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ETICA CONYUGAL

pablohenry10 de Junio de 2013

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ETICA CONYUGAL

Es la ciencia de la conducta. Entendemos por conducta la actitud constante (conjunto de acciones conscientes) dirigida hacia un fin. Una ética viene a ser, pues, un código de reglas o principios morales que rigen la conducta, considerando las acciones de los seres humanos con referencia a su justicia o injusticia, a su tendencia al bien o a su tendencia al mal.

Es, por tanto, la ética una ciencia normativa, porque busca un ideal o norma, según el cual se pueden formular las reglas y leyes de la conducta.

Así que una conducta ética viene a ser sencillamente una conducta de acuerdo con cierta norma.

Tratar de la ética conyugal adquiere una peculiar relevancia si se considera la importancia del estado matrimonial para la vida del hombre y la dignidad de que Dios lo revistió desde el principio de la humanidad.

La seriedad del estado conyugal, aparte de la dignidad que Dios le ha conferido, y el simbolismo sagrado que contiene, desde Jeremías 2:1-3 hasta Efesios 5:26ss, pasando por Oseas, estriba en factores fundamentales:

Su intimidad. La intimidad conyugal es la máxima en todos los órdenes, esta intimidad se va fraguando con la convivencia o con la cohabitación o con el compartir las mismas penas y alegrías y el aguantar juntos el yugo que impone la vida en común. Esta intimidad tiene profundidades, y exige adaptaciones, que colman inmensamente las del sexo.

Su influencia en la personalidad humana. La influencia del matrimonio en el desarrollo y proyección de la personalidad humana es inmensa. En realidad, el estado conyugal manifiesta y proyecta en cada momento el talante fundamental de cada individuo. Podríamos decir que en el matrimonio, como en la cárcel, los bien inclinados se vuelven mejores, y los mal inclinados se vuelven peores. Ahora bien, cuando hay fe en el Señor Jesús y verdadero amor, como fruto del Espíritu Santo, el matrimonio refina la calidad espiritual de la persona a través de todas las pruebas y dificultades que presenta la vida y la misma diferencia de criterios y gustos de los esposos.

Deberes Conyugales. El mutuo amor.

Los maridos deben amar a la esposa como a su propia carne, como Cristo amó a su Iglesia, con amor tutelar y sacrificado, según la verdad del Evangelio ("sabiamente" 1ª Pedro 3:7), con honor y respeto al vaso más frágil físicamente, no psíquicamente, y en lo espiritual como a coherederas de la gracia de la vida (Gálatas 3:28), sin airadas asperezas (Efesios 5:25-33; Colosenses 3:19; 1ª Pedro 3:7).

Las esposas han de estar sumisas a los maridos, con modestia de conducta, gesto y vestido, con respeto y amabilidad paciente (Efesios 5:22-24; Colosenses 3:18; 1ª Pedro 3:1-6).

Si hay verdadero amor en la pareja, todo marchará bien, superando las dificultades y el paso de los años. Dicen que al amor conyugal le pasa como al vino: con el paso de los años, va perdiendo "cuerpo" y color, pero va ganando en grados. Si hay amor, el esposo buscará la compañía de su esposa con más interés que la de cualquier amigo, la esposa le presentará al esposo nuevos atractivos y sorpresas agradables.

Examínese amado esposo: ¿por qué se siente su esposa irritable, hosca, depresiva? ¿No le faltará el amor, la consideración, el elogio por sus buenas obras, el interés, las caricias, la gratitud, la ayuda, los detallitos, el don sorpresa de su esposo?

Examínese apreciada esposa: ¿por qué prefiere su esposo marcharse con sus compañeros?, ¿hablar más con sus amigos?, ¿No le faltará la comprensión, el respeto, la sujeción, el interés por sus problemas, el apoyo en todo, el detalle del plato que a él le gusta, la admiración por sus éxitos, la ternura de su mujer?

El llamado "débito conyugal".

La advertencia y el consejo de Pablo en 1ª Corintios 7:3-5 son para la pareja de extrema importancia, no sólo para prevenir contra la infidelidad conyugal, sino también por la importancia que lo sexual tiene en el aspecto psicofísico de suprema gratificación placentera que mutuamente se ofrece (algo más importante de lo que se cree para la salud física y mental de la mujer) como en el aspecto existencial en que se muestra, más que en ninguna otra faceta de la vida (no cabe el disimulo), el talante egocéntrico o alocéntrico de la persona.

La falta de afecto, La frigidez, el desaseo, el mal genio, la indiferencia o la poca disponibilidad de la esposa pueden acarrear la infidelidad por parte del Esposo.

El egoísmo, los regaños, el desaseo, la irresponsabilidad, la desconsideración, la violencia, pueden aminorar el afecto de la esposa y hasta causar infidelidad o abandono del hogar.

Los conflictos en el matrimonio, son creados de dos maneras:

Las parejas fallan en hacerse felices mutuamente. (Están frustrados porque sus necesidades no están siendo satisfechas).

Las parejas se hacen infelices uno al otro. (Están haciéndose daño deliberadamente el uno al otro).

La mayoría de los casos, la ignorancia juega un papel muy importante, ya que se ignora la importancia de las necesidades del hombre y la mujer.

El hombre trata de llenar necesidades de la mujer que no son tan importantes, y la mujer hace lo mismo.

Las necesidades correctas son tan fuertes, que cuando no son satisfechas en el matrimonio, la gente es tentada a ir fuera del matrimonio para satisfacerlas.

Muchos desafortunadamente han sucumbido, violando el sagrado voto de fidelidad que hicieron un día.

LAS NECESIDADES DE UN MATRIMONIO.

Hay diez necesidades básicas que se pueden identificar en un matrimonio:

Afecto y cariño.

Satisfacción sexual (Educación Sexual).

Conversación (Diálogo).

Compañerismo Recreativo.

Honestidad y sinceridad (Lealtad).

Un cónyuge atractivo (Aseo personal).

Soporte financiero (Mayordomía).

Apoyo en el hogar.

Responsabilidad familiar.

Admiración.

Estas categorías pueden variar, o no aplicar igualmente a todos, pero generalmente son las más comunes.

Si las necesidades de hombres y mujeres son tan diferentes, con razón tienen dificultad para ajustarse en el matrimonio.

El hombre puede tener las mejores intenciones de llenar las necesidades de Su esposa, pero si piensa que sus necesidades son similares a las suyas, va a fallar terriblemente.

Cuando la mujer asume que el hombre necesita los gestos de delicadeza que a ella le gustan, la mujer fallará también.

Tristemente, los matrimonios que fallan en llenar sus necesidades, escogen el mismo camino para satisfacer sus necesidades no satisfechas en el hogar: La aventura extramarital o Adulterio.

Por esta razón, es tan importante estar preparados para llenar estas necesidades y no dar lugar al diablo.

Las Necesidades de las Mujeres.

La mujer necesita ser protegida, acariciada, amada, pero a la vez desea la libertad de ejercer sus papeles de ser una madre, una esposa y en algunos casos una profesional.

Ella busca profundamente frecuentes muestras de reconocimiento, afecto y aprobación. Las pequeñas expresiones de cariño e interés en ella significan mucho más para la mujer de lo que el hombre se imagina.

A ella le agrada que se le recuerde, se le halague, se le hagan cumplidos y se le escuche; quiere que se preste atención a sus sentimientos, aun cuando a su marido le parezcan pueriles o fuera de razón.

La mujer necesita que le haga sentir su feminidad por medio de la protección, el cuidado, las demostraciones de afecto sin mostrar deseo sexual y especialmente siendo aceptada cuando ella se ve inaceptable a sus propios ojos.

Es tanta la seguridad que ella anhela del varón que le regaña y hasta lo machaca. Esta es su forma inconsciente para asegurarse de que es amada.

En resumen, la mujer desea en su esposo un tipo de “padre” que sea indulgente y al mismo tiempo firme, delicado y prudente; un amante, un hombre atento y un compañero (que sea amigo de primera categoría).

Finalmente, y quizá no haya un punto de más importancia ni que sea más sencillo de cumplir: ella quiere ser escuchada y que le hablen. Cuando el hombre no toma interés en su mundo y no le escucha, la mujer lo interpreta como una afrenta personal y se siente rechazada.

“El hombre satisface la necesidad de la mujer escuchándola, sin discutir a cada paso para mostrarle sus equivocaciones, aun cuando él sospeche que está equivocada”. Así muestra el hombre una sabia comprensión a la mujer.

Las Necesidades de los Hombres.

El hombre necesita que se le haga sentir que es competente, digno de confianza y valioso. Puede ser que no sea tan capaz, pero necesita ser animado sin darle lecciones.

El espera tener una esposa-madre que le sirva pero que no le domine; una amante que pueda satisfacerle y a quien él pueda hacer feliz. El desea que la esposa cuide el hogar y a los niños mientras él se interesa más en su trabajo y en los pasatiempos masculinos.

En realidad, las quejas y los regaños de la esposa tienen un resultado contrario al que ella espera —estos sólo consiguen empujar al marido a que se encierre en sus pasatiempos o en un “castillo” de frialdad y silencio.

El hombre responde mucho mejor a la persuasión suave y al tratamiento seductor que a las exigencias.

A veces el hombre explota en una colérica reacción ante las amenazas de la esposa. Puede ser que sienta que se está poniendo en tela de juicio su autoridad varonil y su competencia.

LAS RELACIONES ENTRE LOS PADRES Y LOS HIJOS.

La terea que corresponde a los padres es una de las más grandes

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