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LA EVALUACIÓN COMO GARANTE DE LA IDONEIDAD DEL SUJETO DOCENTE: IMPLICACIONES CON LA CALIDAD DE LA EDUCACIÓN


Enviado por   •  3 de Noviembre de 2016  •  Ensayos  •  2.762 Palabras (12 Páginas)  •  277 Visitas

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INTRODUCCIÓN

En el desarrollo de la humanidad, en su devenir histórico dialéctico, han existido las tesis y sus antítesis con sus síntesis. Síntesis que después se convierten en tesis para que surjan otras antítesis. Y, así, desde una óptica Hegeliana, la evaluación, concomitante a un conjunto de pretendidas ciencias de la educación, ha formado parte de este devenir, dando tumbos entre unos y otros paradigmas.

En este breve ensayo pretendo, desde esa perspectiva, ofrecer un panorama, no exento de crítica, de la evaluación del desempeño de los profesores como aseguramiento de la calidad educativa buscando la idoneidad[1]∗ docente como medio para lograr tal fin. Uno de los propósitos de la nueva ley del servicio profesional docente es: “…asegurar, con base en la evaluación, la idoneidad de los conocimientos y capacidades del Personal Docente y del Personal con Funciones de Dirección y de Supervisión”.[2]** ¿Es factible tal aseguramiento? ¿Con base en qué parámetros? ¿Qué tanto influirá en la calidad de la educación? Pienso que la apuesta es muy alta. Discerniremos al respecto.

En la primera parte hago un recuento o una mirada desde la reflexión impregnada de lo científico social. Trato de dilucidar la “…Verdad como conformidad o congruencia entre el pensamiento y la realidad”, concepto que, a pesar de ser antiguo, sigue vigente.

En la segunda, intento ser propositivo para que el escrito tenga algún sentido. La intención es que este trabajo me motive para que se pueda convertir en un tema detonante de tesis doctoral.

Por último, para la culminación de este trabajo, se abre un espacio de reflexión en el que se hace un cuestionamiento sobre lo que significa ser maestro hoy.

Desde esta introspección se pretende ofrecer elementos, si no conclusivos, sí disparadores de nuevas interrogantes que permitan abrir nuevas expectativas sobre el discurso de la evaluación de los docentes, buscando al mismo tiempo, un camino propicio hacia la innovación de la propia práctica educativa.

De  esta  manera  es  como  se  encuentra configurado el presente trabajo; el cual, más que demostrar relaciones entre causas y efectos, representa un intento por reflexionar y aportar a  la dialéctica de la evaluación.

Tratar de hilvanar las ideas que despierta un tema tan debatido y vigente como lo es el de la evaluación y, aun, cuestionarlo o intentar resignificarlo, haciéndolo protagonista en el discurso del problema del cambio y de la reforma educativa no es tarea fácil. Sin embargo, intentaremos en este ensayo, dilucidar sus implicaciones.

LA EVALUACIÓN COMO GARANTE DE LA IDONEIDAD DEL SUJETO DOCENTE

Nuestra principal preocupación es por la restricción de la evaluación  como consecuencia de la conjunción de una política educativa y la reestructuración del ejercicio docente.

Intentar comprender la reforma como productora de la verdad y progresista en vez de aceptarla como un objeto de las relaciones  sociales; mengua  el poder de los intelectuales en la producción del cambio; a la vez que pretende estructurar una filosofía  y teoría sociales ad hoc al sistema. Quizá esos intelectuales –como atinadamente señala la Dra. Ysabel Camacho en su discurso, sean de los que carece nuestro país, dados  los  últimos  acontecimientos, en los que parece buscarse la verdad sobre el problema de la educación, acomodándola a los intereses del poder. (Y. Camacho, comunicación personal, 22 de julio 2014)

Un sistema que intenta  codificar y  construir un campo de poder en la escritura, el habla y las prácticas institucionales de la evaluación, para justificar un siglo de errores y desatinos en las políticas educativas. Un gobierno como “clasificador supremo”, cuya  cualidad significativa es la de nominación y producción del mundo, aún cuando ello implique una serie de conflictos.

Las normas nos llevan a un añejo deseo de una institución utópica en la que el éxito se alcanza sobre la base del mérito (maestros con mejores resultados en evaluación, mejor calidad educativa). El consenso y estabilidad  son elementos preponderantes, dejando de lado los debates morales, éticos y políticos que debieran rodear a toda reforma.

La aparente legitimidad que pretende llevar a cabo el sistema, hace aún más difícil descubrir los valores o supuestos concretos sobre la educación y la sociedad que determinarán el rumbo.

El ejercicio del poder se invisibiliza a través del discurso, pero el mensaje es distinto, se refiere con toda claridad a aquellos individuos (maestros) que no se ajustan a la norma, especialmente a aquellos que se atreven a disentir de lo establecido. Por tanto, el éxito o el fracaso aparecen como problemas de procedimiento y no como cuestiones de índole social.

La mezcla de religión y gobierno en un Estado centralizado permitió que la práctica escolar recibiera su reconocimiento a través de una fe generalizada, con mecanismos de regulación social que rindieron buenos frutos hasta  tiempo después de la Segunda Guerra Mundial.  ¿Será por eso que se intenta retornar a ese control? Sin embargo, pienso que los antiguos mecanismos de control, perdieron su vigencia y ello exige la aparición de nuevas formas institucionales que dirijan la educación y sus resultados.

Los programas de incentivos que se nos presentan  a través del servicio profesional docente  que divide el ejercicio de la profesión en diversos niveles de competencia, es muy semejante al que conocemos en Carrera Magisterial actualmente.

Se preconizan  procedimientos rutinarios de normalización y juicios de las acciones. Con ello, se cree que los profesores tomarán  mayor conciencia del valor de la evaluación y, por ende, mejorarían su enseñanza.  Sin embargo, al evaluar se hace visible el ejercicio del poder pues se incorporan nuevas formas de racionalizar conductas para el escrutinio y la manipulación.

Pienso que esto llevará a los profesores hasta un reducido conjunto de competencias,  dejando en el camino la importancia de la estética, el disfrute de la experiencia y la utilización de la intuición. Se pretende que los profesores adquieran y adopten un  lenguaje técnico, pero  la verdad es que no puede existir  este lenguaje como único discurso, en una tarea totalmente humana; desde luego es un punto de vista, totalmente personal.

Se reduce la autonomía del profesor y se redefine su responsabilidad a través de incentivos como los ya mencionados, que lo único que hacen es propiciar la carrera tras la zanahoria.  Ello nos lleva a la actual situación: la ambición por el incentivo a través de los resultados y el descuido del proceso.

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