Fundamentos de la ciencia moderna
Listt6 de Noviembre de 2012
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Acerca de minerva
La ciencia moderna está basada en tres elementos, pueden identificarse presentándolos como tres renuncias sucesivas a sendas posturas filosóficas.
La primera es la renuncia a las explicaciones naturales de los fenómenos propios de la naturaleza
La segunda es la renuncia a la búsqueda de respuestas de las grandes preguntas
La tercera es la renuncia al intento de contestar cualquier pregunta (grande o pequeña) sobre la naturaleza por medio del uso exclusivo de la razón.
El primer paso en el desarrollo de la ciencia fue en Grecia hace aproximadamente 25 siglos, ocurrió cundo un grupo de pensadores filósofos presocráticos empezaron a abandonar sus creencias primitivas y mitos tradicionales sobre la creación del mundo y la naturaleza del universo y lo sustituyeron por teorías que no tenían elemento divinos o sobrenaturales sino que se limitaban exclusivamente a los componentes propios de la realidad.
Tales de Mileto propuso “Toda la realidad está formada por agua”. El no habla de Titanes, de Zeus o del Olimpo; su única referencia es a un elemento de la realidad.
Filósofos presocráticos, como Anaximandro, Anaxímedes, Parménides, Empédocles, Alcmeón hicieron otras proposiciones, distintas a las de Tales en su contenido pero semejantes en su renuncia a elementos sobrenaturales.
El siguiente paso en la evolución de la ciencia culmino con la abdicación de la filosofía como “Regina Scientiarum” y el surgimiento de precursores de las diferentes ciencias actuales.
Grandes preguntas sobre la naturaleza más simples y aparentemente intrascendentes potencialmente susceptibles de respuesta.
Renunciar a las grandes preguntas no era suficiente para que surgiera la ciencia.
El principal y único instrumento utilizado para explorar a la naturaleza era el cerebro del investigador “modo griego de mirar al mundo” se identifica con el método científico.
Después de la renuncia a las explicaciones sobrenaturales de la realidad, y de la renuncia a las grandes preguntas sobre la naturaleza, faltaba que surgiera la ciencia moderna era la renuncia a la autoridad de la razón. Lo que significa es que debía aceptarse que, para entender a la realidad, la razón es necesaria pero no suficiente.
La ciencia es una actividad humana y creativa cuyo objetivo es el conocimiento de la naturaleza y cuyo producto es el conocimiento.
Una de las características sobresalientes de la especie humana es su incapacidad para tolerar la incertidumbre y para hacer decisiones basadas en información incompleta. Tal característica es más específica del “Homo sapiens”.
El hombre de ciencia (casi siempre ignorante de los esfuerzos filosóficos relacionados con su campo) solo distingue entre dos categorías: el conocimiento científico y el seudoconocimiento.
Vivimos en un mundo que es 95% fantasía y %5 realidad.
Una de las expresiones más dramáticas de la magnitud de nuestra ignorancia es la de newton (quien, paradójicamente, junto con Aristóteles, Galileo y Darwin y unos cuantos genios más, contribuyó a disminuirla de manera significativa), cuando dijo:
“Yo no sé cómo me juzgue la posteridad, pero yo siempre me he visto como un niño jugando en la playa, divertido en encontrar de vez en cuando una piedra más lisa o una concha más bella que las demás, mientras el gran océano de la verdad yace completamente desconocido frente a mi”
Desde épocas prehistóricas y hasta nuestros días, casi toda la humanidad ha llegado este inmenso vacío con invenciones fantásticas y sobrenaturales, repletas de magia y antropomorfismo.
Si se realizara una encuesta entre el público ilustrado para averiguar cuál se piensa que ha sido el mayor regalo de la ciencia a la humanidad, seguramente que se recogerían opiniones muy distintas, como podría ser la imprenta, la máquina de vapor o la electricidad, o bien la anestesia, los rayos X o la penicilina, o hasta el radio o el aparato de televisión.
Un grupo de opiniones más elaboradas sugeriría avances de tipo teórico o conceptual, como la mecánica de Galileo, la cosmología de Newton, la teoría de la evolución Darwin o la teoría general de la relatividad de Einstein.
Seguramente que en la encuesta surgirían instrumentos tan sencillos como la rueda, la aguja para coser, la honda para cazar, o la antorcha, el arado o telar, cuyo origen se pierde en la neblina de la antigüedad.
Los instrumentos mencionados por no son reclamables por la ciencia sino que son producto de la tecnología, en vista de que sirven principalmente para transformar y explotar a la naturaleza.
En mi opinión, el mayor regalo que hemos recibido de la ciencia no está entre sus resultados prácticos, a pesar de que han transformado por competo al mundo, nos han hecho la vida más larga y más cómoda.
¿Cuál es entonces el obsequio más precioso que hemos recibido de la ciencia? El método científico
Las ideas o hipótesis científicas son estructuras teóricas que pretenden retratar con la máxima fidelidad algún aspecto o sector de la naturaleza, construcciones imaginarias de cómo podría estar organizado un segmento especifico de la realidad, que en magnitud puede oscilar entre el átomo y el universo.
¿Cuáles son los límites de la ciencia?
La extensión y naturaleza de lo que existe, la variedad y las últimas fronteras de lo real, las propiedades mínimas pero esenciales de lo verdadero y las categorías que pueden aceptarse bajo tal encabezado.
El retrato habitual del investigador científico lo representa vestido con una bata blanca y en medio de un laboratorio, manejando complicados aparatos, observando a través de un microscopio o leyendo gruesos libros y tomando notas en sus cuadernos.
En cambio los estereotipos del filósofo y del matemático son bien distintos: el primero se identifica con El Pensador, de Rodin, aunque no se le represente desnudo, mientras el segundo casi siempre es un hombre mayor, despeinado y con anteojos, parado frente a un pizarrón lleno de fórmulas matemáticas ininteligibles.
Actualmente el prestigio de la ciencia como garantía de la verdad en lo que se dice es muy grande. Los agentes de publicidad lo reconocen y explotan con frecuencia, señalando que las bondades del producto X han sido “científicamente comprobadas” o que la superioridad de producto Y esta “demostrada científicamente”.
Las verdades científicas son ciertas se demuestra con facilidad, pues es posible confirman que las predicciones hechas a partir de ellas se cumplen.
Los profesionales de la ciencia sabemos que una de las propiedades esenciales de nuestros postulados es su transitoriedad, que los resultados de nuestro trabajo se parecen mucho más a una escalera infinita que a las tablas de Moisés.
Una opinión muy generalizada sobre el científico es que se trata de un individuo objetivo y racional, dueño y señor de sus emociones, “frio y calculador”, disciplinado y hasta un poco asceta, que se ocupa de examinar un sector restringido.
Otra opinión muy común sobre la ciencia es que se trata de una aventura del pensamiento, de un triunfo de la imaginación humana. De acuerdo con esta idea, el científico posee una gran fantasía, es una especie de poeta de la naturaleza.
La idea de que la ciencia no ha cumplido con lo que se esperaba de ella no es nueva; surgió casi al mismo tiempo que la revolución científica, hace ya más de 300 años. En el trascurso de los últimos tres siglos, o sea a partir de la introducción del método experimental en la física, por galileo (1564- 1642) y en la biología, por Harvey (1578-1675) la ciencia ha crecido de manera irregular, mas en las áreas conocidas como exactas (física, química, astronomía) y menos en las sociales (antropología, sociología, psicología) con un surgimiento reciente en las biológicas.
Aunque el argumento anticientífico tiene muchas facetas distintas, es posible incluirlas a casi todas en generalizaciones como la siguiente:
“A pesar de sus reclamos de racionalidad y omnipotencia, la ciencia no han producido un mundo feliz. Con todo lo que nos ha dado la ciencia como teléfonos, penicilina, fertilizantes, aviones, televisión, computadoras, insulina, anestesia y tantas otras cosas más, seguimos teniendo crisis económicas graves que los economistas no comprenden, guerras en que millones de inocentes sufren y mueren victimas de técnicas científicas de exterminio, y a través de explotación y contaminación estamos destruyendo nuestra ecología. La promesa de la ciencia, proclamada con vehemencia y convicción insuperables por los hombres de la Ilustración, no se ha cumplido; la ciencia ha fracasado.”
La reacción científica ante las acusaciones de “fracaso” e “instrumento para exterminio del hombre” solo puede ser una: el examen cuidadoso y objetivo de los cargos, realizado con el propósito de establecer su grado de correspondencia con la realidad.
También debe ser señalado que en honor a la justicia entre los acusadores
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