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INFORMACIÓN COMO DERECHO HUMANO.


Enviado por   •  10 de Febrero de 2015  •  Ensayos  •  4.520 Palabras (19 Páginas)  •  263 Visitas

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LA INFORMACIÓN COMO MERCANCÍA. INFORMACIÓN COMO DERECHO HUMANO.

La Información como mercancía: La información no debe tener el valor económico que todos los medios quieren darle, las opiniones no les pertenecen a nadie, simplemente son. Sería más exacto atribuirles descubridores, hoy tenemos un ejemplo muy inmediato, el caso del pelotero Oswaldo Guillen. Según los medios de comunicación, el pelotero declaro: “siento gran amor, simpatía y admiración por Fidel Castro”, esto basto para que las mafias comunicacionales del imperio desataran una guerra terrorista y mediática, contra este venezolano, aun cuando quiso retractarse, no le perdonaron, el porqué de tal sentimiento, hasta el punto de que esta declaración le costó en dólares casi diez millones. Es decir, tal información un direccionada hacia los intereses económicos de las cadenas de televisión, radio y prensa, convirtieron en mercancía, el trabajo de toda una vida de un famoso deportista venezolano, y es esto lo que conocemos como el consumo de millones de personas en informaciones hechas mercancía. Rozando en lo tiránico donde unos pocos deciden y millones de personas ni siquiera tienen derecho a la replica. Esta situación de indefensión del usuario medio se ha visto mermada con la aparición de las grades redes informáticas, estas redes son la gran alternativa comunicacional ante la dictadura de los grandes medios, en donde el usuario puede desmontar cualquier matriz de opinión.

La primera gran consecuencia de la revolución electrónica ha sido el cambio del periodista. Antes el periodismo era una misión, una profesión a la que la persona se entregaba plenamente. Hoy se han multiplicado las escuelas que gradúan año tras año a miles de nuevos ejecutores de esa profesión; pero hay una gran diferencia, los nuevos periodistas no se identifican con ella ni piensan dedicarle su vida. La tratan como una ocupación más que en cualquier momento pueden abandonar.

Pero la principal consecuencia de la revolución electrónica ha sido el descubrimiento de que la información es una mercancía que puede reportar grandes ganancias. En el pasado su valor se asociaba a la búsqueda de la verdad, hoy el valor de la información se mide por el interés que puede despertar. Por verdadera que ésta sea, carecerá de valor si no interesa a un público cada vez más caprichoso. Esto hizo que los románticos buscadores de la verdad que antes dirigían los medios fueran desplazados en muchos casos por los hombres de negocios. La información está subordinada al interés de mercado, a conseguir una rentabilidad máxima y mantener el monopolio. Ese cambio es el más importante de cuantos han operado para entorpecer la cultura.

La Información como derecho humano: Cuando hablamos de libertad, hablamos de un derecho humano, la información se concibe como la libertad individual, según el cual el ser humano es libre a expresarse, pensar, opinar, siendo dueño y responsable de sus actos. Del mismo modo, siendo la libertad de expresión un derecho indivisible (CNRBV 99), es un deber de los medios masivos de comunicación, ser responsables en sus informaciones por ser los vehículos que ayudan de igual manera y forma, a desinformar, convirtiendo este derecho sagrado en destructor de la misma humanidad, que deja de ser un derecho para convertirse en un deber, cuando el ser humano no tiene más que de ver, oír y callar, (asistiendo como invitado de palo en esta funcion).

Información: ¿Derecho o mercancía?

La revolución digital venida de la mano de las nuevas tecnologías ha propiciado la multiplicación de medios informativos, la creciente exigencia de inmediatez informativa, pero, sobre todo, el tratamiento de la información como mercancía cuya venta y distribución puede reportar grandes beneficios.

Hoy los medios de comunicación ocupan nuevos centros de poder, sus directivos son hombres y mujeres de negocios y los servicios informativos cotizan en bolsa. Las figuras comprometidas, que ejercen el periodismo por vocación y con nombre propio, resultan cada vez más escasas en un contexto en el que las informaciones mostradas están más condicionadas por lo conveniente o rentable que resulten. Su valor se mide en audiencias. Así, la información, supuestamente, carece de valor si no es susceptible de interesar al público. Se busca mostrar lo que impacta y no lo que realmente importa, con una clara tendencia al info-entretenimiento.

Ante este panorama, los/as profesionales del periodismo juegan un papel importante. Sus voces de alarma tienen peso y fuerza para hacerse eco públicamente de la urgencia de recuperar el sentido crítico de los medios de comunicación y de exigir que los informativos sean rigurosos. En este sentido, reclaman que el objetivo principal sea la excelencia informativa como servicio a la sociedad y no el puro negocio, ya que la información, tal como argumentan, es algo demasiado frágil e importante para ser tratada exclusivamente según las leyes del mercado.

Paradójicamente, a pesar de existir cada vez más canales informativos, hoy dos grandes ojos, dos grandes agencias internacionales de noticias, son las que marcan cuáles son los conflictos importantes y cómo se ha de informar sobre ellos. También los/as periodistas vienen advirtiendo sobre este fenómeno que está abocando a “la mirada única” la creciente cantidad de información que se difunde en el ámbito internacional, dejando que se pierda la multiplicidad de miradas que aportan los reporteros/as de distintos medios.

También las técnicas de comunicación, sobre todo de la telefonía móvil y del correo electrónico, han supuesto un cambio radical para los/as enviados/as en las maneras de trabajar y de relacionarse con las redacciones. Antes un/a reportero/a de guerra tenía ocasiones puntuales para comunicarse con la central y, mientras tanto, disponía de un margen de libertad para desarrollar su trabajo, de tiempo para buscar la información, descubrirla, seleccionarla, elaborarla y contrastarla. Hoy los/as jefes de redacción disponen de fuentes suficientes para seguir desde la central el desarrollo de los acontecimientos bélicos que el/la reportero/a en algunos casos se limita a confirmar en el lugar de los hechos. Así, la presencia de los medios televisivos en las guerras respondería menos a una búsqueda de información veraz y comprometida y más a la presencia publicitaria de sus corresponsales en estos conflictos bélicos, tal como denuncian ellos/as mismos/as. La creciente exigencia de sucesivas conexiones en directo durante los informativos no dejan a los/as corresponsales margen de tiempo en el día para hacer otra cosa, según argumentan.

La guerra que se libra entre las empresas es ahora más importante que el mundo que las rodea.

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