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Epistemologia Y Comunicacion

Feers_Casaoo15 de Mayo de 2013

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Razón y Palabra, No. 61 (consultado el 22 de octubre de 2009)

Resumen. En este trabajo se reflexiona sobre las posibilidades científicas de la comunicación. El debate señala algunos aspectos dentro de la epistemología de la comunicación y el de la construcción de una ciencia general para explicar la realidad social y la cultura. En este ensayo se introducen los principales argumentes entre quienes la cientificidad es una posibilidad o un despropósito. En la segunda parte, se revisan visiones extensas de la comunicación de quienes se catalogan como “comunicólogo”, es decir científicos que han tenido como centro de su reflexión a la comunicación al margen de los estudios de comunicación. Finalmente se cierra explicando el porqué la comunicación se convirtió en ese espacio de reflexión que ha llevado la tentación de considerarlo como el lugar de convergencia de las ciencias, cuyo objeto sería la información.

Para los estudios de comunicación, el debate sobre lo “científico” o la cientificidad de la comunicación ha tenido múltiples formas que van desde la franca molestia por lo que se considera poco sostenible, como una especie de “razón perezosa” dentro de los investigadores de la comunicación. Algunos de quienes han emprendido el derrotero intelectual de esta pregunta son autores como Raúl Fuentes Navarro, Jesús Galindo, Héctor Gómez, que han sido en distintos momentos de su práctica docente profesores en teorías de comunicación, han producido materiales de análisis sobre el campo académico de la comunicación. Muy frecuentemente, aunque no es su objeto formal, las teorías de la comunicación devienen en auxiliares para reflexionar los problemas del campo en lo socio-cultural y político, pero también en lo intelectual y científico.

Creemos que un intento de fundamentación, al margen de sus resultados específicos, puede ayudar a la práctica docente y el mejor diálogo entre áreas y academias; que los estudios y las teorías de comunicación tienen un papel central en las grandes preguntas que hoy día tienen las humanidades y las ciencias sociales.

1. Sentidos del debate sobre si la comunicación es una ciencia

La pregunta sobre la cientificidad de la ciencia es con frecuencia molesta a algunos sectores y grupos, parece pretenciosa y remite a un debate del cual se supone, quienes afirman la pregunta pertenecen a un grupo que excluye a quienes responden negativamente. De principio nos parece importante aclarar que más allá de su respuesta, lo importante es el debate y la discusión que puede tener muy diversas áreas de aplicación que van desde formación de currículos, hasta proyectos científicos que den una mayor fundamentación a la reflexión sobre los objetos y métodos de la comunicación.

El sentido de la formulación parte del hecho que nuestra experiencia nos ha demostrado que con mucha facilidad, académicos e investigadores (que reconocen su pertenencia laboral, institucional y académica al campo comunicativo) cedan a una respuesta rápida, ya que por lo general, para ciertas prácticas académicas, no es necesario responder con rigor, o bien porque se considera una pregunta muy extensa, o como critica Santos (2000), por una especie de “razón doliente o perezosa”, que cede ante la complejidad del mundo y una comprensión razonablemente consistente del mismo; es un tipo de “razón” una extensión de cierta razón que se auto-percibe como imponente y derrotada de antemano para dar algunas certidumbres sobre el mundo que nos rodea.

La respuesta por la posible cientificidad de la comunicación no puede obviar lo que para otros ámbitos se ha dicho sobre el diálogo entre los distintos saberes y disciplinas, tampoco se puede omitir lo que la filosofía de la ciencia dice así como los paradigmas emergentes para referir el diálogo entre los saberes científicos. Si nos atrevemos a formular la pregunta en este ensayo, es porque creemos tras sus respuestas se esconden algunos visos apasionantes para el debate intelectual sobre la realidad social y el papel que cumple la comunicación, ya no como medio, sino objeto-método en la percepción, explicación y comprensión de esa realidad. La pregunta porta un sentido que consideramos didáctico y formativo además de impulsar una argumentación en el profesional de esta área sobre el sentido de sus prácticas. El debate sobre la “cientificidad” más que una apología de la modernidad y la razón, es justamente la reflexión sobre las limitaciones de esa razón moderna y sus abusos, es una reconsideración del propio objeto (que de entrada pensamos no puede vincularse únicamente a los medios masivos). Nos preguntamos, si no será la comunicación el vértice que anuncia el cambio y la necesaria traslación de las ciencias sociales. ¿No implicará una nueva forma para ver la relación entre los distintos saberes sociales y humanísticos?

Cuando en otros contextos hemos propuesto la pregunta (muy en especial las propias escuelas de comunicación), la mirada es de recelo y desconfianza, porque justamente las ciencias sociales (historia, economía, política, sociología, derecho, antropología) siguen otro camino y no parece que esta pregunta sea “políticamente correcta” en un mundo científico y académico más interconectado, donde justamente lo “tardo” o “post” moderno como clima de pensamiento priva y establece que no es posible asegurar (casi) nada o que las pretensiones sobre cualquier fundamentación rigurosa es vista, en el menor de las casos, con sospecha. Nos preguntamos por el contrario si no se esconderá tras la reflexión de la comunicación nuevos retos a la reflexión inter-disciplinaria de las ciencias sociales.

Con frecuencia la comunicación es vista como una hermana menor de las ciencias sociales, de hecho si se le acepta como saber disciplinario, es la más joven en su institucionalización. Wallerstein (coord.) (1996: 52) alude a los estudios de comunicación en una ocasión para nombrarlo como un área interdisciplinaria al igual que las ciencias del comportamiento, ciencias administrativas, es decir funcionan con membretes para agrupar una serie de saberes y preocupaciones que no son plenamente atendidos por alguno de los conocimientos disciplinarios convencionales. Es un hecho que para los científicos, la comunicación es un tema, un objeto genérico, una actividad; es algo práctico que se asocia a las técnicas, sus usos y lenguajes, sus impactos y configuraciones y que en tal caso “lo único científico” serían los conocimientos específicos que ayudan a explicar fenómenos vinculados a estas prácticas.

En el siguiente subapartado queremos resumir de la manera apretada dos respuestas al estado sobre la respuesta si la comunicación es una ciencia o no, de las que se desprende una actitud moderada que conlleva otras preguntas, más sugerentes acaso que las mismas indagaciones.

1. De las respuestas parciales a su imposibilidad tácita

En términos generales hay autores que han optado por ver a la comunicación como una hija subordinada de la sociología, la psicología y la ciencia política. Para estos autores la comunicación debe tomar los métodos de estas disciplinas. No es una disciplina en sí misma, sino que se encuentra subordinada a la forma de ver, pensar como lo hace la sociología o cualquier otra disciplina. En realidad, esta es la opinión dominante y en ella hay actitudes más o menos consistentes, desde quienes simplemente evitan el debate hasta los que tratan de responder de manera más rigurosa. De hecho estas respuestas responden a una gradiente de opciones y alternativas, muchas de las cuales no responden categóricamente que la comunicación no puede ser una ciencia como se puede ejemplificar en la idea señalada por Ángel Benito (1996: 13-24), quien considera a la teoría general de la información como una ciencia matriz. El carácter de esta teoría es ser una especie de ciencia matriz, que se sitúa como precedente académico necesario para el desglose pormenorizado de las disciplinas particulares destintadas al estudio e investigación de cada uno e los diez elementos del proceso comunicativa que identifica —parafraseando a Lasswell— este autor español: 1) quién, (2) qué, (3) canal, (4) cómo, (5) A quién, (6) qué consecuencias, (7) por qué, (8) bajo qué condiciones y responsabilidades, (9) qué medios auxiliares, (10) qué circunstancias sociales. De acuerdo a esta idea la comunicación sería en sí mismo un conjunto de disciplinas cuyos saberes corresponden a dar cuenta sobre cada uno de estos aspectos: actores, mensajes, canales, contextos, etc.

Esta imagen justificaría el saber necesario para poder responder consistentemente a los problemas que implican las cuestiones de los actores, mensajes, canales, contextos, etc. Esta dispersión hace que la comunicación pueda incumplir uno de los principios para la definición de un espacio conceptual como científico: su delimitación objetual. Sin objeto específico, de acuerdo a los paradigmas convencionales, no hay ciencia. Las confusiones se han hecho extensas al campo de estudio, a las universidades, a sus centros de investigación en el área, las cuales en ocasiones tienen problema para dar definiciones consistentes, y solamente se dejan llevar por una corriente que apunta hacia la dispersión de ideas, juicios y saberes que renunciar a cualquier sistematización arguyendo la complejidad de la comunicación como fenómeno integral para comprender la vida social y cultural.

Una de las preguntas centrales en torno al debate sobre la cientificad es precisamente el del objeto: ¿debe considerarse solamente a la comunicación de masas o bien otras formas de comunicación? Rodrigo-Alsina (1995) sugiere

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