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Efecto de la musicoterapia en pacientes con Alzheimer


Enviado por   •  14 de Noviembre de 2018  •  Monografías  •  2.380 Palabras (10 Páginas)  •  131 Visitas

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Musicoterapia: Beneficios Para el Alzheimer

Ana Paula Liriano, María del Mar Camilo, Vicente Vargas

Universidad Iberomericana

 Nota de autor

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La Correspondencia relativa a este artículo debe dirigirse a María del Mar Camilo, Vicente Vargas, Ana Paula Liriano. Escuela de Psicología, Francia II, Universidad Iberoamericana.  Santo Domingo. Email: mcamilocaram@gmail.com, vicente.vargas1998@gmail.com, anapaula_liriano@hotmail.com 


Resumen

El Alzheimer es una enfermedad degenerativa que afecta las funciones cognitivas de manera irreversible; sin embargo, se evalúa la musicoterapia como un posible tratamiento alternativo debido a que se ha demostrado que reduce el declive cognitivo de los pacientes. La musicoterapia como método de tratamiento es una terapia no verbal, que utiliza la base córporo sonoro musical como medio o elemento clave en su abordaje, tiende a abrir canales de comunicación, logrando a través de los mismos un proceso de crecimiento, el cual favorece la adaptación social y optimiza la calidad de vida. Los resultados indican inconsistencia en la mayoría de estudios que se han realizados anteriormente en torno a este tratamiento, debido a la metodología y el tipo de análisis utilizado en los mismo. Se puede afirmar que en su mayoría se presentan resultados positivos, beneficiosos para los pacientes, tanto en el estado cognitivo como a nivel conductual en los síntomas de depresión, ansiedad y agitación.

Palabras clave: musicoterapia, tratamiento, Alzheimer, demencia.


Musicoterapia: Beneficios Para el Alzheimer

Desde tiempos remotos, la música ha sido utilizada como un recurso fundamental dentro del proceso curativo, denotándose su primera aparición en la Biblia, con la curación de la locura del rey Saúl por parte de la melodía del arpa. Durante la Época Clásica griega, surge el ethos, el cual afirma que, de acuerdo a la composición de la música, esta podría ser utilizada para generar ciertos comportamientos y modificar el carácter. En esta misma tesitura, se acuña el concepto de catarsis, el cual indica que la música tiene la posibilidad de sanar enfermedades. Partiendo de esto, Pitágoras construye la catarsis alopática , una forma de enfrentar el quebranto utilizando una melodía inversa a la causa de este. Por otro lado, Aristóteles presenta la catarsis homeopática, la cual afirma que la resolución de la enfermedad está en si misma. La herramienta musical ha evolucionado hasta que en la década de 1950 nace la musicoterapia, una terapia alternativa aprobada por la OMS (Martínez, 2018)

Ana María Martínez nos presenta la musicoterapia como una herramienta terapéutica fundamental. Según Martínez (2018), esta puede ser definida como “el uso de la música en la consecución de objetivos terapéuticos: la restauración, el mantenimiento y el acrecentamiento de la salud tanto física como mental”.

La música tiene múltiples efectos sobre las personas, como la regulación de las funciones orgánicas – cerebrales, circulatorias, etc.–, y la actuación en las funciones del sistema nervioso central y periférico. En la misma tesitura, se afirman mejoras en el establecimiento, mantenimiento y fortalecimiento de las relaciones sociales y la empatía, entre otros tantos beneficios (Martínez, 2018).  Por otro lado, la música es utilizada en diversos ámbitos de la medicina, tanto en patologías físicas, dígase déficits sensoriales; trastornos psicomotores; cáncer…, como psicológicas, ya sea el duelo y depresión; insomnio y ansiedad; síndrome de Down… (Martínez, 2018).

Las terapias creativas, como la musicoterapia, proporcionan un lugar donde las personas pueden explorar, comunicarse y expresar sus sentimientos usando arte, música, movimiento y juegos. Estas intervenciones son particularmente útiles cuando las personas, tanto niños como jóvenes, no pueden entender ni explicar sus sentimientos usando palabras, por lo que proporcionan un medio de comunicarse y dirigirse emocionalmente en relación a problemáticas que pueden ser confusas y angustiosas, además de ser una terapia alternativa y/o complementaria (Chin, Orchard, Smith, & Walters, 2018; Hohmann, Bradt, Stegemann, & Koelsch, 2017).

Los mecanismos y procesos que utiliza la musicoterapia sirven para tratar y abordar los distintos conjuntos de síntomas como son la intrusión, evitación, estado de ánimo y cognición negativa, y excitación. Algunos aspectos que mejoran tras haber recibido sesiones de musicoterapia son: reducción del impacto de recuerdos que generan angustia, comportamiento social positivo e interacción con los demás, incremento en el flujo de la sangre a áreas que median el placer, y la recompensa que se asocia con un mejor estado de ánimo y reducción de emociones negativas, reducción del cortisol producido por estrés, entre otras cosas (Landis-Shack, Heinz, & Bonn-Miller, 2017).

Las intervenciones terapéuticas musicales presentan resultados beneficiosos a nivel emocional, motivacional, de inclusión, entre otros. Contribuye a la mejora de los niveles de ansiedad, en el estado de ánimo, manejo de ira y angustia, aunque existe la influencia de otros factores externos que debemos tener en cuenta. La mayoría de los estudios sobre los efectos de la musicoterapia no son consistentes entre sí, no concuerdan los resultados de un estudio con otro, debido al tipo de análisis y la metodología que se lleva (Hohmann et al., 2017; Izarra, 2017).

De igual forma, los encuentros deben ser llevados a cabo por una persona que sea verdaderamente capacitada y que cuente con una vasta experiencia en el área, poseyendo así la habilidad de poder motivar al individuo. De esta forma, es posible alimentar la autoestima de este hasta el punto de que pueda generar su propia experiencia sonora, seleccionando aquellos géneros musicales que van acordes a sus necesidades. También, Martínez (2018) afirma que:

“El terapeuta ha de evitar etiquetar al paciente, ser demasiado impositivo en sus propuestas, ser impaciente y poco comprensivo con el mismo si los avances se ralentizan y, por el contrario, facilita mucho el desarrollo del proceso curativo, el mantener una actitud abierta y flexible que propicie la comunicación y expresión de los sentimientos, favoreciendo la escucha y la atención, con una actitud relajada, próxima, colaborativa y respetuosa con las resistencias del paciente.” (Martínez, 2018)

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