La industria del gas en España
fers29Ensayo15 de Septiembre de 2013
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Los esfuerzos desarrollados en los últimos
años por la Fundación Gas Natural Fenosa,
para ir recuperando la historia de la industria
del gas en España han alcanzado ya un cierto
nivel de madurez después de cinco años con
otros tantos títulos publicados, que han
permitido orientar trabajos de investigación,
y también atraer nuevos investigadores hacia
está interesante y poco conocida temática. Los
libros sobre la historia de la industria del gas
en Alicante, Córdoba y Galicia, se han visto
complementados con la historia de la familia
que creó la actual Gas Natural Fenosa en 1843,
y también por la curiosa historia de la fábrica de
gas del Palacio Real de Madrid.
Sin embargo, parecía que aparte de seguir en
esta línea y de ampliar progresivamente también
la temática a temas eléctricos, hacía falta algo
más. Normalmente los historiadores dedicados
a estas temáticas provienen de los campos de
la historia económica o de la historia contemporánea, y una de las dificultades de la historia
del sector es el elevado componente tecnológico
de sus actividades, con importantes y continuas
inversiones, y permanente adaptación a nuevas
tecnologías y procesos técnicos, en búsqueda
de mejora de la calidad de la producción, la
reducción de costes, la mejora del servicio, o
el aumento de la competitividad, entre otros
elementos.
Para intentar avanzar en la ayuda y soporte a
los nuevos historiadores, se ideó la posibilidad
de realizar un libro de referencia que permitiese
presentar la evolución de la tecnología aplicada
a la industria del gas desde sus inicios a finales
del siglo XVIII hasta la actualidad, permitiendo
Prólogo
facilitar el conocimiento de los avances
tecnológicos y la lógica de su introducción y
difusión en el país en el contexto del desarrollo
tecnológico global. El empeño era realmente
difícil y para ello se buscaron auténticos
especialistas en historia de la ciencia y de
la técnica, suscribiéndose en el año 2007 un
convenio con la Universitat Politècnica de
Catalunya para la realización del ambicioso
proyecto, cuya supervisión se encargó a Antoni
Roca, coordinador de la Cátedra Unesco de
Técnica y Cultura, y que ha sido realizado por
los autores Joan Carles Alayo y Francesc X.
Barca, miembros de la Cátedra y del Centro
de Investigación de Historia de la Técnica
“Francesc Santponç Roca”.
El trabajo de investigación ha sido largo, duro
y laborioso pero la indudable experiencia y
calidad de los autores, con trabajos y publicaciones realizados de alto nivel, ha permitido la
creación de un libro de claro interés y novedad
que permite presentar de forma conjunta los
problemas y soluciones tecnológicas que se han
ido planteando y resolviendo en la industria del
gas a nivel global, y asimismo las adaptaciones
e introducciones en España, pero también, y
con énfasis, las aportaciones de los expertos y
técnicos españoles, y evidentemente todo ello,
a lo largo de muchos años.
Sin embargo, la historia empresarial, y la
historia de la tecnología de un sector industrial
como el del gas, pueden contemplarse desde
diferentes prismas:
• Desde una visión negativa, como lo
planteaba en 1916, Henry Ford en el
Chicago Tribune, cuando indicaba: “La –10–
historia es más o menos un absurdo. Es
tradición. No queremos la tradición.
Queremos vivir en el presente y la única
historia que tiene un valor insignificante es
la historia que nosostros hacemos hoy”1
, es
decir, se planteaba la historia como algo que
dificultaba la evolución y la permanente
adaptación a nuevas realidades.
• También puede aportarse una visión
más positiva como la Jerzy Topolski que
indicaba: “Sólo cuando abarcamos una
disciplina dada como un todo histórico, es
decir, cuando la abordamos como un sistema
que sufre cambios constantes, podemos
advertir la dialéctica de su desarrollo y sus
problemas específicos. Esto sacará a relucir
también las tendencias del desarrollo de
esa disciplina”2
, en esta visión la historia
lejos de ser un lastre es lo que nos permite
escudriñar desde una mejor perspectiva el
futuro o futuros posibles.
Sin embargo, para la industria del gas, la
historia nunca ha sido negativa, ni ha producido
anquilosamiento en su evolución, es una
industria que fue inventada para alumbrar con
gas de hulla las ciudades, que cuando apareció
la electricidad compitió con ella construyendo
centrales eléctricas térmicas e hidraúlicas, pero
que finalmente tuvo que buscar nuevos usos a
su producto, básicamente cocinar y calentar
agua y edificios, para lo que tuvo que convencer
a los ciudadanos de que eran aplicaciones útiles
y que aportaban bienestar y confort.
También cuando el eje energético del mundo
pasó del carbón al petróleo, se adaptó a un
cambio fundamental de materias primas
y de procesos de producción, debiendo
buscar nuevos clientes para colocar la mayor
capacidad de producción de sus nuevas
fábricas. Finalmente con la introducción del
gas natural, las fábricas desaparecieron y con
ellas muchos años de historia, pero debieron
afrontarse nuevos retos tecnológicos y de
mercado, el tendido de grandes gasoductos,
terrestres y luego también submarinos, todo
el increible avance de las técnicas criogénicas
y de las plantas de licuefacción y de regasificación, nuevamente la generación eléctrica con
las centrales de ciclo combinado a gas natural,
el acceso a los mercados industriales de calidad,
o las aplicaciones de gas natural vehicular en
automoción. La flexibilidad y la capacidad de
adaptación de la industria ha sido fundamental,
pocos sectores son más antiguos y siguen en
actividad, y menos aún con crecimientos
importantes y continuados, y con un relevante
ímpetu y dinamismo de futuro.
Pero esta vivencia y este desarrollo no habrían
sido posibles, sin los hombres y los técnicos
de la industria. Cuando empezó el gas en
España, no existían escuelas de ingenieros,
ni practicamente enseñanzas técnicas en las
Universidades, tampoco existían experiencias
anteriores de desarrollo de redes urbanas que
llegasen a los domicilios y comercios aportando
un servicio energético. Todo, prácticamente
todo, se tuvo que inventar.
Primero se producía el gas donde se consumía,
luego se pensó en trasladarlo de un sitio a otro
en marmitas, para finalmente inventar el tubo,
que al principio, no se sabía fabricar y se aprovechaban cañones de fusil, de ahí la denomi-
1
“History is more or less bunk. It’s tradition. We don’t want tradition. We want to live in the present, and the
only history that is worth a tinker’s damn is the history that we make today”
2
TOPOLSKY, Jerzy (1982) Metodología de la historia. Madrid: Ediciones Cátedra, p.59 –11–
nación catalana de tubería: “canonada” (que
significa hecha con cañones). Se tuvieron que ir
inventando aparatos y procesos para depurar el
gas, que no hiciese mal olor, como estimular la
luminosidad o la potencia calorífica según los
tiempos y los usos.
También se debieron inventar el gasómetro que
permitía adaptar la continuidad de la producción
a las oscilaciones del consumo, con la aportación
ya en el siglo XIX de un español, Claudio Gil,
reconocida en la literatura inglesa de la época.
Otro problema era como contratar con los
clientes y como saber su consumo, primero
se contrataba por horas y pasaba el “espitero”
para abrir y cerrar el gas a las horas fijadas. Pero
pronto Samuel Clegg un técnico ingles inventó
el primer contador, aparato que evolucionó en
múltiples mecanismos y conceptos. También
aquí la tecnología española nos dejó el contador
CGE desarrollado por Catalana de Gas y
Electricidad en los años cincuenta del siglo XX.
Cuando el gas empezó a popularizarse en el
siglo XIX, el construir una fábrica en cada
municipio empezó a cuestionarse, y en el caso
de municipios cercanos se ideó construir una
fábrica en el municipio mas grande y hacer
canalizaciones al resto de municipios de la zona,
en definitiva, se tuvo que inventar la función
transporte para conseguir ahorro de costes e
inversiones con las correspondientes sinergias.
Parece que el primer caso de aplicación, segun
la asociación
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