Sociología Bielich

Considero que Bielich enfoca el problema de manera sociológica en el que si bien reconoce a los autores como individuos únicos, también afirma que actúan según sus categorías que son definidas por la sociedad. Es decir, muestra el impacto de la sociedad sobre las acciones que recurren los choferes al manejar. La influencia de una falta de regimiento estatal, conduce a crear una solución a manos de la población, no por elección, sino por necesidad. Asimismo, nos desfamiliariza de un tema que no ha  representado curiosidad al ser casi monótono al explicar, pues para todos es común el tema de las “bestias” en la pista, pero este problema no parece ser propiamente de los choferes como se suele asociar: la sociedad ha determinado las acciones de los choferes.

Según Bielich, los choferes de estas unidades no son la única fuente de este caos en el transporte público. También se le otorga responsabilidad al marco institucional, en el cual el Estado es ineficiente y no organizado, lo que conlleva una desregulación; el diseño del espacio de la movilidad, el cual no consta de una estrategia común en el diseño de Lima; el sistema laboral, las empresas de transporte muestran informalidad y falta de organización, lo que fomenta el transporte público masivo; las prácticas de los actores en el tránsito, en el que cada individuo se ve influenciado por los anteriores ámbitos mencionados. Dentro de este último encontramos a los peatones, choferes y cobradores, estos últimos usualmente llamados “bestias” al conducir de manera irresponsable muchas veces.

No obstante, esto no se debe a un mero placer de transgresión como estamos familiarizados pensar, sino por la falta de regulación por parte del Estado en el transporte público. Si bien ante el decreto dejó en manos de empresas privadas el orden de este, no sirvió a largo plazo, pues los choferes y cobradores continúan contando con un sueldo variable, es decir, su sueldo depende del día. Esto sin contar los gastos externos como la gasolina. Su suelo se verá afectado si no capta la mayor cantidad de pasajeros en el día a través de tácticas, lo que suele ser el “correteo” y el “chantarse”. No se duda que muchos de los choferes sepan las reglas de tránsito, pero por la necesidad de ganar más al día transgreden estos. El problema es el sistema de transporte: la ineficiencia del Estado. Por eso, como dice Bielich, impartir clases de educación vial no va a mejorar la situación. Dejemos de considerarlos principales autores de este caos, ya que con una reforma del sistema, no habría necesidad de transgredir las normas por llevar un sol más.

Por esto mismo, creo que podemos ver este problema desde el enfoque de un contexto social. En el cual los choferes no son tan individualistas en cuanto a sus decisiones, se ven influenciados por decisiones de la sociedad. Considero que son categorizados socialmente con inferioridad por el supuesto de no saber las reglas de transito; no obstante, también los peatones son parte al no tener un panorama más particular en el que podemos desarrollar medidas generales como analizar que el problema de los choferes es responsabilidad también del Estado. Continuar con la marginación de “bestias” manejando, por más que eso sea lo que vemos día a día, es categorizarlos por su propia autonomía independiente del Estado.

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