Percepción Social De La Ciencia Y La Tecnología De Adolescentes Mexicanos
2 de Marzo de 2015
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Percepción social de la ciencia y la tecnología de adolescentes mexicanos
Ernesto Márquez Nerey*
Felipe Tirado Segura**
Los organismos rectores de la educación y la ciencia en México suelen no considerar como un grupo de identidad específica a los adolescentes mexicanos en las encuestas nacionales que realizan sobre la percepción social de la ciencia y la tecnología. Con el fin de impulsar una mayor y mejor educación y formación de una cultura científica, es necesario realizar estudios sobre el tema en este segmento de la sociedad, ya que los jóvenes son un factor decisivo para el futuro mediato. El presente artículo explora, entre un grupo de adolescentes de la Ciudad de México, su percepción en torno a la ciencia y a la tecnología, a partir de los resultados de la aplicación de una encuesta a 1808 estudiantes del ciclo medio y medio superior (tercer grado de secundaria, y primero, segundo y tercero grado de bachillerato), cuyas edades fluctúan entre los 14 y los 18 años, con el fin de evaluar conocimientos, valores, actitudes, intereses, opiniones, formas de proveerse de información científica y acciones habituales asociadas con la ciencia y la tecnología.
Palabras Clave: Percepción social de la ciencia, cultura científica, adolescentes mexicanos.
Introducción
Actualmente, el conocimiento se multiplica de manera vertiginosa. Los resultados, procesos y líneas de investigación que antes tomaban años, décadas y aun siglos, ahora llegan a ocurrir en cuestión de semanas o días. El trabajo individual tiende a articularse y crece en interrelación con otras disciplinas y con la formación de redes de investigación. Se forman de modo rápido y efectivo sinergias para la producción de la ciencia y tecnología. Se asume que vivimos en la era del conocimiento, porque se considera que el desarrollo económico y social está estrechamente condicionado al manejo de los conocimientos y tecnologías de vanguardia. Y se afirma también que los países que no logren competencia en la generación y aplicación del conocimiento agudizarán su dependencia, quedarán cada vez más relegados y subordinados al dominio de los países más desarrollados.
La ciencia ha sido pieza clave en el devenir histórico del mundo, ha fortalecido la consolidación de los procesos tecnológicos y ha impactado en la cultura de los
* Programa de doctorado en Psicología, Facultad de Psicología. Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). E-mail: erniemn@gmail.com. ** FES Iztacala, Programa de Investigación PsicoEducativa, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). E-mail: ftirado@unam.mx.
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pueblos. La ciencia y la tecnología, al formar parte de la cultura de la sociedad, constituyen componentes centrales del momento histórico que viven las personas. Este conocimiento se manifiesta a través de diferentes formas, la más usual es la del conocimiento incorporado en objetos y servicios. Pero también está presente en los individuos mediante las actitudes, los hábitos, los intereses y las habilidades. En la cultura misma está presente mediante valores, creencias, saberes y actitudes; por ello se afirma que la cultura científica es un atributo de la sociedad, que se expresa en las competencias de su ciudadanía, en los actos cotidianos y habituales de los individuos, los cuales son determinantes. Por ejemplo: en la preservación o deterioro del medio ambiente.
Una gran preocupación diseminada entre especialistas, profesores y en organismos de la especialidad, es saber cuál es la prospectiva de México en función de la Era del Conocimiento, la que se asume como rectora en el siglo XXI. Para poder hacer esta proyección resulta fundamental estudiar la percepción que tienen los adolescentes de la ciencia y la tecnología. La idea de conocer la opinión y lo que saben los estudiantes de secundaria y preparatoria sobre la ciencia, se enmarca en una orientación denominada como participativa y protagónica de la cultura científica (Córdoba, 2004); en la cual se considera que el conocimiento no es patrimonio exclusivo de los especialistas, sino que debe permear entre los ciudadanos, dado que en el futuro se requerirá contar con opiniones sustentadas e inteligentes de la ciudadanía, para elevar no sólo el pensamiento abstracto, que es la herramienta fundamental en la toma de decisiones, sino de manera significativa la capacidad científica, tecnológica, educativa y cultural del país.
En este ambiente de apertura a la participación y colaboración de los jóvenes en la construcción de una visión estratégica de la ciencia, es donde se inscribe este proyecto de investigación que aspira a fortalecer en México una cultura científica centrada en el conocimiento y el desarrollo de actitudes y valoraciones favorables a la ciencia que sean de uso cotidiano para los ciudadanos. Y a la vez, explorar las percepciones de los adolescentes, en tanto “nos ofrece la magnífica oportunidad de trasladarnos en el tiempo para indagar las futuras muestras de adultos” (Pérez Manzano, 2006).
En este estudio exploratorio realizado con estudiantes de la Ciudad de México, se aprecia una realidad que nos reta a innovar y trabajar con creatividad para lograr superar una serie de limitaciones observadas. Está en el propósito que los resultados puedan ser valorados y utilizados para convertirlos en un instrumento de aplicación cíclica que permita orientar la política científica y educativa, el seguimiento de acciones estratégicas que contribuyan a la generación de una nueva cultura científica, donde los ciudadanos no sólo sean usuarios, sino más bien partícipes, colaboradores y divulgadores de la relevancia social inherente a la cultura científica.
Compartimos la visión que concibe a la cultura como una percepción de significados y significaciones que generan un componente disposicional. Cuando los individuos están expuestos a los procesos y resultados de la ciencia, desarrollan los conocimientos fundamentales que se convierten en el sustrato para hacer uso de la información científica. Lo anterior facilita tomas de
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decisiones en aspectos relacionados con la vida cotidiana, fundadas en evidencias y creencias. Esta asimilación de la información enriquece la propia vida, generando no sólo opiniones, sino también actitudes y disposiciones a la acción. La adquisición significativa de la cultura científica supone entonces la modificación de los sistemas de creencias de los individuos —informarse y saber más respecto de sí mismos y de sus circunstancias para reflexionar— y esto se vierte en sus pautas de comportamiento. Lo anterior incluye no sólo el interés por los temas de ciencia y tecnología, sino por las formas de regular la conducta diaria, como consumidor y como usuario de todo aquello que llega a su conciencia, a través de los medios masivos y de los múltiples actos publicitarios en los que está inmersa la sociedad y, dentro de ella, cada uno de los individuos.
La definición de cultura científica ha sido una preocupación constante en muchos países iberoamericanos (Vaccarezza et al, 2003), y particularmente en aquellos que adquieren conciencia de sus deficiencias científico-técnicas respecto a los países más desarrollados. La acepción general de cultura científica está vinculada con el tipo de relación que se establece entre la ciencia y la sociedad y la metodología asociada a su valoración. Con esta visión ha surgido a la vez no sólo una preocupación por la definición de cultura científica, sino todo un campo de estudios que ha cobrado forma bajo el nombre de Cultura Científica o Percepción Social de la Ciencia (Polino et al, 2003). En este proyecto se concibe a la cultura científica como un atributo estructural de la sociedad, entendida como “el conjunto de aspectos simbólicos, valorativos, cognitivos y actitudinales de los miembros de la sociedad sobre la función de la ciencia y la tecnología, la importancia y beneficio de su actividad […] y el manejo de contenidos básicos del conocimiento científico” (Secyt, 2004).
Hoy en día, la percepción social de la ciencia y la tecnología comienza a ser reconocida como un campo de interés creciente para los investigadores y los tomadores de decisión política en los países iberoamericanos (Polino et al, 2006). En ésta han estado presentes los estudios referidos al proceso de la comunicación social y su impacto sobre la formación de contenidos, actitudes, hábitos y expectativas de los miembros de la sociedad sobre la ciencia y la tecnología. Debido a ello, la participación ciudadana en estos aspectos se ha vuelto una preocupación, en tanto se pretende ganar el aporte de los ciudadanos en ámbitos que habían sido exclusivos de la comunidad científica.
De este modo, en las últimas dos décadas se ha ido configurando un escenario en el que la participación democrática en el mundo moderno necesita de una mayor comprensión de la ciencia y la tecnología por parte de los ciudadanos. Tal decisión ha favorecido la idea de que el público debe estar informado, que conozca y comprenda la ciencia, la naturaleza y la dinámica de la investigación científica, con la finalidad de que la sociedad sea partícipe de los logros científicos y que esté en condiciones de deliberar sobre los dilemas y desafíos que plantea la propia investigación científica. En este sentido, la percepción que la sociedad tenga de los científicos, las instituciones científicas y
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