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CRIMINOLOGIA CRITICA


Enviado por   •  29 de Mayo de 2015  •  4.952 Palabras (20 Páginas)  •  170 Visitas

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EL CONSTRUCTIVISMO

Desde los setenta, éstos han descrito con morboso detalle la evolución del crimen, cuando no la han exagerado, y han predicho la aparición de escenarios aún más terribles. Confrontados con la realidad del repliegue del número de delitos de estos últimos años, buena parte de ellos ha corrido a refugiarse bajo un mismo paraguas: si el delito ha descendido, ello ha sido gracias al incremento de la dureza de la respuesta punitiva. Así pues, resultaría que nuestro triste presente en materia político-criminal es en realidad el único medio de evitar una situación aún peor. En el otro extremo se sitúa a los criminólogos «constructivistas», sucesores de la criminología crítica. Éstos insisten en que el crimen es «una construcción social» y ponen en duda todo tipo de acercamiento que se apoye en una estadística o dato empírico. Como sus antecesores, este enfoque insiste en el carácter social del problema y advierte de la futilidad de aquellos intentos de resolverlo o paliarlo que no tengan ese mismo alcance. Como estas tendencias se limitan a constatar, casi regodeándose en ella, la injusticia del presente, no es fácil saber exactamente cómo ven el futuro.

En cualquier caso, lo que está claro es que no pinta nada bien. Aunque entre quienes no son criminólogos está muy extendida la opinión que ubica a los criminólogos académicos en la segunda de las tendencias descritas, lo cierto es que la mayoría se sitúa entre ambas. Si hay un extremo en el que se parecen la criminología mayoritaria y los movimientos «constructivistas», sin embargo, éste es la falta de equilibrio entre la crítica y la propuesta. En este sentido, Garland y Young no son excepcionales. Comencemos por Garland. Su libro es un prodigio de análisis explicativo y descriptivo de la situación actual, al que se acompaña una evalua­ción claramente crítica. Resulta por ello sorprendente que apenas efectúe suge­rencias de cambio o alumbre posibles vías de rectificación.

El análisis prospectivo brilla por su ausencia e, incluso tras la lectura del apartado titulado «Este futuro no es inevitable» (pp. 325-328), el lector queda con la impresión de que el título debería haber sido «Este presente podría haber sido evitado». Algo distinto resulta el caso de Young. A lo largo del libro, y especialmente en su último capítulo, éste pretende desarticular su posible interpretación pesimista. Sin em­bargo, su propuesta de cambio resulta excesivamente general. En su opinión, dentro de las esferas de la justicia y la comunidad, ha llegado el momento de profundizar en la meritocracia y en las políticas transformadoras, respectivamente (p. 189).También en este caso el (brillante) análisis crítico desborda en extensión y profundidad a la propuesta. Lo anterior no se trae a colación para disminuir los méritos y la importancia de estas dos obras, cuyo objetivo declarado es fundamentalmente descriptivo.

Lo que interesa es advertir sobre un problema que afecta a buena parte de la criminología contemporánea: ésta da la impresión de ser una disciplina volcada en la reflexión sobre el pasado y la crítica destructiva del presente, pero sin propuestas de futuro. Incluso en obras de la calidad de las aquí reseñadas es perceptible un cierto desdén por enfoques confesadamente «prácticos», como las bautizadas un tanto despectivamente por Garland «criminologías de la vida cotidiana». Sin embargo, cada vez son más los criminólogos que, sin dejar de considerar que el crimen es una «construcción social» (¿cómo podría ser otra cosa algo cuya existencia depende de una ley aprobada por seres humanos?), insisten en que ello no le priva de realidad, aunque no viva la existencia de los hechos brutos, sino la de los institucionales.

Al tiempo, y sin poner en duda que las medidas punitivas tengan efectos preventivos, observan con preocupación la monomanía que sobre ellas sufre la política criminal actual. La conclusión, para la mayor parte de estos autores, es que hay que profundizar en los mecanismos que hacen que la punición sea vista como la única salida posible, sin olvidarse al tiempo de explicar que algunas medidas preventivas de carácter no punitivo son eficaces y pueden contribuir a paliar sus efectos. Seguirá haciendo falta que se lleven a cabo análisis del pasado y, qué duda cabe, el éxito en la intervención sobre la situación actual presupone el conocimiento de la misma. Sin embargo, si la criminología quiere tener un futuro a medio-largo plazo, no puede desentenderse del análisis de las posibi­lidades de intervención a corto y medio plazo, porque éste es el horizonte actual de las políticas públicas

El Constructivismo (que entiende al conocimiento como construcción), es una corriente de pensamiento que reconoce que el individuo elabora el conocimiento a través del proceso de aprendizaje y que aquél no puede decirse fijo ni objetivo, sino que cambia constantemente; asimismo, resalta el papel de la experiencia en el proceso de construcción del conocimiento de los seres humanos, lo cual nos lleva a evidenciar la interdependencia entre lo individual y colectivo, proceso en el que se gesta la búsqueda de sentidos y la construcción de significados.

Entre las formas de Constructivismo se destacan dos tipos de teorías, la primera con orientación cognitiva o psicológica, cuyo principal exponente es Piaget, y la segunda con orientación social liderada por Vygotsky. Ésta última es objeto de interés por parte del grupo de trabajo, Vygotsky exponente del constructivismo social, en su enfoque socio cultural expresa que el conocimiento es un proceso de interacción social entre el sujeto y el medio, entendiendo éste desde la perspectiva social y cultural y no solamente física.

Es entonces que desde el enfoque socio cultural “los individuos aprenden en el ambiente social a partir de la interacción con los demás” lo cual significa que tanto más enriquecedora y frecuente sea ése relacionamiento con otros, podrá decirse nuestro conocimiento más sustanciosos y diverso. Vygotsky se interesa por el ámbito socio cultural ya que éste “es el que engendra sistemas artificiales más complejos y arbitrarios que regulan la conducta social” reiterando el hecho de que son los hombres quienes configuran su realidad.

Ahora bien, se pueden mencionar algunos elementos destacables por sus aplicaciones en la comprensión y en el conocimiento de los sujetos, como el valor que otros tienen en la formación de propia y la radical importancia de la experiencia social en el proceso de desarrollo de las personas y colectivos, resaltando que el diálogo entre distintos es vital, no solo para el aprendizaje en un sentido institucional, sino para lograr armonizar y potenciar el trabajo de colectivos.

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