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Origen de la crisis alimentaria internacional


Enviado por   •  8 de Septiembre de 2015  •  Ensayos  •  1.982 Palabras (8 Páginas)  •  186 Visitas

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La crisis alimentaria internacional

Origen de la crisis alimentaria internacional

La crisis financiera internacional de 2008 –gestada en Estados Unidos– agudizó la situación alimentaria, ya deteriorada desde el segundo semestre del 2007, de gran parte de la población mundial. Los primeros síntomas de fragilidad financiera en curso se presentaron en las denominadas hipotecas suprime, las cuales estaban orientadas a los sectores de la población de bajos ingresos y eran avaladas por el propio valor de las viviendas compradas, y revalorizaban su valor debido a la dinámica especulativa existente en el mercado de la vivienda. Producto de ello, se renegociaron las hipotecas con valores más altos y las familias emplearon esos incrementos como acceso a créditos adicionales para financiar otro tipo de gastos de consumo (Alvarez y Medialdea, 2009).

La cartera vencida de los créditos comenzó a aumentar exponencialmente, enervando la situación financiera de muchas sociedades hipotecarias y reduciendo su valor accionario dentro del mercado bursátil. Debido a la turbulencia financiera, se trasladaron sumas millonarias provenientes de fondos de inversión especulativa del mercado inmobiliario hacia el mercado de los commodities; los grandes capitales aprovecharon el alza estructural en los precios de los alimentos para ubicarlos como escasos y susceptibles de especulación, generando un proceso denominado financiarización de los mercados cerealeros (Bello, 2012: 15-16; Rubio, 2008a: 45; Vergopoulos, 2011: 6).

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), hoy en día se cuenta con una cantidad suficiente de reservas internacionales de granos así como con la capacidad para alimentar a la población mundial, y sin embargo de forma contradictoria, y como consecuencia de la crisis vigente, existen cerca de mil millones de personas en situación de hambre crónica: “a diferencia de las crisis alimentarias anteriores esta sucede en el contexto de la abundancia de alimentos” (IICA, 2009: 32). La primera gran crisis del siglo XXI ha llevado al límite las transformaciones radicales suscitadas en todas las dimensiones del sistema capitalista desde finales de la década de los setenta del siglo pasado, las cuales –como se ha mencionado– han sido el soporte del modelo neoliberal. Esencialmente, el desmantelamiento del Estado y el tránsito de una estructura productiva orientada al abastecimiento del mercado interno hacia otra funcional al comercio exterior, a través del mercado mundial, han sido unos de los detonantes del colapso de la actual configuración de economía abierta y una causa esencial de la crisis alimentaria contemporánea.

El nuevo complejo agroindustrial y la dependencia alimentaria de las naciones del ex–segundo y ex–tercer mundo

Debido a la crisis y destrucción forzada del patrón alimentario funcional al Estado-nación, se desarrolló un nuevo complejo agroindustrial global sustentado en la desvalorización de los bienes básicos en el ámbito mundial, en el comercio asimétrico y en el deterioro de los términos de intercambio. Los países desarrollados impusieron a sus productores precios por debajo del costo mediante la distribución de subsidios a la producción nacional de grandes agroindustrias, generando una sobreproducción de materias primas, la cual fue colocada en los mercados de las naciones subdesarrolladas a precios sumamente bajos, incurriendo en prácticas desleales (Appendini y Quijada, 2013: 119-122; Rubio, 2008b: 44).

        La pequeña producción agrícola del tercer mundo tuvo que enfrentar la importación y competencia asimétrica de los bienes básicos provenientes del primer mundo, reduciendo el valor de la producción local e impidiendo obtener los ingresos necesarios para reactivar los nuevos ciclos de siembra. La producción agrícola local fue devastada y se desestructuraron las economías domesticas así como las unidades campesinas, incrementándose los índices de pobreza rural e incentivando el éxodo de campesinos hacia las zonas urbanas. Así, la reestructuración económica mundial bajo su configuración neoliberal generó una transformación en el mercado alimentario internacional y una dependencia alimentaria hacia el exterior: países que anteriormente tenían la capacidad de autoalimentarse a través de la pequeña producción campesina, actualmente son importadores de alimentos (Bartra, 2011; Peña, 2011: 99-100; Rubio, 2008b: 38-39; UNTACD, 2008:1).

        La crisis alimentaria del 2007/2008 provoco incertidumbre respecto a las posibilidades de abasto a nivel mundial, generando con ello un oleaje de especulación y turbulencia financiera en los mercados, lo cual impactó considerablemente en los precios internacionales de las materias primas. La FAO señaló  que desde principios del 2007 y durante el primer semestre del 2008, el alza internacional de los precios de los alimentos correspondió al 54%: los cereales aumentaron un 92% mientras que los aceites un 84%. También se incrementaron los precios del azúcar en un 29%, los lácteos 25% y las carnes con un  14%, entre otros. Específicamente los precios del arroz y del trigo se duplicaron, y el maíz subió más de un tercio (FAO, 2008b). Sin embargo, “entre 2005 y 2008 los precios mundiales de los alimentos básicos alcanzaron sus máximos valores en 30 años… el precio del maíz aumentó un 74%, mientras que el del arroz se multiplicó por cerca de tres –concretamente se incrementó 186%–“ (FAO, 2011: 2), con lo cual se decretó el fin de los alimentos baratos.

        Los Países de Bajos Ingresos y Déficit de Alimentos (PBIDA), cuya población destina gran parte de sus ingresos a la compra de alimentos, sufrieron los mayores impactos: mientras en Estados Unidos el sector social considerado en condiciones de pobreza emplea entre el 15 y 20% de su renta en alimentos, los PBIDA –por ejemplo, Nigeria, Somalia, Malawi, Yemen, Haití y Marruecos– destinan entre el 50 y 80% para su adquisición. Para tratar de mantener sus niveles mínimos de ingesta alimentaria, los hogares sacrificaron la calidad de los alimentos consumidos, pero además “se vieron forzados a reducir sus gastos en atención sanitaria, educación y a vender los activos productivos, lo que reduce aún más sus posibilidades de salir de la pobreza” (FAO, 2008a).

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