RECONOCIMIENTO DE LO URBANO COMO OBJETO DE CONOCIMIENTO SOCIOLOGICO
pedro25 de Julio de 2013
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RECONOCIMIENTO DE LO URBANO COMO OBJETO DE CONOCIMIENTO SOCIOLOGICO
La sociología urbana es el estudio sociológico de la vida social e interacción humano en áreas metropolitanas. Es una disciplina normativa de la sociología que intenta estudiar las estructuras, procesos, cambios y problemas de un área urbana y hecho eso, proveer aportaciones para el urbanismo y el diseño de las políticas.
Como la mayoría de áreas de la sociología, los sociólogos urbanos usan el análisis estadístico, la observación, la teoría social, las entrevistas, y otros métodos para estudiar un rango amplio de temas, incluyendo las tendencias de migración y demografía, la economía, la pobreza, las relaciones interraciales, tendencias económicas, etc.
Durante la revolución industrial, los sociólogos como Max Weber y Émile Durkheim centraron en la urbanización creciente de la vida social y los efectos que tuvo sobre los sentimientos de la gente de alienación y anonimidad.
La Escuela de Sociología de Chicago es una influencia importante en el estudio de sociología urbana. Muchos de sus hallazgos han sido refinidos o rechazados, pero el impacto duradero de la Escuela todavía se pueden encontrar en las enseñanzas de hoy.
LA SOCIOLOGIA DE LA CIUDAD
En las sociedades industriales, comparadas con las comunidades agrícolas, comunidad cuyas estructuras sociales y económicas están determinadas por los siguientes factores: el numero de la población es tan elevado, que las relaciones personales y, por lo menos, las relaciones con conocidos quedan suspendidas a, y dominadas por, la distancia social y el anonimato; de ello se deriva una fuente de polarización entre esfera pública y esfera privada en la vida del ciudadano; los medios para subsistir se ganan generalmente con trabajo no agrario; los centros de compras cubren en gran parte la necesidad de la población del centro de la ciudad y de los alrededores; los centros de producción trabajan principalmente para la demanda externa; los servicios públicos, comerciales y de negocios no son utilizados sólo por la población de la ciudad; una red de comunicaciones une las zonas de residencia con las de trabajo, y esto permite una movilidad relativamente rápida para los ciudadanos; las zonas de residencia y de trabajo, por lo general, están separadas; la población vive en pequeñas viviendas; familias de 2 generaciones o bien familias nucleares con niños pequeños, familias monoparentales, parejas de hecho o solteros; predomina un elevado enfoque racional de la vida, que frecuentemente lleva a innovaciones tecnológicas y sociales; existe una alta movilidad social para los puestos de trabajo y en la educación entre generaciones”.[1]
La definición sociológica de ciudad debe diferenciarse de la jurídico-administrativa. Según los indicadores predominantes de la estructura socioeconómica de la ciudad, puede distinguirse entre ciudades de consumo, de producción, de vivienda, de residencia, plazas militares, administrativas, comerciales, portuarias o industriales. Según el tamaño de la población, puede hablarse de ciudades comarca (2000-5000 habitantes), ciudades pequeñas (5000-20000 habitantes), ciudades medianas (20000-100000) y grandes ciudades (más de 100000 habitantes). Como indicio de la aglomeración creciente y de la intensificación de las relaciones funcionales entre la ciudad y las zonas agrícolas de su entrono o entre ciudades, son sociologicamente relevantes los conceptos de área urbana (unidad entre ciudad y campo) y áreas metropolitanas, o bien megalópolis (varias ciudades que se confunden entre sí). La tendencia a gran ciudad permitió que las relaciones de los barrios o zonas de la ciudad adquirieran un carácter fuertemente diferenciado.
El concepto político de ciudad es aplicado a conglomerados urbanos con entidad de capitalidad y mayor importancia en la región y que asume los poderes del Estado o nación. Será la ciudad capitalina, pero por extensión se aplica la denominación a cualesquiera entidad administrativa con alguna autonomía a nivel de municipio, siendo las demás denominaciones, como pueblo, genéricas y optativas.
En el concepto religioso, tanto en la alta edad media como en otros periodos como el renacimiento y anteriormente al siglo XII, solo era ciudad la que dentro de sus murallas tuviera una catedral donde un obispo ostentase su propia cátedra; ya que en el pasado las catedrales eran también centros docentes. En algunos países Europeos como Francia o España, durante la edad media y la inquisición, dentro del concepto político solo fue considerada ciudad como tal la que tuviese su propia catedral o sede de una archidiócesis llegándose a dar el caso de que una misma ciudad con más de una archidiócesis, construyese más una catedral, en dedicación a cada patrón.
Es pues una definición administrativa del estado político, región geográfica o comunidad autónoma, que tienen una ciudad central y pueblos o ciudades menores. La geografía urbana y la sociología urbana estudian ambos aspectos desde el punto de vista de la geografía humana y la sociología con la ecología humana.
La ciudad no es sólo un objeto de estudio importante de las Ciencias Sociales, sino, sobre todo, un problema que ha ocupado y preocupado a los hombres desde que éstos decidieron asentarse formando agrupamientos estables. Es obvio que los asentamientos humanos, aún en sus formas más simples, requieren de un mínimo de acuerdos sociales para asegurar el equilibrio del grupo, y que de la fragilidad o solidez de dichos acuerdos depende la estabilidad necesaria para la convivencia adecuada. Por ello, la ciudad debe entenderse como un fenómeno vivo y permanente, íntimamente ligado a la cultura con la que comparte la característica de la complejidad, lo que invita a acometer su estudio desde múltiples puntos de vista. Se han ocupado de ella, entre otras disciplinas, la Historia, la Filosofía, la Geografía, la Psicología, el Arte, la Arquitectura, la Sociología, la Política, la Literatura, la Antropología y, por supuesto, el Derecho.
EL MERCADO COMO INSTITUCION URBANA
1. ¿Qué es la “economía urbana”?
El término “economía urbana” es disciplinariamente sesgado y ambigüo. Es disciplinariamente sesgado porque la definición misma de “urbano” suele ser reducida a la delimitación de territorios (la “mancha urbana”), caracterizados por un cierto modo de organización física (contigüidad, densidad) de asentamientos humanos de cierto tamaño (más de 2.000, o de 20.000 habitantes según el criterio adoptado por cada país). No es entonces por el modo de vida, ni por la densidad de ciertas relaciones entre sus miembros, ni por las actividades de producción que lo caracterizan, por ejemplo, que se define un asentamiento como urbano. Este criterio inicial imprime a cada asentamiento urbano una denotación de “continente”, y transfiere el sentido de “urbano” a todo lo que está o transcurre “adentro” de sus límites, como la actividad económica. Según esto, “economía urbana” sería la actividad económica “localizada” dentro de los límites de teritorios urbanos.
Es ambigüo porque puede referirse tanto a la economía de una ciudad como al sector de una economía regional, nacional o mundial cuyos establecimientos productivos (de bienes o servicios) y mercados están predominantemente asentados en aglomeraciones urbanas. En cualquiera de los dos casos, la “economía urbana” así definida no es un todo autocontenido, sino que se vincula necesariamente con procesos, recursos, agentes y territorios no urbanos. Es, por tanto, un recorte del sistema económico que no responde a la identificación de redes, subsistemas o circuitos económicos relativamente cerrados, con un alto grado de articulación interna o con un sentido expreso compartido, sino a una delimitación extraeconómica previa. Pero esta cuestión no es relevante para esta presentación. 1
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PENSAMIENTO MARXISTA Y EL DESARROLLO URBANO. CIUDAD DEL CAPITAL Y CIUDAD UTOPICA
Para contribuir un poco más a la confusión relativa a la etimología de la palabra utopía, el humanista francés Guillaume Budé, admirador y amigo de Moro, en carta a Tomás Lumpset incluida en la primera edición italiana de Utopía (1516), asegura que ha oído llamar a este país también “Udetopía: país del jamás”.
Pero la historia de la palabra no será el único problema: nos hallamos ante un término cuya mención evoca el mundo de los deseos, por lo que la utopía se aborda siempre desde las propias vivencias, experiencias y, sobre todo, desde la ideología personal. El factor emocional provoca que los límites de la utopía sean imprecisos, dada la suma de presupuestos y prejuicios psicológicos, filosóficos e incluso teológicos que entran en acción a la hora de penetrar en la trama de lo utópico.
Atendiendo a esta doble dificultad histórico-pasional, Raymond Troussons considera que el término utopía se ha empleado para todo, por lo que finalmente “su sentido ha acabado siendo borroso” (Troussons 35). En líneas generales, es habitual considerar utopía como sinónimo de ‘quimérico’ y de ‘irrealizable’.
Por tanto, la utopía se relacionada con el mundo de los deseos y los sueños, con aquella parcela del pensamiento que escapa a la razón. De esta forma puede ser interpretada en un doble sentido: bien como capacidad de idealización o bien con carácter despectivo hacia una idea. Desde la primera de estas disposiciones, capacidad de idealización, se entiende
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