Parcial seminario informatica y sociedad UBA
MaraldrteExamen5 de Septiembre de 2017
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Preguntas:
1- Segundo examen de Informática y Sociedad
1) Explique la siguiente afirmación de Deleuze: “El Hombre de las disciplinas era un productor discontinuo de energía, pero el hombre del control es más bien ondulatorio, en órbita sobre un haz continuo. Por todas partes, el surf ha reemplazado a los viejos deportes”. Tener en cuenta la caracterización de Foucault de las “sociedades disciplinarias” y sus transformaciones a partir del advenimiento de lo que el propio Deleuze denomina “sociedades de control”. Integrar en la respuesta las perspectivas de Paula Sibilia, Boris Groys y Jonathan Crary.
2) Reflexione, recomponiendo argumentaciones y perspectivas contrapuestas, sobre la crítica (y eventual superación) al humanismo realizada por Sloterdijk. Recupere la polémica desatada por la conferencia Normas para el parque humano y la apuesta del propio Sloterdijk en “El hombre operable”, a propósito del panorama inaugurado por los nuevos desarrollos tecnológicos. Si bien es cierto que este último texto apenas lo esbozamos en clase, sería interesante que ensayen una lectura propia. Sería interesante también incorporar la perspectiva crítica de Héctor Schmucler en su escrito “La industria de lo humano”. Lo mismo que en lo anterior en relación a que no fue específicamente trabajado en clase. El texto de Schmucler es muy claro en su crítica a la biotecnología y a la posibilidad de la clonación.
Respuestas:
1) A lo que Deleuze refiere con la afirmación es a sugerir una diferenciación entre aquellas sociedades disciplinarias a las que se remite Foucault, y las nuevas sociedades de control que señala Deleuze; son las nuevas fuerzas que están sustituyendo a las disciplinarias.
Foucault situó a las sociedades disciplinarias en los siglos XVIII y XIX: estas sociedades alcanzan su apogeo a principios del siglo XX, y proceden a la organización de los grandes espacios de encierro (la familia, después la escuela, después el cuartel, a continuación la fábrica, cada cierto tiempo el hospital y a veces la cárcel). En aquellas sociedades disciplinarias, el cuerpo es puesto en función de objeto y blanco de poder, ya que, a través de métodos que permiten el control minucioso del cuerpo éste puede ser sometido, puede ser utilizado, puede ser transformado y perfeccionado. La disciplina aumenta las fuerzas el cuerpo en términos económicos de utilidad y disminuye esas mismas fuerzas en términos políticos de obediencia.
Las disciplinas han llegado a ser unas formulas generales de dominación (distintas de la esclavitud y también de la domesticidad) formándose como una política de las coerciones que constituyen un trabajo sobre el cuerpo. Para Foucault, el mejor modelo para definir estas sociedades es el Panóptico (Se trata de una torre de observación con forma de anillo, desde la cual la autoridad puede vigilar los movimientos de los prisioneros de todas las celdas a la vez) ya que éste es un espacio cerrado, vigilado en todos sus puntos, en el que los individuos están insertos en un lugar fijo, los menores movimientos se hallan controlados y todos los acontecimientos están registrados. Allí, poder se ejerce por entero y su efecto mayor consiste en inducir en el detenido un estado consciente y permanente de visibilidad que garantiza el funcionamiento automático del poder.
Deleuze señala que estas sociedades disciplinarias atravesaron una crisis generalizada después de la Segunda Guerra Mundial, ya que se están instalando nuevas fuerzas a las que él llama “sociedades de control”. Estas sociedades ya no tienen moldes o moldeados diferentes, sino que los diferentes internados o centros de encierro por los que va pasando el individuo son variables e independientes, teniendo en común un lenguaje analógico. Su sistema es increíblemente versátil, y un ejemplo claro son las empresas en reemplazo de las viejas fabricas: Mientras que éstas buscaban un equilibrio entre producción y salarios, la empresa se esfuerza con mayor profundidad para imponer una modulación de cada salario, con estados metaestables que admiten confrontaciones (rivalidad de los individuos a través de la competencia), concursos y premios extremadamente cómicos.
En las sociedades disciplinarias siempre había que volver a empezar, mientras que en las sociedades de control nunca se termina nada, todo pertenece a una misma modulación universal (la empresa, la formación o el servicio). El individuo ya no existe como tal y pasa a formar parte de un todo; se deja de lado la polarización que se encontraba en las sociedades disciplinarias, donde se hallaba el par “individuo-masa” (compatibles entre ambos) y lo escencial pasa a ser una cifra, una contraseña, los individuos pasan a ser “dividuales” y las masas se convierten en indicadores, datos, mercados o “bancos”.
En este punto es donde cobra sentido aquella afirmación de Deleuze, ya que el hombre de las disciplinas era un productor discontinuo de energías debido a que el propio sistema opera sobre el individuo y su lógica reside en ella (padre, hijo, empleado, preso, etc), teniendo como funcionamiento una suerte de ciclos en donde el individuo opera en los diferentes tipos de encierros (las llamadas anatomopoliticas) y las masas solo operan en función de la especie, sirviendo de soporte a los procesos biológicos como forma de regulación de la población (las llamadas biopoliticas). Todo esto, en las sociedades de control deja de tener relevancia y el hombre de control pasa a formar parte de una misma modulación. La familia, la escuela, el ejército, la fábrica ya no son medios analógicos distintos que convergen en un mismo propietario, ya sea el estado o la iniciativa privada, sino que se han convertido en figuras cifradas, deformables y transformables de una misma empresa que ya solo tiene gestores, por eso es especialmente disperso. Un ejemplo claro de esto es el dinero de cada sociedad: para las disciplinarias es el patrón oro, mientras que la sociedad de control utiliza intercambios flotantes. Es por eso que el surf ha reemplazado los viejos deportes, ya que no existe un parámetro de control, con determinado tipo de reglas o estructuras en el cual se tiene que practicar el deporte: los viejos deportes (con sus lugares, sus tiempos, sus estructuras y sus formas) representan a las viejas sociedades de disciplinas, mientras que el surf (con su versatilidad, su forma de operar y manejarse, no teniendo ningún tipo de estructura) representa a las nuevas sociedades de control.
Siguiendo con las sociedades disciplinarias de Foucault, mencione anteriormente que se constituyen a través de dos polos de desarrollo enlazados por un todo un haz intermedio de relaciones: Las anatomopolíticas del cuerpo humano, que se centra en el cuerpo como maquina asegurado por procedimientos de poder característicos de la disciplina; y las biopolíticas de la población, que se centran en el cuerpo-especie, en el cuerpo transitado por la mecánica de lo viviente y que sirve de soporte a los procesos biológicos (la proliferación, los nacimientos y la mortalidad, el nivel de salud, etc.) Antes, en las sociedades a las que Foucault llama sociedades de soberanía, el poder se centraba bajo el símbolo de la espada y consistía en el derecho de hacer morir o dejar vivir. Ahora, el poder de muerte parece ahora como el complemento de un poder que se ejerce positivamente sobre la vida, que procura administrarla, aumentarla, multiplicarla, ejercer sobre ella controles precisos y regulaciones generales; el viejo derecho de hacer morir o dejar vivir se reemplaza en las sociedades de disciplinamiento por el poder de hacer vivir o de rechazar hacia la muerte.
Este bio-poder se centra en un poder que administra la vida y rechaza la muerte; y aquellas dos direcciones que toma operan bajo el mecanismo de la sexualidad, convirtiéndose en el dispositivo que articula los dos polos. El dispositivo de sexualidad permite a las técnicas de poder la invasión de la vida, incidiendo en las conductas sociales en doble sentido (está en el cruce de los ejes de las disciplinas del cuerpo y de la regulación de las poblaciones.) En este sentido, la sexualidad está del lado de la norma, del saber, de la vida, del sentido, de las disciplinas y las regulaciones.
Paula Sibilia, en su texto “Biopoder” marca una diferenciación de los viejos mecanismos de poder situados en las sociedades disciplinarias, y los nuevos mecanismos de poder que se encuentran en las sociedades de control; ahora el dispositivo regulador no reside más en la sexualidad sino que el código genético ocupa aquel lugar de preeminencia. En una genealogía trazada por Foucault, la sangre era el dispositivo de las sociedades de soberanía, en la era moderna fue cambiada por el sexo y ahora emerge una mística ligada a los genes, capaz de convertir a esos componentes moleculares de los organismos humanos en los nuevos protagonistas del bio-poder. Esto se debe a que en el nuevo capitalismo de superproducción y saberes que señalaba Deleuze, las relaciones de poder están irrigadas por las innovaciones tecno-científicas: hoy son las compañías privadas quienes cumplen un papel fundamental en las biopolíticas de cuerpos y modos de ser.
Antes en las sociedades de disciplina los viejos mecanismos de poder residían en el dominio centralizador de los Estados y las instituciones de encierro, ahora se esparce el modelo de la empresa con su descentralización, privatización y globalización; antes el biopoder residía en instituciones y áreas específicas, ahora los tentáculos se amplían y las traspasan extendiéndose
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