EL MUNDO Y SUS DEMONIOS LA CIENCIA COMO UNA LUZ EN LA OSCURIDAD

Capítulo 19: “No Hay Preguntas Estúpidas”

Cuando no cambia la preparación durante inmensos períodos de tiempo, las tradiciones pasan intactas a la generación siguiente. Pero cuando lo que se debe aprender en cambie de prisa, se hace mucho más difícil saber qué enseñar y como enseñarlo. Los estudiantes se quejan sobre la pertinencia de lo que se les explica; disminuyen el respeto pues sus mayores. Los profesores se desesperan ante el deterioro de los niveles educativos y lo caprichosos que se han vuelto los estudiantes. En un mundo en transición, estudiantes y profesores necesitan enseñarse a sí mismos una habilidad esencial: aprender a aprender.

Hay preguntas ingenuas, preguntas tediosas, preguntas mal formuladas, preguntas planteadas con una inadecuada autocrítica. Pero toda pregunta es un clamor puede entender el mundo, no se incluye aquí la lluvia de “porqués” con que los niños atacan a veces a sus padres, pero no hay preguntas estúpidas.

Los niños listos que tienen curiosidad son recursos nacionales y mundiales. Se les debe cuidar y animar, así como debe dárseles las herramientas esenciales para pensar.

El 63 por ciento de los adultos americanos no son conscientes de que el último dinosaurio murió antes de que apareciera el primero humano; el sesenta y cinco por ciento no sabe que los antibióticos matan a las bacterias pero no a los virus; el cincuenta y siete por ciento no sabe que los electrones son más pequeños que los átomos. Las encuestas muestran que algo así como la mitad de los adultos de Estados Unidos no saben que la Tierra gira alrededor del sol y tarda un año en hacerlo. Una encuesta de 1993 realizada por la asociación China de Ciencia y Tecnología revela que, como estados unidos, no más de la mitad de personas en China sabe que la Tierra gira alrededor del sol una vez al año.

Estas son las preguntas típicas del “alfabetismo científico”. Los resultados son desmoralizadores. Pero ¿qué es lo que miden? La memorización de afirmaciones autoritarias. Lo que deberían preguntar es cómo sabemos… Que los antibióticos discriminan entre microbios, que los electrones son más pequeños que los átomos, que el sol es un estrella a la que la tierra le da vueltas una vez al año. Estas preguntas son una medida mucho más auténtica de la comprensión de la ciencia.

Durante la gran depresión, los maestros disfrutaban de seguridad de trabajo, buenos sueldos y respetabilidad. Enseñar era una profesión admirada, en parte porque se reconocía que aprender en una manera de salir de la pobreza. Poco de ello es cierto hoy. La enseñanza de la ciencia se hace demasiado a menudo de manera incompetente o poco inspiradora y sus practicantes, por asombroso que sea, tiene poca preparación a ninguna en los temas que presentan. Los que tienen preparación a menudo consiguen trabajo es mejor pagados en otra parte. Los niños necesitan experimentar con sus propias manos el método experimental en lugar de leer un libro de cosas sobre la ciencia. Se nos puede hablar de la oxidación de la cera como explicación de la llama de la vela. Pero tenemos una sensación mucho más vívida de lo que pasa sí vemos a arder la vela brevemente en una campana de cristal hasta que el dióxido de carbono producido por la quema rodea la mecha, bloquea el acceso al oxígeno y la llama a parpadea hasta que se apaga. Se nos puede explicar las mitocondrias de las células y como transmiten la oxidación a la comida al igual que la llama quemando la vela, pero es totalmente distinto verlas en el microscopio. Se nos puede decir que el oxígeno es necesario pero ¿Qué hace el oxígeno por nosotros? ¿De dónde viene el oxígeno del aire? ¿Está asegurado

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