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Niños surdotados


Enviado por   •  13 de Octubre de 2015  •  Documentos de Investigación  •  1.596 Palabras (7 Páginas)  •  95 Visitas

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Depresión en la tercera edad.

La vejez normal o sana se puede concebir como un estado de equilibrio en el cual el organismo compensa lo que le falta explotando al máximo lo que aún queda, en el sentido de adaptación y participación efectiva en el mundo que lo rodea.

En la tercera edad la depresión se está convirtiéndolo en unos de los principales problemas psicopatológicos, los síntomas depresivos aparecen en el 15% de la población mayor de 65 años. Aun así solo reciben tratamiento el 10%, lo que lleva a pensar que la sintomatología depresiva se encuentra infradiagnosticada en este segmento de la población.

 Desde un punto de vista etiológico, la mayoría de las teorías acerca del origen de la depresión en edades avanzadas se fundamenta en dos tipos de factores: psicosociales y biológicos.

  1. Perdidas socio-familiares
  • Enfrentarse a múltiples y simultáneas pérdidas en una proporción que no ocurre en ninguna otra época de la vida, las pérdidas de familiares, amigos y seres queridos en ocasiones se acompañan de reacciones de duelo patológicas. El duelo es el proceso que repasa lo actual y lo pasado, lo que puede desencadenar un sentimiento de culpa.
  • El cambio de rol socio/ocupacional. Transformaciones con la llegada de la jubilación, que condiciona una cambio brusco en la actividad y relaciones sociales con disminución de los contactos y el reconocimiento colectivo. La vejez se ve como una carga e incluso como algo denigrante.
  • Perdida de roles en el seno familiar, con la salida de los hijos y un papel menor del abuelo dentro de la misma. En la familia rural tradicional extensa, el anciano mantenía su prestigio en la convivencia familiar y cuando su salud se resentía por enfermedad o vejez su hijo mayor iba incorporándose progresivamente en el manejo de la hacienda; pero mientras persistía su salud mental, mantenía las riendas y tradiciones de la familia. En la familia urbana es muy distinto, la casa ya no es tanto el lugar de convivencia, como el de residencia o descanso, se vive en la calle, en el trabajo o en innumerables organizaciones e instituciones.
  • Disminución de la autoestima e independencia.
  •  El cambio en el nivel económico, con disminución de ingresos. La jubilación introduce una discontinuidad radical, hay una ruptura con el pasado, se necesita adaptarse a un estatus nuevo que proporciona ventajas, pero también graves desventajas. El retiro representa una dificultad que debe de ser superada y que precisa una preparación psicológica. El sentimiento de devaluación, común en la mayoría de personas de edad, se exaspera en este momento; no solo reciben menos dinero que antes, sino que lo reciben y no lo ganan.
  • La necesidad de afrontar la pérdida de seres queridos y, a la vez, de afrontar el advertimiento de la propia muerte. La proximidad de la muerte, acarrea reacciones ambivalentes entre los polos del temor y del deseo. El polo del temor es el más presente: el retiro es mal tolerado, ya que es vivido como una muerte social, la pérdida del ser amado o su desinterés se vive coma loa muerte sexual. El polo del deseo se manifiesta por el miedo a quedar solo. La idea de separación es ambivalente, y se traduce en el deseo de partir primero por miedo a la soledad. Cuando la muerte separa a la pareja el miembro que queda suele hallarse en la ambivalencia de querer seguir viviendo en sus recuerdos al tiempo que aspira a desaparecer.
  1. Acontecimientos vitales estresantes.
  • La aparición de una depresión, sobre todo a partir de los 65 años, en especial cuando se dan acontecimientos relacionados con la muerte de seres queridos, perdida de la salud o de la autonomía personal.
  • Los acontecimientos estresantes suelen requerir un tiempo elevado para adaptarse a la nueva situación.
  • Son menos vulnerables las personas que siempre han vivido aisladas.
  • Los ancianos tienen mermada la capacidad de movilizar sus defensas psicológicas.
  1. Los factores biopsicosociales y neuroanatòmicos en la depresión del anciano hacen referencia a una alteración en el funcionamiento y concentración de determinados neurotransmisores y cambios estructurales en el cerebro:
  • Existe un incremento de los niveles de la monoaminaoxidasa (MAO), es una enzima implicada en el metabolismo de otros neurotransmisores del organismo.
  •  Disminución apreciable de la actividad de la serotonina y noradrenalina.
  • Disminución de la actividad del sistema endocrino, dándose la posibilidad de sufrir la alteración de muchos procesos circadianos.
  • se produce una atrofia cortical, dilatación de los ventrículos laterales, etc. Que favorece la aparición de una sintomatología depresiva.

Los síntomas que definen la depresión del anciano no difieren sustancialmente de la depresión típica del adulto, aunque se pueden establecer algunas peculiaridades:

  • Menor presencia de síntoma psíquicos y mayor presencia de otros síntomas corporales.
  •  La tristeza y el bajo estado de ánimo pueden manifestarse en la persona anciana como apatía y retracción y mostrarse como quejas somáticas predominantes de diverso tipo que obligan al especialista a efectuar pruebas en busca de otras enfermedades.
  • Las personas mayores que se encuentran en esta situación suelen presentar estos otros síntomas:
  • Abatimiento.
  • Disminución de la satisfacción de la vida.
  • Perdida de interés.
  • Llanto.
  • Irritabilidad.
  • Sensación de vacío.
  • Miedo
  • Algunos síntomas propios de la depresión pueden ser muy llamativos en el anciano:
  • Anorexia (pérdida de peso).
  • Trastornos del sueño: insomnio inicial o terminal.
  • Estreñimiento.
  • Dolor.
  • Inquietud.
  • Aparición de ideas delirantes (de inutilidad, de comportamiento imperdonable, nihilista o somático); y en los cuadros más graves, verdaderos procesos de tipo psicótico.
  • Desde un punto de vista cognitivo:
  • Baja autoestima.
  • Pesimismo.
  • Autoacusaciones y críticas.
  • Rumiacion de problemas.
  • Dudas sobre valores y creencias.
  • Dificultad de concentración y mala memoria.
  • En caso de que la depresión no sea la enfermedad principal, sino un síntoma acompañante. Son las llamadas depresiones somatogeneas, que complican procesos como las afecciones del SNC, lesiones focales del hemisferio dominante, enfermedades del tiroides, trastornos del metabolismo, algunos tipos de cáncer, etc.
  • los ancianos consumen en ocasiones fármacos para tratar sus enfermedades, pero hay que tener en cuenta que son medicamentos que pueden inducir la aparición de depresión días o semanas después de su uso.
  • En la depresión grave los ancianos es más frecuente el suicidio que en los jóvenes, debiendo prestar una especial atención si:
  • Tiene más de 75 años.
  • Es varón.
  • De raza blanca.
  • Tiene renta más baja.
  • Aislamiento social.
  • Es viudo o divorciado.
  • Presencia de enfermedad física o psíquica concomitante.
  • Consumo de drogas o alcohol.
  • Conducta impulsiva o historia de intentos suicidas previos.
  • en ocasiones la depresión se presenta como un deterioro cognitivo, es decir, como un menor rendimiento intelectual con quejas de pérdida de memoria que obliga al personal clínico a diferenciar estas depresiones de una verdadera demencia.

Debe de añadirse algo de perspectiva del paciente. La adición implica en hacer consistente a los pacientes de que el hecho de sus conductas tiene consecuencias. Una vez que los pacientes comiencen a asociar sus conductas con ciertas consecuencias, suceden dos cosas: ocurre el cambio de conducta y aumenta la motivación al cambio.

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