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OPERACIONES Y HÁBITOS INTELECTUALES

Christian Carpio SalasTrabajo17 de Noviembre de 2015

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OPERACIONES Y HÁBITOS INTELECTUALES:

PENSAR COMO ACTO Y COMO HÁBITO: Las operaciones o actos cognoscitivos son potencias o capacidades operativas que el sujeto puede actualizar (por ejemplo, con la vista puedo ver o no, con la inteligencia puedo pensar o no). Dichos actos no son puntuales, sino que, de algún modo, permanecen en el sujeto. Por eso se puede decir que «el pensar acontece como operación, y permanece y crece como hábito».

Un hábito puede ser definido como la disposición estable en el sujeto que actúa y predispone a obrar. En otras palabras,  los  actos  cognoscitivos “permanecen en”  el  sujeto  (operación  inmanente)  a  través  de  la  re- configuración estable de su  propia facultad (una naturaleza “añadida”); a  esta «segunda naturaleza» le conocemos con el nombre de hábito.

CONOCIMIENTO COMO OPERACIÓN Y COMO HÁBITO:

CONOCIMIENTO COMO OPERACIÓN: Es el pensar que nace como operación, o pensar operativo. Es puntual, puede o no realizarse y, al realizarse, tienen lugar y se detienen, no se conoce más que lo ya conocido. Para conocer más hay que ejercer nuevas operaciones. Por ejemplo: pensar en este momento en la guerra en Siria, dejar de hacerlo y pensar en el curso que tienes a continuación, dejar de hacerlo y pensar en amistades; razonar sobre las próximas elecciones, dejar de hacerlo, etc.

CONOCIMIENTO COMO HÁBITO (CIENCIA) O «HABITOS INTELECTUALES»: Es el pensar que permanece en el sujeto, a través de los hábitos intelectuales. Es un tipo de pensar duradero, no pasajero; es estable. Así, el matemático sabe hacer problemas de álgebra porque posee el hábito intelectual de la ciencia (ciencia matemática en este caso), aunque esté durmiendo o pensando en otras cuestiones no matemáticas. Ejemplo: sabes conducir un automóvil o bicicleta (no tienes que pensar nuevamente en ello). Este tipo de conocimiento puede ser un hábito innato o uno adquirido:

INNATOS O NATURALES: Son aquellos que el hombre adquiere de forma inmediata por una aptitud o disposición «natural» para descubrir algunos principios en la realidad. El hombre, a través de la experiencia sensible (que es necesaria para que nuestra inteligencia) induce los primeros principios intelectuales, tanto especulativos (primeros principios) como prácticos (haz el bien y evita el mal). Por ejemplo: el principio de no contradicción es el primer juicio que hacemos al conocer la realidad, vemos algo e implícitamente sabemos que «esto es algo» (noción de «ente») y realizamos un juicio implícito, «esto es algo» es diferente que «esto no es algo» (o «esto existe o es» es diferente a «esto no es»), con lo cual ya tenemos el PNC: esto no puede ser no-esto aquí y ahora (dicho formalmente: lo que es no puede ser y no ser al mismo tiempo y en el mismo sentido), al seguir conociendo más cosas (más «entes») repito el juicio implícito de diferenciar realidades, y adquiero el hábito del PNC. Estos principios no están en la mente antes de la experiencia; lo que existe es una aptitud o disposición «natural» en todo hombre para descubrir esos principios en la realidad.

ADQUIRIDOS: Se denominan adquiridos en la medida en que se pueden enseñar y aprender, pues no todos los hombres los poseen de hecho y su adquisición no es inmediata. Se posee una disposición «natural» para adquirir dichos hábitos (todo hombre puede aprender a resolver ejercicios de álgebra), pero sólo alcanzarán dicha habilidad los que aprendan con la repetición de actos. Entre los adquiridos, unos corresponden a la razón teórica y son llamados especulativos, como la ciencia (aptitud para demostrar la verdad en un ámbito particular, por ejemplo, la geometría), y la sabiduría (aptitud para remontarse a las causas últimas de toda realidad); otros corresponden a la razón práctica y son llamados prácticos, como el arte o


técnica en el caso de la poiesis (habilidad para el hacer técnico, como pintar o conducir) y la

prudencia (aptitud para obrar moralmente de modo recto) en el caso de la praxis. LA INMATERIALIDAD DE LA INTELIGENCIA HUMANA:

INDEPENDENCIA FRENTE A LA SENSIBILIDAD: Entender o pensar es, en sí misma, una actividad intemporal, porque no depende intrínsecamente de la situación espacio-temporal: «Yo puedo decir: en tal sitio, en tal día y a tal hora yo comprendí el teorema de Bernoulli. Pero el tal teorema no tiene nada que ver con aquel lugar y aquel momento; y mi comprensión del teorema tampoco. Por ejemplo, no tendría sentido decir que yo comprendo el teorema los días pares, pero no los impares; o en esta orilla del río Sadar, pero no en aquélla». Sin embargo esta primera intuición sobre la independencia material de nuestro intelecto (que podría ser un tipo de conocimiento espontáneo) debe ser demostrada.

MENTE Y CEREBRO: Las neurociencias aportan explicaciones no sólo sobre el modo de realizar actos cognoscitivos, sino otras operaciones vinculadas tradicionalmente a la espiritualidad humana, como los actos libres, las valoraciones éticas e incluso las creencias religiosas. Ello tiene relevancia para el punto de vista médico (tratamiento de enfermedades) y para la antropología; ponen en evidencia la unidad substancial del ser humano, todas las operaciones del ser humano (como pensar o rezar) son operaciones del hombre entero, cuerpo y alma. Pero ¿se puede reducir las operaciones «intelectuales» a explicaciones meramente cerebrales? Veamos algunos argumentos:

MONISMO FISICALISTA: Teoría que identifica «estados mentales» con «estados cerebrales» o procesos neuronales. Suelen dividirse en dos:

Teoría de la identidad: Los estados mentales (deseos, proyectos, elecciones, afectos, etc.) pueden explicarse únicamente con procesos neuronales. De forma breve: la mente es idéntica al cerebro.

Teoría del estado mental: Sólo existe la materia (el cerebro) siendo lo mental una mera ilusión sin base real.

La principal objeción hacia el fisicalismo proviene de la difícil identificación entre «estado mental» (pensar algo, por ejemplo) y procesos neuronales.

«Si nuestro pensamiento está hecho sólo de moléculas (neuronas o lo cualquier cosa material), es decir, no hay un aspecto inmaterial de nuestro pensamiento, entonces estamos completamente gobernados por las leyes de la física. Lo que significa que no tenemos libre albedrío, lo que significa que no estamos pensando, estamos reaccionando (a nuestro entorno). Esto trae abajo cualquier idea de que somos criaturas racionales (…).» Frank Turek (2011)

«La hipótesis de que se trata es "... que "usted", sus alegrías y sus tristezas, sus recuerdos y sus ambiciones, su sentido de identidad personal y de libre albedrío, es, de hecho, no más que el comportamiento de una gran asamblea de células nerviosas y sus moléculas asociadas".»

Francis Crick (Premio Nobel de Medicina 1962, co-descubridor de la estructura molecular del ADN) en su libro «The Astonishing Hypothesis: The Scientific Search For The Soul» (traducción libre)

Podría fácilmente haber escrito que «la hipótesis es que mis conclusiones científicas no son más que el resultado del comportamiento de una gran


asamblea de células nerviosas y moléculas asociadas de mi cerebro.» Lo cual es más creíble. Si lo que dice Crick es cierto… ¿qué razón tengo para creerle?, después de todo, no existen «razones», solo moléculas asociadas unas a otras… además, mi asociación de moléculas me dice lo contrario.

«Si mis pensamientos están totalmente determinados por el movimiento de átomos en mis cerebro, no tengo ninguna razón para suponer que mis creencias y pensamientos son verdaderos… y, por tanto, no tengo ninguna razón para suponer que mi mente (mis pensamientos) están compuestos sólo de átomos.» J.B.S. Haldane (Biólogo Evolucionista, introductor de la metáfora del «caldo primordial»).

EMERGENTISMO (M. Bunge): Defiende de que del cerebro «emerge»    lo   mental,   que   es irreductible, a lo meramente biológico. Este «emerger» se explica por un proceso «evolutivo» Parece que puede reducirse al monismo fiscalista, porque lo «mental» sería un producto de procesos meramente físicos. Sin embargo, su principal objeción suele ser que cae en un tipo de dualismo a fin de cuentas, pues si del cerebro (materia) emerge lo mental, siendo “lo mental” algo irreducible al “cerebro” (lo material), entonces lo mental sería algo “no material”, dándole la razón a los que defienden que la inteligencia es inmaterial.

FUNCIONALISMO:  Es  un  intento  de  superar  el  fisicalismo.  Los  estados  mentales  son

«funcionales», esto es, su singularidad es consecuencia de su papel funcional dentro del sistema cerebral completo, aunque no dependen de él. Es decir, cualquier cosa material que “cumpla la función de mente” es una mente. La mente sería la función del cerebro. De aquí se deriva el computacionalismo, que a través de “procesos computacionales” podría replicarse el proceso mental y, por tanto, producir una mente o inteligencia. En este caso, trata de identificar algún «estado mental» con algún tipo de estado abstracto de un ordenador; lo cual no explica realmente nada, pues los estados de un ordenador sólo se explican en su relación a la mente humana (estados de «intencionalidad»), esta crítica la hace Popper y Eccles, (ver argumento sobre la posibilidad de racionalidad).

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