Infecciones Nosocomiales
berno23 de Julio de 2014
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RESUMEN INFECCIONES NOSOCOMIALES
La infección nosocomial (IN) es una yatrogenia de carácter internacional que incide proporcionalmente en el grado de desarrollo de los hospitales, el equipamiento y el uso cada vez más amplio de los antimicrobianos, pero además, con repercusión y enfoques diferentes en dependencia del sistema social imperante. En el presente trabajo se aborda el impacto humano, económico y social de este problema de salud en nuestro medio, así como se exponen los principales aspectos sobre los cuales deben basarse las perspectivas de trabajo en este sentido.
Las infecciones intrahospitalarias (IIH) tienen un origen multifactorial, que viene dado por los 3 componentes que forman la cadena de la infección , a saber: los agentes infecciosos, el huésped y el medio ambiente, interactuando entre ellos. En los agentes infecciosos hay que tener en cuenta su origen (bacterias, virus, hongos o parásitos), sus atributos para producir enfermedad (virulencia, toxigenicidad), la estabilidad de su estructura antigénica, así como su capacidad de resistencia múltiple a los agentes antimicrobianos. En el caso de las bacterias, esta última propiedad se pone más de manifiesto por la presencia de una serie de elementos genéticos de origen tanto cromosomal, tal es el caso de los transposones y los integrones, como extracromosomal, o sea los plásmidos, que las hacen adquirir resistencia a los antibióticos. Los plásmidos se han convertido en la punta de lanza de los microorganismos en su lucha por evadir los efectos de los antimicrobianos. Esos elementos codifican una cantidad importante de enzimas que inactivan a uno o varios de estos agentes, y crean verdaderos problemas a la hora de tratar infecciones causadas por bacterias que las portan. Los plásmidos codifican, entre otras enzimas, a las betalactamasas de espectro reducido y las de espectro extendido (BLEE), derivadas de aquellas y que inactivan a betalactámicos como penicilinas y cefalosporinas, así como también a aminoglucósidos estas últimas.
De igual forma portan los genes erm (erythromycin ribosome methylase) que crean resistencia frente a macrólidos y lincosamidas, los de resistencia de alto nivel (RAN) a aminoglucósidos, etc., sin olvidar a los sumamente conocidos plásmidos de penicilinasa de los estafilococos que de forma característica, se transmiten por transducción en lugar de por conjugación; un ejemplo lo constituyen cepas de Pseudominas aeruginosa resistentes a Imipenem.
El segundo elemento de la cadena es el huésped, en el que desempeñan una función importante sus mecanismos de resistencia. La mayoría de las infecciones en el hospital se producen en cierto grupo de pacientes con características individuales como la edad (el 60% de los casos está entre 50 y 90 años), mal nutrición, traumatismos, enfermedades crónicas, tratamientos con inmunosupresores y antimicrobianos, así como que están sometidos a procederes invasivos diagnósticos o terapéuticos, que los hacen más susceptibles de adquirir infecciones durante su estancia en el hospital.
El tercer y último elemento de la cadena sería el medio ambiente tanto animado como inanimado, que está constituido por el propio entorno hospitalario, los equipos e instrumental para el diagnóstico y tratamiento, los materiales de cura y las soluciones desinfectantes, etc., y sobre todo el personal asistencial.
La década de los 50 se conoce como “la era de los estafilococos”, ya que el Staphyococcus aureus que había sido susceptible a la penicilina de manera uniforme, gradualmente comenzó a desarrollar resistencia mediada por betalactamasas, especialmente el Staphylococcus. Este germen puede considerarse como paradigma del “patógeno de hospital”. Su surgimiento coincidió con el uso cada vez más generalizado de antibióticos de amplio espectro. A comienzos de la década de los 60, la pandemia de estafilococos
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