Sistema Inmunitario
chungamovil2 de Febrero de 2014
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Sistema Inmunitario
La respuesta inmunitaria
Primera respuesta inmunitaria
La primera vez que el cuerpo se expone a virus o bacterias particulares, tarda un tiempo en reconocer los organismos invasores y descubrir cómo matarlos. Durante el tiempo transcurrido, las bacterias y los virus crecen exponencialmente, incrementando de este modo el lapso de tiempo necesario para eliminar completamente la infección.
1- Un corte en la piel daña las células y permite que las bacterias ingresen al cuerpo, lo que señala una respuesta inmunitaria de los macrófagos y otras células inmunitarias carroñeras.
2- Los mastocitos liberan químicos que provocan inflamación, lo que permite que otras células inmunitarias ingresen al área problemática.
3- Antes de que lleguen los refuerzos, los macrófagos y otras células inmunitarias ya situadas comienzan a atacar a las bacterias, a cortarlas en partes llamadas antígenos.
4- Los mismos son transportados a los nódulos linfáticos donde los macrófagos se adhieren a los linfocitos B y a los linfocitos T. Los linfocitos B comienzan a producir anticuerpos específicamente para los antígenos o gérmenes antes los cuales el cuerpo ha sido expuesto.
5- Los anticuerpos provocan la respuesta de ciertas células inmunitarias como son los linfocitos citolíticos naturales, los macrófagos y los linfocitos T asesinos para que envuelvan y maten a las células infectadas por bacterias.
6- Los linfocitos T ayudantes señalan los anticuerpos y los linfocitos T asesinos se dirigen a la herida.
7- Mientras que las células inmunitarias se encargan de los gérmenes, otras células llamadas plaquetas comienzan a curar la herida formando coágulos para cerrarla.
Segunda respuesta inmunitaria
La segunda vez que el cuerpo se expone a virus o bacterias particulares, el sistema inmunitario reconoce el organismo invasor con mayor rapidez e inmediatamente sabe cómo combatirlo. Dado que el lapso de tiempo de estos pasos es menor, la infección puede eliminarse con mayor rapidez. Transfer Factor activa una segunda respuesta inmunitaria al tomar prestada la memoria inmunitaria de la vaca y la gallina.
1- Un corte en la piel daña las células y permite que las bacterias ingresen al cuerpo, lo que señala una respuesta inmunitaria de los macrófagos y otras células inmunitarias carroñeras.
2- Los mastocitos liberan químicos que provocan inflamación, lo que permite que otras células inmunitarias ingresen al área problemática.
3- Antes de que lleguen los refuerzos, los macrófagos y otras células inmunitarias ya situadas comienzan a atacar a las bacterias, a cortarlas en partes llamadas antígenos.
4- Los mismos son transportados a los nódulos linfáticos donde los macrófagos se adhieren a los linfocitos B y a los linfocitos T. Los linfocitos B comienzan a producir anticuerpos específicamente para los antígenos o gérmenes antes los cuales el cuerpo ha sido expuesto.
5- Los anticuerpos provocan la respuesta de ciertas células inmunitarias como son los linfocitos citolíticos naturales, los macrófagos y los linfocitos T asesinos para que envuelvan y maten a las células infectadas por bacterias.
6- Los linfocitos T ayudantes señalan los anticuerpos y los linfocitos T asesinos se dirigen a la herida.
Mientras que las células inmunitarias se encargan de los gérmenes, otras células llamadas plaquetas comienzan a curar la herida formando coágulos para cerrarla.
El sistema inmunitario, que está compuesto por células, proteínas, tejidos y órganos especiales, nos protege contra los gérmenes y microorganismos que nos acechan en nuestra vida cotidiana. En la mayoría de los casos, el sistema inmunitario realiza un gran trabajo manteniéndonos sanos y previniendo posibles infecciones. Pero a veces los problemas del sistema inmunitario pueden provocar enfermedades e infecciones.
¿Qué es el sistema inmunitario y qué funciones desempeña?
El sistema inmunitario es el sistema de defensas del cuerpo contra los organismos infecciosos y otros agentes invasores. A través de una serie de pasos denominada respuesta inmunitaria, el sistema inmunitario ataca a los organismos y sustancias que invaden nuestro cuerpo y que podrían provocarnos enfermedades. El sistema inmunitario está compuesto por una red de células, tejidos y órganos que colaboran entre sí para proteger nuestros cuerpos.
Las células que forman parte de este sistema de defensa son los glóbulos blancos, o leucocitos. Los hay de dos tipos básicos diferentes (que veremos más adelante), que trabajan conjuntamente y se complementan para localizar y destruir los organismos o sustancias que provocan las enfermedades.
Los leucocitos se fabrican o almacenan en muchas partes diferentes del cuerpo, incluyendo el timo, el bazo y la médula ósea. Por este motivo, estos órganos se denominan órganos linfoides. También hay cumulos de tejido linfoide en todo el cuerpo, prioritariamente en forma de ganglios linfáticos, que también albergan leucocitos en su interior.
Los leucocitos circulan por todo el cuerpo entre órganos y nódulos a través de los vasos linfáticos. (Puede pensar en los vasos linfáticos como una especie de autopista entre áreas de descanso, que serían los órganos linfoides y los ganglios linfáticos). Los leucocitos también pueden circular a través de los vasos sanguíneos. De este modo, el sistema inmunitario funciona de forma coordinada para detectar cualquier sustancia que pudiera provocar problemas.
Hay dos tipos básicos de leucocitos:
• Los fagocitos son células que destruyen a los organismos invasores fagocitándolos, es decir, devorándolos literalmente.
• Los linfocitos vienen a ser como la memoria del cuerpo en lo que a infecciones se refiere, ya que le permiten recodar y reconocer a invasores previos.
Hay diversos tipos de células que se consideran fagocitos. El tipo más frecuente son los neutrófilos. Éstos luchan prioritariamente contra las bacterias. De modo que, cuando a un médico le preocupa que un paciente pueda tener una infección bacteriana, puede solicitar un análisis de sangre para averiguar si el paciente tiene o no una cantidad de neutrófilos por encima de lo normal desencadenada por la supuesta infección. Otros tipos de fagocitos desempeñan otras funciones para asegurar que el cuerpo reacciona adecuadamente a tipos específicos de invasores.
Hay dos tipos de linfocitos: los linfocitos B y los linfocitos T. Los linfocitos se fabrican en la médula ósea y, bien permanecen allí y maduran a linfocitos B, o bien se desplazan hasta el timo, donde maduran a linfocitos T. Los linfocitos B y los linfocitos T desempeñan funciones diferentes: los linfocitos B vienen a ser el sistema de inteligencia militar del cuerpo, encargadas de buscar a los invasores y enviarles soldados para que los ataquen. Los linfocitos T son los soldados, encargadas de destruir a los invasores que ha identificado el sistema de inteligencia. He aquí como funciona el proceso.
Las sustancias que invaden el organismo se denominan antígenos. Cuando se detecta un antígeno en el organismo, varios tipos distintos de células colaboran para identificarlo y reaccionar en consonancia. Estas células desencadenan la producción de anticuerpos en los linfocitos B. Los anticuerpos son proteínas especializadas que se adhieren a antígenos específicos. Los anticuerpos y los antígenos encajan perfectamente entre sí como si se tratara de una llave y una cerradura.
Una vez los linfocitos B fabrican los anticuerpos, esos anticuerpos siguen existiendo en el organismo de la persona. Eso significa que, si el mismo antígeno volviera a entrar en el organismo de esa persona, los anticuerpos ya estarían allí para cumplir con su función. Por eso, cuando una persona enferma de determinada enfermedad, como la varicela, lo más habitual es que no vuelva a contraer la misma enfermedad. Y por eso tambien utilizamos las vacunas, a modo de prevención, asi las personas vacunadas no contraen determinadas enfermedades. Lo que hace una vacuna es introducir en el organismo el antígeno de un modo que no enferma a la persona vacunada pero que desencadena en su organismo la respuesta de fabricación de anticuerpos que la protegerán de ataques futuros del germen o sustancia causante de la enfermedad.
Aunque los anticuerpos pueden reconocer un antígeno y adherirse a él, no pueden destruirlo sin ayuda. Y ahí es donde intervienen los linfocitos T. Estos forman parte del sistema que destruye los antígenos que han sido identificados ya sea por los anticuerpos o por aquellas células que han sido infectadas o han cambiado por algún motivo. De hecho, algunos de los linfocitos T se denominan células asesinas, o células k (por el inglés; killer = asesino). Los linfocitos T también contribuyen a indicar a otras células (como los fagocitos) que desempeñen su función.
Los anticuerpos también tienen la facultad de neutralizar toxinas (sustancias venenosas o nocivas) fabricadas por diversos organismos. Y, por último, los anticuerpos pueden activar un grupo de proteínas denominadas complemento que también forman parte del sistema inmunitario. El sistema del complemento participa en la destrucción de bacterias, virus y células infectadas.
Todas estas células altamente especializadas y organos del sistema inmunitario ofrecen al organismo
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