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Ambiente.


Enviado por   •  31 de Mayo de 2014  •  Ensayos  •  2.527 Palabras (11 Páginas)  •  156 Visitas

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El deterioro ambiental constituye uno de los signos característicos del tránsito de la humanidad

hacia un nuevo milenio. La responsabilidad sobre su regeneración y conservación plantea a cada

individuo, en el plano en el que se desarrolle, nuevos retos que comprometen sus capacidades

moral e intelectual.

Una de las frases más frecuentemente pronunciadas en los distintos ámbitos escolares es, sin

duda alguna, la educación ambiental. La sociedad en general está convencida de que ésta es una

de las misiones que las instituciones educativas deben asumir de aquí en adelante.

Esencialmente, a los niveles educativos superiores se les atribuye la responsabilidad de desarrollar

las capacidades de los individuos para coadyuvar a mejorar la calidad de vida en el planeta.

En el presente trabajo trato de definir qué y cómo la educación superior tiene la posibilidad de

incidir en la formación de los individuos integrando la dimensión ambiental como una prioridad que

guíe su desempeño personal y profesional en cualquiera de sus campos de desarrollo.

En primer lugar definiré lo que algunos autores conceptualizan como educación y educación

ambiental, y cómo se inserta en éste concepto tan amplio, la formación ambiental entendida como

responsabilidad concreta de las instituciones educativas de nivel superior. Comentaré

posteriormente cual es la problemática institucional que observo con respecto a la integración de

conceptos, metodología y prácticas educativas para asumir este reto, para concluir con algunas

ideas generales de las acciones con las cuales se pudiera responder a la problemática

socioambiental.

¿Qué significa la Educación?

El planteamiento de esta cuestión podría parecer ocioso si reconocemos que existe un largo

camino de estudios e investigaciones a través del cual las respuestas y definiciones son infinitas.

No es la intensión en este trabajo agregar una más a la lista, sino más bien abrir un espacio de

reflexión para revisar y replantearnos el significado de la educación y descubrir que los conceptos

e ideas sobre la misma están sometidos a constantes cambios de acuerdo a las perspectivas que

marcan las distintas épocas.

La época contemporánea, que ya es reconocida como posmodernismo, define ciertas tendencias

que los educadores debemos reconocer para orientar nuestra función, tales como la importancia

del proceso educativo, el desarrollo del pensamiento, la creatividad, la participación activa en la

sociedad, la corresponsabilidad social y la formación integral del ser humano; reconocer que en

nuestros días más que en otros tiempos la educación debe tener un significado social, es decir,

proporcionar respuestas válidas a las necesidades de su sociedad, a través de "despertar en el ser

humano su capacidad creadora y generadora de un nuevo orden natural y social" (Esquivel:2000,

pág. 6).

La educación "es un concepto global e integral que busca conjugar en el ser humano todos los

elementos que conforman el ambiente natural, biológico, psíquico, moral, espiritual, sin

marginación" (Esquivel: 2000, pág. 6), ni jerarquización, agregaríamos a ésta idea. Sea cual fuere

nuestro concepto o definición, entendamos que a partir de ello y de nuestro propio convencimiento,

debemos actuar de manera congruente, si deseamos que los aprendizajes de los alumnos

trasciendan en el tiempo y el espacio para la transformación de la sociedad.

La Educación Ambiental.Por algún tiempo se consideró a la educación ambiental desde un enfoque eminentemente

naturalista o ecologista, aparentemente guiado por un profundo sentimiento de culpabilidad

humana por la grave explotación de los recursos que la naturaleza ha otorgado al hombre para su

supervivencia.

Por fortuna quienes se han dedicado al análisis de la situación de crisis que vivimos en el planeta

en todos los aspectos, han logrado a través de sus intervenciones desde distintos ámbitos,

propiciar en el resto de la sociedad la necesidad de reflexionar y llegar a la conclusión de que el

ser humano forma una parte determinante de esa totalidad llamada naturaleza y que por lo tanto, lo

que ocurra a éste se constituye asimismo un efecto positivo o negativo según lo que estamos

viviendo.

Lo anterior lo podemos encontrar expresado en el discurso político y académico, para generalizar.

Sin embargo en la práctica dichas reflexiones encuentran una proyección aún pobre. He

comentado en párrafos anteriores que la sociedad responsabiliza a la educación de la misión

regeneradora y conservadora del ambiente. Sin embargo, dado que la educación en la amplitud del

término corresponde a la sociedad en general, a través de las instituciones creadas por ella misma

(familia, iglesia, escuela, estado) el problema ambiental se convierte en un asunto de

corresponsabilidad.

La educación ambiental en el plano formal, que en esta ocasión es el que nos ocupa, es entendida

como "integrante del campo general de la educación..." la cual "es un punto de encuentro y de

confluencia de distintos saberes... que posibilita romper las rígidas fronteras de las asignaturas

tradicionales del curriculum, para que los estudiantes encuentren nuevos significados a su proceso

formativo" (Soriano:1999).

Lo anterior significa que ésta no debe ya traducirse en una programación de actividades

ambientales temporales o constituirse en una moda, sino más bien incorporarse como un eje

transversal del curriculum formal y no formal. Es decir, ya ningún ámbito de formación humana

debe ignorar esta propuesta fundamentada en la perpetuación de la vida.

Por ello, debemos comprender que los fines de la educación, particularmente con relación al

ambiente, están más bien relacionados al entendimiento de nuestro propio objetivo de vida, como

seres sociales en relación estrecha con la naturaleza, acompañado de un compromiso por

trascender con nuestras enseñanzas en la formación, aprendizajes y participación de otro ser

humano para la sociedad. El actuar de acuerdo a esta convicción es factor esencial para llegar a la

comprensión de una situación por parte de quienes deban establecer un compromiso más alto que

el del observador indiferente.

Si bien es cierto, la responsabilidad de la conservación ambiental le corresponde enteramente a la

misma sociedad; sin embargo la autora R. Soriano afirma que la solución no se encuentra sólo en

manos de algunas instituciones sino que más bien "implica el diseño de estrategias que incluyan a

todos, con una corresponsabilidad diferenciada y objetivos establecidos colectivamente"

(Soriano:1999, pág. 42) para lograr que el ambiente sea percibido de manera integrada y despertar

la conciencia hacia su problemática.

En lo que concierne a la educación formal se afirma que la integración de la perspectiva del

desarrollo sustentable permite comprender al ambiente como parte de una problemática compleja

que requiere para su análisis tanto de un enfoque holístico como de un acercamiento

epistemológico y metodológico que posibilite analizar la articulación de los diversos procesos

presentes en la problemática ambiental, lo cual nos exige una articulación de diferentes ciencias,

saberes y disciplinas (Leff:1986, cit. por Soriano).

Cabe hacer la aclaración de que existe asimismo una distinción entre los términos, en tanto que

como destacamos anteriormente el primero tiene una acepción más amplia mientras que el

segundo es definido como "una educación ambiental especializada en cuanto se dirige a un grupo

especializado de profesionales... altos funcionarios y, en general, los planificadores y gestores quetienen a su cargo la elaboración de grandes directrices políticas y la toma de decisiones"

(UNESCO.1978).

Para las instituciones de educación superior en nuestro país (Seminario Internacional sobre

Formación Ambiental, 1990), la formación ambiental "implica esencialmente el proceso formal de

capacitación académica y de formación psicosocial del personal universitario calificado proveniente

ya sea del campo de las ciencias sociales, las ciencias naturales e interdisciplinario, tanto en sus

áreas básicas como aplicadas para la detección y manejo profesional del medio ambiente"

(Einsenberg, et. al:1990, cit. por Soriano).

En conclusión podemos afirmar que la educación ambiental debe constituirse en un proyecto vital

sin temporalidad, en cuyo proceso se distinguen ciertamente niveles y ámbitos de participación que

de ninguna manera deben trabajar desarticuladamente y con objetivos diferenciados, ya que el

esfuerzo conjunto y ordenado propiciará una mejora en el ambiente, que coadyuve a la evolución

de la vida en el planeta.

Problemática.

El hablar de problemáticas ambientales es ya cotidiano en todos los contextos. El hablar del origen

de éstas ha sido llevado a un plano objetivo a partir de la explotación de recursos, la distribución de

la riqueza, la destrucción natural y cultural, etcétera. Sin embargo, queda abierta la posibilidad de

la reflexión profunda y la actitud crítica que nos lleve a la comprensión cabal del significado de los

actos de los hombres frente a su ambiente.

Para ejemplificar, abriré una interrogante: ¿acaso la explosión demográfica, con todo lo que ello

implica, no es un atentado en contra del ambiente? ¿Por qué el hombre ha de continuar

justificándose en la falta de cultura o de educación para actuar indiscriminadamente en contra de sí

mismo? . Acaso no están dotados todos los seres humanos de una conciencia, de una

espiritualidad que guíe sus actitudes?, o si vamos mas lejos, ¿por qué los mismos motivos que

llevan a un hombre (sin educación formal) a proteger su casa y a su familia no lo conducen a

proteger su esfera ambiental amplia?.

Probablemente si pensamos en el medio urbano encontremos justificaciones en el estrés de las

presiones socioeconómicas que se acentúan cotidianamente en este medio, pero qué sucede en el

medio rural en el que el individuo vive en contacto estrecho con la naturaleza y obtiene mas

directamente de ella sus satisfactores. No pretendo afirmar que en este medio no se viven las

mismas presiones, la intención es reflexionar el por qué ni siquiera el contacto directo con el medio

natural, por ejemplo, conmueve a los individuos a un mayor respeto.

Es sin duda un problema de conciencia y de valores, en el que radica esencialmente la verdadera

problemática. Ante esto, ¿cuáles son las potencialidades de la educación y básicamente de la

educación formal?. ¿En que consiste su aportación?. Si el problema es la actuación del hombre

ante los retos del desarrollo contra la conservación ambiental y si las actitudes están guiadas por el

conocimiento y los valores éticos y morales, entonces se reconoce el potencial de la educación en

la necesidad de transformar las conductas de los individuos.

Pedro Cañal (cit. por Soriano, 1999) propone que los objetivos del nuevo quehacer pedagógico

sean de tres tipos: asimilación de conceptos, desarrollo de actitudes y dominio de destrezas (Cañal

y Porlán: 1985). Estos objetivos no deben desligarse en forma alguna del proyecto educativo de

cualquier institución: tener y proporcionar a la sociedad una idea clara del perfil de persona que

desea formar, definir los contenidos curriculares así como los temas transversales que pretende

promover de manera implícita y deliberada.

La tarea por hacer es necesariamente, despertar la conciencia hacia la renovación ambiental.

Discernir críticamente, no con una actitud de reprobación hacia lo que quizá o seguramente,

hemos contribuido a crear de alguna manera. Cuestionarnos acerca de si nuestros actos de

consumo y estilo de vida son totalmente congruentes con nuestra "nueva actitud" de defensaambiental. O si nuestras actitudes ante los problemas ambientales son pasivas, utilitaristas, de

momentánea indignación o verdaderamente responsables.

Lo importante es la reflexión sobre las actitudes que alientan la vida humana y que orientan la

dirección del progreso y calidad de vida (Gil Martínez:1998, p. 183) y esto sólo es posible lograrlo

con esa unificación de intereses, objetivos y estrategias a nivel de sociedad pero también de

comunidad escolar.

¿Cómo promover la formación de la cultura ambiental desde el ámbito escolar?.

Con algunas ideas generales, trataré de definir la manera como la escuela y básicamente los

profesores deben operacionalizar el compromiso asumido de mejoramiento ambiental. La

educación formal debe comprender actividades y tareas escolares que propicien el acercamiento a

temas controversiales de nuestro tiempo: la pobreza, la marginación, la sustitución de los patrones

culturales, en fin, los problemas que la globalización ha traído consigo.

En palabras cortas, integrar la dimensión ambiental como tema transversal del curriculum y eje

integrador de las disciplinas o áreas del conocimiento, lo cual requiere evidentemente del trabajo

académico colegiado y de la formación voluntaria, comprometida y exigente de la planta docente

en estos aspectos.

La institución debe crear espacios para las actividades extra-escolares, de apoyo, así como para la

convivencia informal con el alumno (actividades sociales, deportivas, culturales, de apoyo

comunitario). El profesor debe aprovechar esos espacios para transmitir mediante las relaciones

espontáneas, sus propias convicciones y las de la institución con respecto a lo ambiental.

La escuela debe definir su propia cultura "conformada por valores, prácticas y normas...

tradiciones, rituales y creencias" (Garza y Patiño: 2000, pág. 32) para lograr la plena identidad de

su comunidad y que ésta logre interiorizar sus ideales para conducirse posteriormente. El profesor

contribuirá con esta idea visualizando el riesgo de enfrentarse con condiciones adversas y

contradictorias (familiares, escolares, sociales, medios de comunicación) que únicamente logrará

salvar si sus convicciones poseen bases sólidas y constructivas. "La misión del profesor tiene que

ver con educar, es decir promover que el alumno capte conceptos sobre la profesión y la cultura,

desarrolle ciertas habilidades y refuerce ciertas actitudes que le "empujen" a ejercer su vocación

profesional y humana de cierta manera" (Rugarcía Torres, cit. por Esquivel, 2000).

La institución tendrá que proporcionar a los alumnos diversas alternativas para elegir los valores

que cada cual considere adecuado integrar a su propio esquema, promoviendo dentro y fuera del

aula e incluso de la institución todo tipo de actividades vivenciales que coloquen a los individuos

ante situaciones de dilema y crear en ellos un verdadero compromiso y conciencia hacia lo

ambiental, que le ofrezca la posibilidad de aterrizarlos en la misma práctica, pues finalmente "la

acción práctica tiene lugar cuando hay una pluralidad de agentes ... es en este terreno (inseguro,

casual) en el que se desenvuelve la práctica profesional" (Grundy:1994, pág. 246).

Para finalizar, se ha comentado que al igual que la educación, aspirar a tener calidad de vida es un

derecho de la humanidad, es por ello que "la enseñanza de las normas relativas a los derechos

humanos y la educación sobre las necesidades de las comunidades del mundo entero deberían

quedar reflejadas en los planes de estudio de todas las disciplinas..." (UNESCO:1986).

Pero todo esfuerzo aislado por grande que parezca no podrá repercutir en ninguna transformación

social, a menos que las propias instituciones busquen los mecanismos de vinculación que

"articulen las diferentes esferas del quehacer social, tanto público como privado" (González:1999,

pág. 12 Rev. Desarrollo Sustentable) para poder al menos observar sus efectos a mediano y largo

plazo. Un aspecto olvidado en las instituciones de nivel superior, en aras del respeto a la

individualidad del adolescente, es la vinculación con el ámbito familiar, desaprovechando su

reconocimiento como un espacio insustituible para la formación de los valores y de la concienciaambiental. La escuela pública debe retomar y buscar en este ambiente un aliado para la misión

que la misma sociedad le demanda prioritariamente.

Conclusión

Para reducir la degradación y salvar el hábitat de la humanidad, las sociedades deben reconocer

que existe un límite en la capacidad del ambiente para absorber los fuertes impactos que ocasiona

en particular la especie humana y regenerar su deterioro. Especialistas en la materia afirman que

el crecimiento continuado debe abrir paso a un uso más racional de los recursos, pero que esto

sólo puede lograrse con un cambio de actitud por parte de la especie humana con miras a alcanzar

modos de vida con calidad, es decir un verdadero desarrollo y no sólo crecimiento de aparatos

socioeconómicos y políticos.

La humanidad debe reconocer que atacar el ambiente pone en peligro la supervivencia de su

propia especie, esto en el aspecto natural. En el aspecto social, la degeneración de los patrones de

convivencia, la lucha por el poder y la posesión material y territorial, convierten el medio social en

un verdadero campo de batalla que destruye las expectativas de vivir con calidad, de desarrollar la

conciencia de comunidad y los valores y actitudes que conlleva.

Por ello es urgente que las instituciones educativas planeen estrategias para reorientar su trabajo.

Pero más indispensable que esto, es que cada profesor e investigador asuma de manera personal

y comprometida la misión de reeducar la conciencia ambiental de los estudiantes, ponderando

incluso estas cuestiones sobre las económicas.

Finalmente la enseñanza de normas morales, éticas y ambientales no deben constituirse tan sólo

en asignaturas específicas, como lo afirman los analistas del curriculum. La impartición de

cualquier asignatura merece por el trabajo intelectual y práctico que implica, una remuneración

económica; sin embargo imprimir en el acto educativo dichas normas como un valor agregado

debe resultarnos mas bien gratificante, en otras cosas, como nuestra pequeña aportación a la

sociedad o aún más, a la humanidad

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