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Roberto Koch


Enviado por   •  20 de Marzo de 2014  •  1.288 Palabras (6 Páginas)  •  227 Visitas

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ROBERTO KOCH: EL PALADÍN CONTRA LA MUERTE

Después de recibirse hizo su internado en un manicomio de Hamburgo, donde cuidando a los locos, difícilmente podían llegar a sus oídos los grandes descubrimientos de Pasteur y de sus microbios. Se paseaba por los muelles con Emma Frantz, a quien le rogó se casara con el. Emma le respondió que se casaría con el con la condición de que se dedicara a ejercer su profesión como buen ciudadano. Koch accedió, la dicha junto a ella logro hacer que se esfumaran sus sueños de aventura y se dedico a practicar la medicina. Mientras Lester en Escocia se dedicaba a salvarles la vida a los pobladores mediante la asepsia. Koch se mantenía aislado del mundo científico. Roberto Koch estaba inquieto, hasta que por fin su esposa le regalo un microscopio para que se distrajera, el cual le llevo aventuras mucho mas curiosas de las que habría imaginado. Pensaba que el que podía hacer para curar a los enfermos, si de muchas enfermedades desconocía su causa; en 1873 ni siquiera los médicos mas eminentes ofrecían mejor explicación sobre el origen de las enfermedades, no creían que los gérmenes fueran la causa de las enfermedades. Koch empezaba a aprender a utilizar su microscopio, le gustaba observar gotas de sangre de ovejas y de vacas muertas de carbunco. En aquel entonces el carbunco era una enfermedad misteriosa que preocupaba a los campesinos de Europa, ya que arruinaba los ganados. A partir de entonces concentro su atención el los animales muertos de carbunco, olvidando sus visitas profesionales cuando una oveja muerta se atravesaba en su camino; frecuentaba las carnicerías para enterarse de cuales eran las granjas afectadas por el carbunco. En los pocos ratos libres que disponía, ponía gotas de sangre negra en cristales delgados perfectamente limpios. Un día al mirar atentamente, descubrió unos pequeños bastoncitos cortos que flotaban agitándose levemente entre los glóbulos sanguíneos. Mientras tanto en Francia, otros hombres de ciencia, Davaine y Rayer, habían observado estas mismas cosas en la sangre de ovejas muertas y habían declarado que eran bacilos, la verdadera causa del carbunco, pero no pudieron demostrarlo y nadie les creyó; pero a Koch lo tenia sin cuidado la opinión de los demás acerca de estos bastoncitos. Curiosamente dejo de estudiar animales muertos, para dedicarse a los sanos, lo que le robo un poco más de tiempo de sus consultas, y estos animales perfectamente sanos descubrió que no aparecía ninguno de los bastoncitos que observaba en los animales muertos, pero seguía sin saber si estaban vivos, si se multiplicaban. Esta obsesión lo hizo olvidarse de sus pacientes. Como no tenía suficiente dinero para tener bacas y ovejas, pensó en contagiar de carbunco a pequeños ratones blancos, si eso era posible podía demostrar que se multiplicaban. De este modo comenzó sus singulares experimentos, de lo que no tenía conocimiento. Encontró una manera segura para contagiar el carbunco a los ratones, como no contaba con jeringas para inyectarles la sangre infectada, cogió astillitas, que limpio y calentó perfectamente, las mojo con sangre contaminada y se las inserto en la base de la cola mediante un pequeño corte y coloco al pequeño ratón en una jaula. A la mañana siguiente encontró al ratón tieso y boca arriba con un color azul plomizo. Extrajo el hígado y los pulmones y observo el bazo que estaba negro y muy hinchado, lo abrió y empezó a examinarlo, observo que estaba lleno de los bastoncitos que había encontrado en la sangre de los animales muertos de carbunco y supo que había logrado contagiar a los ratones el carbunco. Pero aun necesitaba saber como se desarrollaban estos bastoncitos y no podía observarlo dentro del ratón, además desconocía los caldos de cultivo. Un buen día se le ocurrió un método facilísimo para desarrollar a los bastoncitos: en un vidrio delgado coloco una gota de humor acuoso de buey, en esta gota

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