desde su entorno y desde el amor de los indios que lo educaban a su manera. Riqueza que José María fue valorando y asimilando. San Juan de Lucanas, Arequipa, Cusco, Abancay, Chalhuanca, Puquio (“una formidable comunidad de indios…), Coracora, Yauyos, Pampas, Huancayo y otros pueblitos de comunidades andinas, Ica y su experiencia de educación en un Colegio diferente y donde destacó con las mejores notas; Lima, la ciudad capital, en donde enriqueció sus conocimientos, pero donde supo reencontrar a “su gente”, aquella de los andes, con su idioma, música, sus cantos, sus fiestas. Fue maestro de secundaria y también maestro universitario.
El antropólogo RodrIgo Montoya nos dice que “Lo que importa es la obra que dejó, su ejemplo, su huella. Es suficiente leer sus textos y tener una visión aproximada de la coherencia entre lo que decía y hacía, y también, por supuesto, sus contradicciones. Además de su obra literaria como novelista, cuentista y poeta, fueron importantes para el país sus libros de antropología y sus artículos periodísticos. Desgarrado por el conflicto que separa a unos peruanos de otros, no sólo en la esfera económica sino, principalmente, en el mundo de las culturas, vivió, sintió, sufrió y disfrutó el país.(Huellas de Arguedas en 40 años. En La Primera, Lima, 26.12.10)
El mensaje de José María es para todos los peruanos. Nacido desde las honduras de su ser y pensando –tal vez en quechua por la ternura de sus palabras- lo llevó hasta el mundo académico y allí no fue comprendido. Las distintas circunstancias de narrador, poeta, antropólogo, viajero, ensayista y profesor forjan un mismo mensaje: el de reivindicar la cultura india – quechua y buscar como mestizo que era, alguna articulación entre dos mundos enfrentados en nuestro país, el mundo de origen hispano- criollo y el de origen indígena.
Arguedas es un escritor entre dos culturas, dos tradiciones que están muy presentes en su obra -a veces integradas y a veces en una confrontación dramática-. ¿Por qué tanta mezquindad desde el mundo oficial con él para reconocer su aporte?
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