CUIDADOS DEL ENFERMERO EN LA ADMINISTRACION DE ANTICUERPOS MONOCLONALES EN PACIENTES ONCOLOGICOS
chocherita824 de Junio de 2013
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SEXUALIDAD RESPONSABLE
Semana: 07
Para entender el tema de la sexualidad humana en su dimensión adecuada, lo primero que hay que distinguir son los conceptos sexo y sexualidad. Sexo es un término que sirve para clasificar a los seres humanos en dos grandes grupos: masculino y femenino, y también, en su uso coloquial, para aludir a la práctica sexual; mientras que sexualidad remite al conjunto de relaciones que los individuos establecen entre sí y con el mundo por el hecho de ser sexuados.
Esta distinción, aunque elemental, resulta indispensable, porque en los seres humanos, en comparación con el resto de los seres vivos, no sólo todo es más complejo, sino que se transforma con el tiempo. Los seres humanos poseemos necesidades que van más allá de las naturales, y esta característica es la que nos da nuestra verdadera especificidad: a diferencia de los demás seres necesitamos explicaciones que nos vuelvan comprensible nuestra estancia en el mundo; sólo a nosotros nos hace falta una dimensión estética; sólo nosotros tenemos que reglamentar nuestras formas de convivencia. Somos seres históricos, irreductibles a la mera naturaleza y, por ello, todo lo que en los animales es relativamente simple, en nosotros se vuelve complejo.
Las necesidades sexuales para el ser humano no son, como en el resto de los seres vivos, un llamado a la reproducción, sino que se relacionan con la autoestima, con el placer, con los sentimientos, con la moral, con las costumbres, con la religión, con el derecho, con el proyecto de vida, con el género, en fin, con todos y cada uno de los elementos que constituyen nuestra identidad y nuestra vida en sociedad. Así, hemos desarrollado una cultura a partir de la necesidad sexual.
A diferencia de todos los demás seres vivos, el ser humano no dispone de una etapa de apareamiento, ni de un ciclo de celo.
Esto lo coloca en la situación de ser sexualmente receptivo en prácticamente cualquier momento, condición en la que la hembra siempre tiene la última palabra.
Aquí no se limita la etapa reproductiva a esa única situación, va más allá, no se confiere al período de ovulación ni desaparece durante el embarazo.
La especie humana no tiene que esperar un determinado estadío del año, una temporada de lluvias o sequías o de vientos para sentir deseos de reproducirse.
Sin embargo, asi mismo, el sexo ya no resulta tan sencillo para nuestra especie, lo que deriva en múltiples variantes, arreglos y contratos que en ninguna otra especie se podrían encontrar, eso sin contar las numerosas variaciones que se derivan de la conducta social y psicológica de cada individuo.
La sexualidad humana comienza desde el momento del nacimiento del individuo y no termina en la tercera edad, como se cree formalmente, sino que continúa si las condiciones son propicias para ello, el cuerpo no deja de producir hormonas de deseo y las sensaciones no disminuyen a menos que una enfermedad obligue a desistir de ello.
Sin embargo, la sexualidad es un término que se ha encerrado en el simple acto sexual, sus límites van más alla, porque entra en todas las interacciones diarias del ser humano, es la identidad de uno mismo y por ello rige normas morales y sociales, asi como conductas diarias.
La sexualidad es el desarrollo individual de cada persona respecto a su identidad, en este aspecto podremos hablar de una identidad genérica y una biológica, la biológica es con aquella que nacemos, el cuerpo que nos ha sido proporcionado y con el que tenemos que aprender a convivir a desarrollar y aprovechar para poder disfrutar al máximo de una sexualidad plena y sana.
La identidad genérica es aquella con la que nos sentimos más a gusto, la mayoría de la gente, por su desarrollo hormonal y su entorno social se siente cómoda con el cuerpo que le tocó y el papel que le corresponde representar, si tengo cuerpo de hombre, pienso, actuó y me comporto como hombre, si tengo cuerpo de mujer, entonces pienso, actuó y me siento una mujer.
Actualmente, gracias a la apertura social, las comunidades marginadas de gente que no está a gusto con su género han salido de su escondite y pareciera que la sociedad está cada día más contaminada con gente que no se siente bien por haber nacido hombre o mujer. Por supuesto es cuestión de gustos, aunque últimos estudios han demostrado que algunos genes dentro de nuestro cuerpo pueden fomentar el desarrollo de la homosexualidad y el lesbianismo, en este caso no me agrada referirme a ello como preferencia sexual, ya que en muchos casos el individuo no se siente a gusto con ser homosexual, por la sociedad o los valores que le han inculcado, sin embargo nunca será feliz manteniendo el comportamiento de una persona completamente heterosexual, tampoco podríamos considerarlo como una enfermedad, porque no inhabilita a la persona ni la margina, ni es contagioso ( a menos que tengamos cierta tendencia oculta), es una simple cuestión de identidad, haber nacido en el cuerpo equivocado.
ALGUNOS ASPECTOS DE LA SEXUALIDAD HUMANA
El ser humano es un ser social y como tal su supervivencia y desarrollo están ligados absolutamente a las formas en las que su cultura organice su medio social, incluidas las formas de relación, de reproducción y las manifestaciones sexuales.
Nos referimos aquí al término cultura entendiéndolo en su sentido amplio como el modo en que un grupo humano se organiza para sobrevivir y perpetuarse en un medio determinado. Aqui se incluyen tanto las expresiones artísticas, acepción cotidiana del término, como los modos de producción, las formas de relación y organización social. Con un sentido equivalente al del concepto de civilización
Nuestra cultura, nuestra civilización, en las últimas décadas ha sufrido una serie de cambios sustanciales en cuanto al conocimiento y los valores vinculados a la sexualidad de las personas que la componen.
Queremos dedicar este apartado a tratar de forma sucinta y descriptiva algunas características científicas y sociales que determinan nuestras experiencias sexuales y que indudablemente condicionan las vivencias de la sexualidad de nuestros hijos e hijas y continuarán haciéndolo en el futuro.
Evidentemente, los conocimientos seguirán aumentando y es difícil pensar que los valores y las actitudes vayan a quedar inmutables en las próximas décadas pero no cabe duda que conocer los distintos aspectos de la realidad actual es la mejor manera de enfrentar con posibilidades el futuro.
SEXO, GÉNERO Y SEXUALIDAD
Durante mucho tiempo, las diferencias entre la sexualidad masculina y femenina han sido explicadas en términos de diferencias biológicas, atribuyéndose a los distintos modos de actuación unas causas biológicas de las que dependían los comportamientos de hombres y mujeres. Esta lectura, a todas luces ideológica, útil para mantener conceptos como el carácter masculino o femenino, que servía para legitimar una moral determinada y obligar a las personas a mantenerse dentro de "lo establecido", ha sido sustituida en los últimos tiempos por una propuesta que separa acertadamente sexo y género. Según este planteamiento los sexos masculino y femenino tienen una serie de características diferenciales propias de orden biológico, de las que se derivan una serie limitada de diferencias (por ejemplo en aspectos reproductivos).
Distinto del sexo, el género (masculino o femenino) incluye todas aquellas características que una determinada cultura atribuye a los integrantes de uno y otro sexo, tales como las formas de comportamiento, actitudes, valores, etc..
Esta separación terminológica, que superficialmente podría resultar banal, permite separar, sin temor a introducir lecturas parciales e interesadas, las características de las mujeres y los hombres que pertenecen a su realidad biológica de aquellas que corresponden a una instrumentación social.
En el campo de la sexualidad podemos aprovechar esta clasificación para estudiar cuáles son las atribuciones culturales que nuestra sociedad realiza en función del sexo. Muchas de estas diferencias genéricas no son patrimonio exclusivo de la sexualidad. Con más corrección podríamos ver como los estereotipos sociales y culturales sobre lo masculino y lo femenino afectan, entre otros, al ámbito de la experiencia sexual individual.
En nuestra cultura los hombres poseen unos referentes culturales como la capacidad de excitación, la potencia sexual, la necesidad de desempeñar un papel activo en toda relación sexual o el estar siempre disponibles, que marcan una forma de comportarse y sentir determinada y que en muchas ocasiones dificulta el desarrollo de un comportamiento sexual propio y satisfactorio.
Si se pudiera expresar con una palabra cómo la cultura condiciona la sexualidad masculina, esta sería actividad. Así es el hombre quien debe tomar la iniciativa ante la sexualidad de la pareja; debe estar siempre "activo", disponible, en cualquier momento y situación; un hombre siempre tiene que "cumplir"; además la realización sexual no debe ser alterada por ningún estímulo externo. A todo esto hay que sumar la importancia que se presta a los atributos externos como manifestación de potencia. De esta manera tanto el tamaño de los genitales masculinos como de los atributos sexuales femeninos (senos, vagina, vulva o nalgas) son tomados como signos de capacidad sexual. Desde otro punto de vista se dice técnicamente que la sexualidad masculina tiende a la genitalización. Esto quiere decir que para los hombres es muy frecuente dar valor sexual sólo a sus órganos genitales que aparecen como los únicos posibles centros de
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