El Deporte como medio Educativo
CyntthiaraTrabajo19 de Enero de 2014
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El Deporte como medio Educativo
El deporte fomenta hábitos de compañerismo; amor a unos colores… trabajo en equipo. El deporte bien enfocado es una escuela de solidaridad y lealtad; de perseverancia en el esfuerzo; de espíritu de sacrificio y capacidad de renuncia.
Los deportes de equipo desarrollan el sentido de la disciplina colectiva, así como la inteligencia táctica y estratégica. No podemos olvidar que el deporte, como cualquier otra actividad, puede ser mal enfocado y sus aspectos positivos pueden degenerar en actitudes mal sanas o deformantes.
“La probabilidad de haber adquirido el hábito regular de practicar deporte, es mayor entre las personas cuyos padres también hacen o hicieron deporte que entre las personas que no recibieron ese ejemplo”. (García Ferrando, 1991). El deporte es un instrumento para educar desde las familias y, después, desde la escuela. Los padres deben ser prudentes; saber animar a todos y no sólo al propio hijo; no criticar en exceso; no hacer comparaciones "yo a tu edad"...
Educar a través del deporte implica desarrollar una sinergia positiva que le ayudará a ser cada día mejor. Para los más pequeños debería ser es un medio que ha de entenderse integrado en un proyecto de vida ético y global. Debería ser un instrumento de maduración personal, que ayude a nuestros hijos a rendir según sus capacidades naturales recibidas.
Además del deporte de competición, al deporte también se le reconocen otros significados como ocio, recreación, salud. Junto a estos fines surge además el concepto de deporte educativo, que Blázquez (1995) considera como la verdadera actividad cultural que permite una formación básica y luego, una formación continua a través del movimiento.
¿Por qué el deporte es tan atractivo? Porque el deporte es reto, es riesgo, es competición, es aventura, es record, es victoria… El deporte nos permite saciar la natural sed humana de triunfo, aunque sea “a través de otros”.
Los avances tecnológicos, el estado del bienestar, la distribución de la riqueza y adelantos de la medicina, entre otros, ha supuesto indudablemente grandes beneficios para el conjunto de la sociedad. Desde el punto de vista del deporte y la actividad física en general, supone en la actualidad una necesidad de la e pueden obtener notables favores.
La dimensión social del hombre justifica la trascendencia de una formación intelectual severa, rigurosa, inflexible y extremadamente exigente con el resultado y con el éxito. En la sociedad del bienestar se vislumbra la decadencia de una raza que presenta síntomas de envejecimiento motriz. Cabía preguntarse, ¿por qué hay niños que con la misma edad son capaces recorrer largas distancias y otros, en cambio, son incapaces de andar un pequeño trecho?, ¿por qué esas diferencias de habilidad y destreza entre unos y otros?, ¿por qué?...
La clase social, los modelos dominantes, los grupos de presión, las modas y un sinfín de agentes sociales han ido deformando la motricidad natural, el movimiento humano de origen evolutivo, necesario para el desarrollo normal del niño, ha sido restringido, encorsetado, y en cierta medida prohibido por una normas de conducta. La falta de un espacio físico donde corretear, la rigidez de los horarios escolares, el escaso tiempo libre que se disfruta, la inseguridad ciudadana y unos espacios excesivamente acondicionados no hacen más que acrecentar el problema de la motricidad natural del ser humano.
Cuando un niño corre, salta, se cae, se levanta, nada o trepa, está manifestando la originalidad de un ser que siente la necesidad de moverse instintivamente, un ser que quiere satisfacer los designios de su especie. Si estas actividades son reprimidas o presentadas como indeseables o peligrosas, el niño interioriza estas órdenes como preceptos inviolables y como coste para ser aceptado
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