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Ana y su amor por los libros


Enviado por   •  28 de Febrero de 2023  •  Ensayos  •  1.589 Palabras (7 Páginas)  •  59 Visitas

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División Ciencias Sociales y Humanidades [pic 1][pic 2][pic 3]

LICENCIATURA EN DERECHO

Lectura y Redacción

PRODUCTO INTEGRADOR

Profesor:

AGUSTÍN GARCÍA MENDOZA

Alumna:

Esthefany del Carmen Montero López 223Q4005@alumno.ujat.mx


Ana y su amor por los libros

Ana Anderson era una niña dulce y mimada, sus padres la consentían con todo, no había dulce o juguete que no consiguiera, sus dulces ojos, y su largo cabello negro la hacía verse más angelical y bonita, ella era única hija tal vez de allí la razón.

Era una tarde de verano ella estaba festejando el cumpleaños 56 de su madre cuando todo sucedió, a pesar de tener aun sus 14 añitos, sus padres la habían tenido algo grandes, por lo que muchas veces los confundían con sus abuelos.

Su madre tenía algunas arruguitas pronunciadas, pero ella siempre le decía que se veía mas joven cada día, lo mismo sucedía con su padre, el era de piel gruesa, pero de ojos amables y cansados con su hija, ella le gustaba decirle “pequeño hombrecillo guapo” por que la cara del hombre anciano se iluminaba y la abrazaba amorosamente.

La hora de partir el pastel había llegado, pero ella seguía perdida en sus pensamientos, no fue si no, el toque de su madre en su hombro que la hizo reaccionar y sonreírle inmediatamente.

-Ayúdame Anita

Su madre canturreo alegremente y le extendió el cuchillo para partir el pastel.

Ayudo a su madre a partirlo y repartirlo, la tarde transcurrió así, alegre y con historias chistosas y juguetonas por parte de sus padres y amigos.

Fue una tarde muy buena para la pequeña Ana.

Pero como en toda historia demasiado feliz, algún suceso terriblemente desafortunado debía de suceder…

Primero una explosión se escucho muy cerca de su casa, en este momento todos en la casa ya se estaban asustando, gritos y algunos llantos por personas se empezaron a escuchar.

La pequeña Ana igual se encontraba al borde del pánico algunas lagrimas rodaron por su mejilla, y empezó a gritar cuando un temblor hizo los cimientos de la casa temblar, ahora corriendo busco a sus padres quienes estaban afuera en el patio de atrás tomándose fotos de recuerdo.

Fue muy tarde se repitió una y otra vez al ver la estatua pesada de metal estar montada en el cuerpo de sus padres.  Una mano inerte, fría y sin vida se asomaba y un anillo de boda adornaba aquella fina mano de mujer.

No se acercó, su interior decía que eran ellos, el zapato de su padre, la mano de su madre.

Su mirada cayó al suelo, y la ahora huérfana Ana camino por los pasillos de su casa temblorosa, un fin de bueno momentos paso por su mente al recorrer toda la casa hacia la salida, y sin quiera notar la presencia de aquella niña, todos empezaron a caminar entre llantos y lamentos por lo largo de la calle, donde el cuerpo ahora sin sentimientos ni emociones de Ana caminaba también.

Fue una horrible noche para todas las personas, pero el día llego tan rápido, así como lo que había sucedido, niños huérfanos y personas sin casa por aquel temblor, hizo a la personas refugiarse en los albergues improvisados que ponían a su disposición el gobierno.

Escuelas, iglesias y bibliotecas oscilaban a personas desafortunadas, y entre ellas la pequeña Ana quien se había quedado en una biblioteca del centro, era grande y con aroma a viejo, libros se encontraba en los anaqueles y vitrinas, pero ahora eran los menos notados en este momento.

Ya habían pasado exactamente 4 días de lo sucedido, algunas personas se fueron y otras aún se quedaban en espera de mejorar su situación, entre ellas Ana, la niña dulce había desaparecido ahora su largo cabello negro carecía de brillo, sus ojitos eran apagados y se podía decir que la niña había perdido mucho peso, pues su carita estaba chupada como un hueso, y las ropas que les habían dado les quedaba tan holgada que podría usarla como sabana.

Ella ya había llamado la atención del encargado de aquella librería “Que desafortunada niña” pensaba el hombre de unos 49 años.

Como todo los días se encargo de llevarles de comer a todas las personas, pero como siempre, aquella niña de ojos tristes hizo una mueca de disgusto apartando aquel plato caliente.

Suspiro y sin poder pasarlo de alto encaro a la chiquilla.

-Niña si no comes te enfermaras…

Suspiro al no ver rección alguna de la niña y prosiguió.

-No te diré que todo estará bien, por que la verdad nada lo está, por tu carita veo que fuiste una de la que este terrible suceso marco más

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