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Fisiologia Y Morfoligia De Los Animales

odalisusana13 de Noviembre de 2014

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II. MORFOLOGÍA Y FISIOLOGÍA

LOS reptiles son organismos vertebrados de respiración pulmonar, poikilotermos (de sangre fría), con ciertos mecanismos metabólicos y de conducta que ayudan a la regulación térmica. A diferencia de la piel de los anfibios, que siempre está húmeda, éstos se caracterizan por tener la piel seca, desprovista casi totalmente de glándulas y protegida por escamas córneas, que pueden ser desde muy delgadas hasta muy gruesas (escudos), lo que les permite abandonar el medio acuático sin peligro al desecamiento. La mayoría de los reptiles pierden periódicamente la piel, ya sea entera o a jirones, como las culebras y las lagartijas, a diferencia de las tortugas que no se desprenden voluntariamente de sus escudos, ni tampoco mudan la piel de manera regular, sino que presentan una descamación continua debido al desgaste normal de la epidermis.

Las tortugas, junto con las lagartijas, las víboras y los cocodrilos, forman el grupo de los reptiles. Todos tienen un ancestro común en los anfibios, pero ya no dependen del agua para la reproducción ni tienen metamorfosis. La evolución de los reptiles, por ser tan antigua, ha pasado por gran variedad de formas, desde los gigantescos dinosaurios hasta las minúsculas lagartijas; incluso han tenido forma de aves, de peces o de cetáceos, pero lo que sí ha sido un rasgo único en las tortugas, dentro de la evolución de los reptiles y en general de los vertebrados, es la configuración del cuerpo, encerrado en una caja o estuche. La excepción serían los gliptodontes de Sudamérica y los armadillos actuales; sin embargo, en ellos no se modifica la estructura ósea, sólo se recubre el cuerpo de una coraza protectora de origen dérmico.

Los quelonios típicos aparecen repentinamente en el escenario histórico en épocas tan remotas como el Triásico, al iniciarse el Mesozoico o Era Secundaria. Desde entonces, estos animales se han caracterizado por poseer una armadura peculiar que les ha permitido sortear a una buena parte de sus depredadores, con el simple hecho de encerrarse en ella. Esta armadura está formada dorsalmente por el carapacho y ventralmente por el plastrón, firmemente unidos uno al otro por medio de los puentes. La concha está constituida por placas óseas, arregladas en forma de mosaico, que por arriba forman una bóveda, generalmente cubierta por escudos córneos. Esta coraza tiene dos aberturas, una en la parte de adelante, por donde salen la cabeza y los miembros anteriores, y otra atrás y hacia abajo, por donde salen la cola y los miembros posteriores. Existen dudas sobre el valor evolutivo de la concha, ya que es una pesada armadura que resta velocidad a los movimientos del animal, disminuyendo sus aptitudes cuando, por ejemplo, persigue a sus presas o quiere huir rápidamente de algún peligro.

El hecho de poseer una protección efectiva de los órganos vitales y al mismo tiempo llevar a cuestas un peso excesivo ha conferido a las tortugas una actitud defensiva, no de ataque, que les ha proporcionado más ventajas que problemas; ha sido un "pasaje seguro" a través de las eras geológicas que les ha permitido sobrevivir a sus compañeros en el tiempo y llegar a nuestros días en tal abundancia, que no hay duda de su éxito evolutivo. Si embargo, paradojicamente, el hombre se está encargando de poner en desequilibrio en unas cuantas décadas esta lenta labor constructiva de la naturaleza, amenazando cada día con extinguir mayor número de especies.

En la generalidad de las tortugas las escamas córneas de la concha se han transformado en gruesos y duros escudos que aseguran una mayor protección. A esta característica evolutiva, la coraza ósea reforzada por la cubierta córnea, algunas especies han sacrificado por una diferente adaptación al medio. Un ejemplo de esto lo encontramos en la familia Trionychidae (Figura 4), formada por las tortugas aplanadas, de cuello largo, (Trionys), que presentan una gran reducción de los huesos de la concha, la cual se cubre con una piel suave, y para protegerse de los depredadores viven enterradas en fondos lodosos de lagos y ríos de poca corriente, esperando el paso de sus presas, que por lo general son pequeños crustáceos, peces o insectos acuáticos. Un caso parecido es el de las tortugas de la familia Dermochelyidae, cuyo único representante actual es la tortuga (Dermochelys) gigante de los mares, la cual en lugar de la dura concha ósea tiene un mosaico de pequeños huesos poligonales, que no están soldados al esqueleto axial, pero si embebidos en una gruesa piel, la cual actúa como un eficiente aislante térmico por su gran contenido de grasa, que les favorece en su largo deambular por mares templados o fríos, a los que ninguna de los demás especies de tortugas marinas podría llegar y permanecer por periodos prolongados sin que el frío las afectara. En estos dos grupos de tortugas los huesos del plastrón también se modifican hacia la simplificación, por lo que son muy reducidos o quedan simplemente como vestigios.

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Figura 4. Tortuga de la familia Trionychidae (Trionyx), sin escudos en el cuerpo. Éstas viven en el fondo de ríos y lagunas someras.

Otra característica de los reptiles, y por lo tanto de las tortugas, es la reproducción por medio de huevos con cáscara, la cual puede estar ligera o completamente calcificada. Estos huevos se conocen como el tipo amniota, por poseer diferentes envolturas o membranas embrionarias, presentes también en las aves y en los mamíferos. Estas envolturas, el amnios y el alantoides, contienen los nutritivos líquidos embrionarios que favorecen el desarrollo del embrión; le proporcionan un medio acuoso con características estables, que incrementan la supervivencia y permite a los padres hacer más eficiente el uso de la energía y la materia de reserva, de tal manera que disminuye la necesidad de producir grandes volúmenes de huevos o de reproducirse de manera casi continua.

Las tortugas modernas tienen la cabeza típicamente reptiliana, cubierta de escamas córneas y carecen de dientes en las mandíbulas, los cuales son sustituidos por una vaina córnea, como la del pico de aves, llamada ramphoteca o tomium, que puede ser tan dura como para romper la concha de los caracoles y almejas, o tener tal filo como para cortar limpiamente los pastos marinos, como lo hacen la tortuga cahuama (Caretta caretta) y la blanca (Chelonia mydas), respectivamente. El aparato auditivo de las tortugas parece no estar muy desarrollado. Carecen de la parte llamada oído externo. El oído interno se conecta con el oído medio directamente a través de la columela, por detrás y encima del ángulo posterior de la mandíbula y llega al tímpano, el cual es muy difícil de detectar externamente.

La morfología esquelética del cuerpo de las tortugas marinas tiene características muy especiales, ya que la concha se forma con el crecimiento de placas óseas de origen dérmico que se fusionan dorsalmente a las costillas y a las vértebras, formando una dura bóveda; ésta se continua lateralmente en la parte ventral, con el plastrón, que en las tortugas terrestres está totalmente soldado al carapacho y en las marinas se encuentra solamente articulado en los puentes, por medio de tejido conectivo cartilaginoso, mismo que le permite cierta distensión en dirección vertical, facilitando los movimientos de la respiración.

Ya que el cuerpo se encuentra encerrado en una caja, los huesos de las cinturas pectoral y pélvica, donde se articulan además de reducirse en número, tuvieron que quedar dentro de ella; así las clavículas e interclavículas se fusionan al plastrón y los huesos que forman las cinturas pectoral y pélvica adquieren una morfología muy especial, de tal manera que permiten la retracción de los miembros dentro de esa caja. Las patas de las tortugas, según el hábitat donde viven tienen características muy especiales. Así, en las terrestres parecen columnas, con cinco dedos y uñas cortas; en las palustres y fluviales son iguales pero con los dedos y las uñas más largas e incluso con membranas interdigitales; y en las marinas las patas parecen remos, con los dedos unidos y muy largos y solamente con una o dos uñas reducidas. La cola, corta en las hembras y larga y prensil en los machos, es un apéndice cónico con una sola abertura cloacal en su base ventral.

La proporción de la retracción de las extremidades, de la cabeza y de la cola dentro de la concha es muy variable; hay desde tortugas que se encierran totalmente, como las de la familia Kinosternidae, algunas de ellas conocidas como casquitos (Kinosternon), hasta aquellas que por el gran tamaño de la cabeza y sus extremidades son incapaces de retraerlas completamente, como la tortuga mordedora (Chelydra) o la tortuga lagarto (Macroclemys), ambas de la familia Chelydridae. Como ya se indicó, el ocultamiento de las extremidades anteriores y de la cabeza se efectúa de dos maneras: hay tortugas que retraen el cuello y la cabeza en el plano horizontal (Pleurodiras), y hay otras que lo retraen en el plano vertical (Cryptodiras). A este último grupo pertenecen las tortugas marinas y en ellas la retracción de las aletas es casi nula y la de la cabeza, el cuello y la cola son mínimas, quedando todos estos apéndices siempre fuera de la concha.

Casi todos los reptiles poseen corazón de tres cavidades, dos aurículas y un ventrículo parcialmente dividido por el septum; en los cocodrilos este ventrículo está completamente dividido y por lo tanto son los únicos reptiles con corazón de cuatro cavidades. Dentro de los vertebrados, los peces tienen dos cavidades, una aurícula y un ventrículo, los anfibios y los reptiles

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