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Epistemologia

CarlosCaballero822 de Octubre de 2014

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Επιστημολογία (EPISTEMOLOGÍA)

Por. Carlos Caballero

Supongamos que tenemos frente a nosotros una poderosa máquina del tiempo, con la cual seremos capaces de regresar hasta la primigenia misma de nuestra especie. Con esta herramienta poderosa se desatarían una cantidad de sucesos que pondrían en jaque la manera en que se visiona el mundo, al ser capaces de brindar respuestas a varias de las más esquivas interrogantes, ¿Que sabemos? ¿Cómo lo sabemos?, que tiene la humanidad. Bueno eso es precisamente lo que la epistemología fue y sigue siendo, en términos filosóficos (y guardando las debidas distancias), ya que con ella podemos regresar hasta las bases mismas del conocimiento para saber cómo ha evolucionado y se ha desarrollado a lo largo de la historia.

La naturaleza inquisitiva y curiosa del ser humano ha sido el principal motor para el desarrollo y la expansión de su comprensión, conocimiento o episteme para los griegos, de las cosas y los fenómenos que le rodean e influyen de una u otra manera en su existencia. Desde esta perspectiva una pregunta fundamental del hombre, que inició desde el momento en que fue consiente de sí mismo, ha sido: ¿Qué es el conocimiento?, ¿Cuándo un conocimiento es verdadero?, ¿Cómo discriminar un conocimiento verdadero de uno que no lo es?, ¿Qué hay más allá de lo que conozco?, etcétera.

Para afrontar las preguntas anteriores, los grandes pensadores han recurrido a una variedad de suposiciones y postulados, que van desde los primeros dogmas religiosos hasta las teorías filosóficas y científicas actuales. Es precisamente dentro de estas últimas que se sitúa la epistemología quien, a diferencia de la gnoseología, centra su atención a los conocimientos “científicos” haciéndose de herramientas como las diferentes ciencias que ha concebido la humanidad para, entre otros diversos propósitos, intentar develar el misterio más importante que encierra la existencia misma. ¿Cuál es la fuente primigenia de los que conocemos?

A pesar de que lo mencionado anteriormente es un gran paso en la clarificación de las incógnitas propuestas al inicio de este escrito, es necesario mencionar una constante en los seres humanos, la cual es el hecho en que, desde que se encuentran más de dos sujetos analizando un fenómeno, la variedad de posibilidades se duplica, más aún cuando se trata de una pluralidad de expertos, científicos o filósofos, cada uno con sus propias experiencias, influencias, ideologías y tabúes. Lo anterior no es necesariamente desalentador, ya que muchos de los adelantos que hemos conseguido se han derivado de debates serios y fructíferos en que dos posturas presentan sus argumentos y se intenta dilucidar el criterio “verdadero”, del continuo cuestionamiento sobre la verdad relativa de algún postulado y de su procedente aceptación o refutación. No obstante, del otro lado, se encuentran situaciones que si perjudican al desarrollo de los conocimientos como el fanatismo, la radicalización y el totalitarismo, lo anterior cuando las personas pierden la perspectiva crítica y se dejan llevar por estas ideologías, muchas veces mezcladas con intereses personales, al grado de intentar que no exista nada fuera de los dogmas que aceptan como verdades absolutas, inquebrantables e inmutables.

Ahora bien, apartándonos completamente de la figura dogmática, para tener una respuesta satisfactoria de qué es el conocimiento, debemos analizar las diferentes hipótesis presentadas por la variedad de teóricos que nos preceden y han intentado esclarecer el panorama desde su perspectiva ya que las teorías, al igual que las maneras de ver el mundo, varían situándonos diferentes categorías y cada una con sus corrientes e influencias que, al igual que sus preceptos principales, pueden llegan a ser contradictorios de una teoría a otra. Es por esto que toda esta vorágine de elementos necesitaba ser encausada, diseccionada y expuesta de manera tal que contáramos con las herramientas necesarias para poder estudiarlas y analizarlas de una manera sistemática y con esto nació la disciplina denominada epistemología. Esta rama de la filosofía cumple con la función de transporte (máquina del tiempo en nuestra pequeña analogía) en nuestro viaje hacia el pasado, a la génesis del conocimiento, lo cual, sin duda, es una empresa que desde su nombre nos demuestra lo ambicioso de su objetivo.

Empero, por lo basto que se antoja esta empresa y debido a que cuando nos situamos en el concepto de conocimiento, con su propia extensión desmesurada, es necesario acotar que la epistemología tiende sus fronteras, que a nuestro gusto no siempre son tan claras y delimitadas como debería, al sentenciar que se dedica al análisis de la teoría (o teorías) del conocimiento científico. Dejando de lado lo que se conceptúa como conocimiento empírico, y que muchas veces se da la errónea acepción de conocimiento vulgar por la única razón de que no atravesó el metódico procedimiento de una ciencia, o incluso porque dicha ciencia no ha sido capaz de desentrañar sus secretos y no ha logrado formular una teoría en rededor del mismo y por lo tanto fija su radical postura de que no tiene cabida en ella. Dicha postura es propia del ser humano, quien al no ser capaz de catalogar un fenómeno o acontecimiento con sus acostumbradas pautas, sucumbe a la tentación de demeritarlo, e incluso discriminarlo. Postura con la que nosotros, particularmente considerándonos herederos de ambas corrientes, no podemos ni debemos asumir cuando estudiamos el conocimiento.

“Antes de enunciar como primera aproximación, que la epistemología consiste en el estudio de la constitución de los conocimientos válidos, se advierte que la tarea epistemológica supone una referencia a la validez normativa -en el sentido de la lógica-, pero al mismo tiempo implica evaluar las partes respectivas del sujeto y del objeto en la constitución de esos conocimientos, lo cual involucra cuestiones de hecho” .

Sin embargo, por motivos de esquematización de este trabajo, realizaremos un breve recorrido cronológico con los que, a nuestro entender, han sido los principales aportes de los filósofos, científicos, pensadores y epistemólogos que han marcado la historia de esta disciplina denominada epistemología.

Cuando nos imaginamos el mundo antiguo, generalmente tenemos un panorama de como vivían y se desarrollaban las personas sin los avances técnicos con los que se cuentan en la actualidad, y que son de gran ayuda para las diferentes disciplinas científicas y filosóficas, por lo que visionamos a la antigüedad con una errada concepción, tal como lo apunta KEARNEY cuando cita que:

"El mundo de Paracelso (1493-1547) fue el mundo del excéntrico español Raymundo Lulio (1232-1315), de Nicolás de Cusa, Pico de la Mirándola (1463-1494) y Ficino. Era retroceder al mundo panteístico de Plotino, en el que las sustancias naturales contenían "virtudes" de condición eterna y parte de sustancia divina. El universo era un mundo mágico que tenía en Dios su mago. Un mundo lleno de secretos escondidos (lo oculto) que el médico tenía la misión de descubrir o "sintonizar". Un mundo dominado por el espíritu, no por la materia".

Nuestra primera escala de la búsqueda para definir qué sabemos y cómo lo sabemos es la antigua Grecia, con los filósofos clásicos como Platón y Aristóteles, que nos brindan un primer acercamiento. El primero de ellos, en su obra “República” se cuestiona el por qué de la importancia y que el conocimiento sea más valorado que la opinión o las creencias, lo anterior según su analogía “la evasión de Dédalo” es debido a que el conocimiento está fundado en algo permanente, una autenticidad a la cual se llega no solo por los sentidos sino mediante la razón, la cual nos lleva a la episteme, que es cuando lo real y lo verdadero se conjuntan en una misma cosa. Una demostración más completa de esta postura que detalla la relación entre la verdad y la autenticidad se desarrolló en su “alegoría de la caverna” por lo que las personas que se encuentran observando las sombras de las marionetas en la pared de la caverna hacen parte de su realidad las sombras de los objetos fantásticos que proyectan los títeres, pero sin que ni las sombras ni los títeres tengan relación con seres verdaderos ni reales. Entonces, esas personas tienen una creencia justificada pero no es real ni verdadera.

Por su parte Aristóteles, quien fue discípulo de Platón, no compartió esta teoría de las formas por considerarlas abstracciones de la propia realidad. Según su pensamiento, el conocimiento sólo se obtiene a través de la intuición y la experiencia, así que para él, lo real, en última instancia, no son las formas ni las ideas, sino los individuos. A pesar de sus diferencias, ambas teorías buscan llegar al origen de lo que conocemos como conocimiento y son categorizadas dentro de una corriente llamada Fundacionalismo, según la cual existen creencias fundamentales cuya justificación no precede ni se deriva de otra preposición, por lo que estos filósofos construían una cadena de razones hasta llegar al eslabón más lejano o fundamental. Y es ahí donde reside la principal debilidad que detectamos sobre esta teoría, al tener que llegar a un fin, que será arbitrario, o no tenerlo en cuyo caso no habrá proposición fundamental.

Poco después surgió una corriente contraria a los seguidores del funcionalismo, fue denominada como Escepticismo y sostenía que los argumentos opuestos tenían igual peso que los llamados fundamentales, con lo cual no cabía la posibilidad de llegar propiamente al origen de este conocimiento. Su principio fundamental era contraponer, a una proposición, otra preposición de igual

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