Preguntas
fiorela2315 de Enero de 2015
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TERCER TRABAJO PARA COMPLEMENTAR AL EXAMEN FINAL
1. Explique formalmente en que consiste el manejo de riesgos para
Consumos contingentes. Cuáles son los supuestos cruciales detrás de
Esta postura.
2. Explique formalmente en que consiste el manejo de riesgos con activos contingentes
Cuáles son los supuestos cruciales detrás de
Esta postura.
3. Explique formalmente en que consiste la teoría de Riesgos no soportables
4. Como se explica la teoría del portafolio desde la perspectiva de la teoría de la incertidumbre y el manejo de riesgos.
La gran abdicación
Paul Krugman 25 JUN 2012
Entre los economistas que conocen su historia, la simple mención de ciertos años provoca escalofríos. Por ejemplo, hace tres años, Christina Romer, por entonces directora del Consejo de Asesores Económicos del presidente Obama, advertía a los políticos de que no recreasen lo sucedido en 1937 (el año en que Roosevelt pasó, con demasiada precipitación, del estímulo fiscal a la austeridad, con lo que volvió a hundir en la recesión una economía que se estaba recuperando). Desgraciadamente, se hizo caso omiso de este consejo. Pero ahora escucho hablar cada vez más de un año todavía más fatídico. De repente, economistas normalmente sosegados hablan de 1931, el año en que todo se vino abajo.
Empezó con una crisis bancaria en un pequeño país europeo: Austria. Austria trató de intervenir con un rescate bancario; pero al dispararse el coste del rescate, se dudaba de la solvencia del Gobierno. Los problemas de Austria no deberían haber sido lo bastante grandes para tener repercusiones importantes en la economía mundial, pero, en la práctica, generaron un pánico que se extendió por todo el mundo. ¿Les resulta conocido?
Olvídense de Grecia. España es el lugar donde se decidirá el destino de Europa
Sin embargo, la lección realmente crucial de 1931 tuvo que ver con los peligros de la abdicación política. Los Gobiernos europeos más fuertes podrían haber ayudado a Austria a resolver sus problemas. Los bancos centrales, especialmente el Banco de Francia y la Reserva Federal, podrían haber hecho mucho más para limitar el daño. Pero nadie con poder para frenar la crisis dio un paso al frente; todos los que podrían y deberían haber actuado declararon que la responsabilidad era de otros.
Y está volviendo a suceder, tanto en Europa como en Estados Unidos.
Fíjense primero en el modo en que los dirigentes europeos han estado haciendo frente a la crisis bancaria en España. (Olvídense de Grecia, que es en gran medida una causa perdida; España es el lugar donde se decidirá el destino de Europa). Como Austria en 1931, España tiene bancos con problemas que necesitan desesperadamente más capital, pero ahora el Gobierno español, como entonces el Gobierno de Austria, ve en entredicho su solvencia.
¿Y qué deberían hacer los dirigentes europeos (a quienes les interesa enormemente contener la crisis española)? Parece evidente que los países acreedores europeos necesitan, de una forma u otra, asumir algunos de los riesgos financieros a los que se enfrentan los bancos españoles. Y no, a Alemania no va a gustarle, pero con la propia supervivencia del euro en juego, un poco de riesgo financiero debería ser un problema menor.
Pero no. La “solución” de Europa ha sido prestar dinero al Gobierno español y decirle a este que rescate sus propios bancos. Los mercados financieros no han tardado ni un segundo en darse cuenta de que esto no resolvía nada, que simplemente endeudaba todavía más al Gobierno de España. Y la crisis europea es ahora más profunda que nunca. Pero no ridiculicemos a los europeos, porque muchos de nuestros dirigentes políticos están actuando igual de irresponsablemente. Y no me refiero solo a los republicanos del Congreso, que a menudo dan la impresión de estar intentando sabotear la economía deliberadamente.
Hablemos mejor de la Reserva Federal. La Reserva tiene lo que se conoce como una doble misión: se supone que aspira a lograr tanto la estabilidad de los precios como el pleno empleo. Y la semana pasada, la Reserva publicó su más reciente conjunto de pronósticos económicos, que mostraban que prevé que fracasará en ambos aspectos de su misión, con una inflación por debajo del objetivo y un paro muy por encima del objetivo durante los próximos años.
Los mercados no han tardado ni medio segundo en darse cuenta de que el rescate no resolvía nada
Esta es una perspectiva terrible, y la Reserva Federal lo sabe. Ben Bernanke, el presidente de la Reserva, ha advertido en concreto sobre el daño que está infligiendo a Estados Unidos el nivel sin precedentes de paro de larga duración.
¿Y qué propone hacer al respecto la Reserva Federal? Prácticamente nada. Es cierto que, la semana pasada, la Reserva anunció algunas medidas que supuestamente estimularán la economía. Pero creo que es justo decir que cualquiera que esté mínimamente familiarizado con la situación considera estas medidas lamentablemente inadecuadas (un gesto poco menos que simbólico para eludir las acusaciones de que no está haciendo nada en absoluto).
¿Por qué no actúa la Reserva Federal? Yo supongo que se siente intimidada por esos congresistas republicanos, que tiene miedo de hacer algo que pueda considerarse como una ayuda política al presidente Obama, es decir, cualquier cosa que pueda ayudar a la economía. Puede que haya alguna otra explicación, pero el hecho es que la Reserva Federal, al igual que el Banco Central Europeo, al igual que el Congreso de Estados Unidos, y al igual que el Gobierno de Alemania, ha decidido que evitar el desastre económico es responsabilidad de otros.
No debería estar sucediendo nada de esto. Como en 1931, los países occidentales tienen los recursos que necesitan para evitar la catástrofe y, de hecho, recuperar la prosperidad (y tenemos la ventaja añadida de saber mucho más que nuestros bisabuelos sobre cómo se producen las depresiones y la manera de ponerles fin). Pero el conocimiento y los recursos no sirven de nada si quienes los poseen se niegan a utilizarlos.
Y eso es lo que parece estar ocurriendo. Los fundamentos de la economía mundial no son, en sí, tan preocupantes; es la casi universal abdicación de la responsabilidad la que me llena, a mí y a muchos otros economistas, de una sensación de angustia cada vez mayor.
Paul Krugman es profesor de Economía en Princeton y premio Nobel de Economía de 2008.
Deuda, depresión, Del Marco
Los republicanos han hecho todo lo que han podido para poner obstáculos en el camino
Paul Krugman 5 AGO 2012
Se ha criticado mucho la gestión económica del presidente Obama. Pero la historia más importante de los últimos años no es la de los errores de Obama, sino la arrasadora oposición de los republicanos, que han hecho todo lo que han podido para ponerle obstáculos en el camino (y que ahora, tras haber boicoteado las políticas del presidente, esperan llegar a la Casa Blanca afirmando que sus medidas han fracasado).
Y la asombrosa negativa de esta semana de aplicar medidas para aliviar las deudas hipotecarias por parte del director interino del Organismo Federal de Financiación de la Vivienda —una reliquia de la época de Bush que el presidente no ha sido capaz de sustituir— ilustra perfectamente lo que está pasando.
Algunos antecedentes: muchos economistas creen que el exceso de deuda de las familias, un legado de los años de la burbuja, es el principal factor que está frenando la recuperación económica. Hablando en términos generales, la deuda excesiva ha generado una situación en la que todo el mundo intenta gastar menos de lo que ingresa. Dado que esto es imposible de manera colectiva —mis gastos son los ingresos de otros, y sus gastos son mis ingresos—, la consecuencia es una economía persistentemente deprimida.
¿Con qué política se debería responder? Una respuesta es mediante el gasto público para sostener la economía mientras el sector privado arregla sus balances generales; este no es el momento de la austeridad, y los recortes en las compras públicas han sido una importante rémora económica. Otra respuesta es una política monetaria dinámica y con empuje, que es la razón por la que es un escándalo que la Reserva Federal se niegue a actuar teniendo en cuenta el elevado paro y la inflación por debajo del objetivo.
La negativa a aliviar las deudas hipotecarias ilustra perfectamente lo que está pasando
Pero la política fiscal y monetaria podría, y debería, ir unida al alivio de las deudas hipotecarias. Reducir la carga que pesa sobre los estadounidenses con problemas económicos se traduciría en más empleo y mejores oportunidades para todos.
Por desgracia, los intentos iniciales del Gobierno por aliviar la carga de la deuda fueron inútiles: los mandatarios impusieron tantas restricciones para evitar ayudar a deudores “no merecedores de ello” que el programa no llegó a ninguna parte. Sin embargo, más recientemente el Gobierno se ha puesto mucho más serio en relación con este problema.
Y el lugar evidente donde aliviar la deuda es en las hipotecas que son propiedad de Fannie Mae y Freddie Mac, las entidades crediticias patrocinadas por el Gobierno que, en la práctica, fueron nacionalizadas en los últimos días del mandato de George W. Bush.
La idea de usar Fannie y Freddie cuenta con el apoyo de ambos partidos. De hecho, Glenn Hubbard, de Columbia, un destacado asesor de Romney, ha pedido a Fannie y Freddie que permitan que los propietarios de casas con poca o ninguna liquidez refinancien sus hipotecas,
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