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El Golpe de Estado de 1976 y su impacto dentro de la educación argentina


Enviado por   •  10 de Abril de 2023  •  Ensayos  •  2.661 Palabras (11 Páginas)  •  51 Visitas

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE JUJUY

FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES

CÁTEDRA:     Historia de la Educación Argentina y Latinoamericana -2022-

Carrera: Prof. y Lic. Cs.de la Educación

 

ENSAYO FINAL: “El Golpe de Estado de 1976 y su impacto dentro de la educación argentina”

DOCENTE ENCARGADO: Prof. Yepéz; Prof. Sara Zerpa; Prof. Valeria Macía

INTEGRANTES:

Apellido, Nombre:

  • FLORES, MARIÁNGELA GISSEL LC-00243/ PC-00177

                                SAN SALVADOR DE JUJUY, SEPTIEMBRE 2022


Introducción:

El presente ensayo se enmarca dentro de la catedra Historia de la Educación Argentina y Latinoamericana de la carrera Profesorado y Licenciatura en Ciencia de la Educación de la Facultad de Humanidad y Ciencias Sociales, sede San Salvador de Jujuy, Jujuy. El mismo tiene como eje temático principalmente “el Golpe de Estado de 1976 y su impacto dentro de la educación argentina”. Es esta temática lo que hace preguntar ¿cómo influyó este gran dolor en cada aula de la Argentina? Si bien, es importante destacar que se realizaron numerosos cambios dentro de las políticas educativas, como así también represiones y desapariciones a los que pensaban distinto al gobierno de facto de turno, pero además nos invita a reflexionar como los sucesos históricos de un país marcan toda un generación que recuerda el dolor de la perdida de la democracia, de la autonomía, de la libertad de expresión y de su propio derecho universal: al educación, transformándola o enfatizando aún más los elementos de control de la conducta y la obediencia nacional.


Desarrollo.

“Es imposible enseñar sin ese coraje de querer bien, sin la valentía de los que insisten mil veces antes de desistir. Es imposible enseñar sin la capacidad forjada, inventada, bien cuidada de amar. (…) La de enseñar es una tarea profesional que exige amorosidad, creatividad, competencia científica, pero que rechaza la estrechez cientificista, que exige la capacidad de luchar por la libertad sin la cual la propia tarea perece.”

Paulo Freire, Cartas a quien pretende enseñar

Estas palabras del pedagogo Paulo Freire impulsa a reflexionar sobre el acto educativo y es inevitable preguntarse ¿amar? ¿Enseñar es amar?, y no caer en enfoque positivista en donde se piensa que el acto de enseñar es única y exclusivamente la idea de transmisión de saber lineal, sin involucrarse, sin tomar en cuenta al alumno, sin transformar y ser transformado. Sabemos que este acto honorable no se queda estancado en un sí y solo si, sino que es un vaivén de situaciones de subidas y bajadas que no tiene otro fundamento y objetivo que la pura tarea de instruir y formar sujetos pensantes, críticos y trasformadores de la sociedad. Esto es lo que no se evidenció en la época de la dictadura militar de 1976-1983, en donde el sistema educativo sufrió atropellos y violencias, absurdas, repentinas, inminentemente determinadas por el contexto que la sociedad vivenciaba en ese momento histórico del llamado Golpe de Estado Militar.

Para comenzar, por tanto, es preciso definir qué es un Golpe de Estado, puntualmente este tipo de hecho histórico de un país surge a partir de la toma repentina y violenta del poder político por parte de un grupo organizado de índole militar o rebelde, el cual sustituye la autoridad existente a la fuerza, violentando la legitimidad institucional de un Estado, y sin seguir las leyes de sucesión del poder que estén establecidas. A lo largo de la historia argentina se produjeron innumerables sucesos de este tipo, que corrompieron la paz, la autonomía y la libertad, sin embargo, este capítulo de la historia argentina denominada “el Proceso de Reorganización Nacional” es recordada como el gobierno de dictadura militar más sangrienta y terrorista de toda la memoria argentina.

En toda América Latina, los pueblos eran víctimas de gobiernos dictatoriales y represivos, enmarcados dentro del Plan Cóndor, conducido por Estados Unidos. Dicho plan tenía como objetivo eliminar toda la amenaza comunista de América, por lo cual los gobiernos de facto debían atacar a cualquier persona que fuera oposición de dicho régimen, denominándola como “subversiva”. Cabe aclarar, que estos gobiernos recibían subsidios económicos por parte de Estados Unidos, encabezado por el presidente republicano Gerald Ford, para financiar el Golpe de Estado.

El llamado “Proceso de Reorganización Nacional”, por su parte, tuvo lugar entre los años 1976 y 1983, puntualmente dando inicio de la misma un 24 de marzo de 1976 al mando del presidente de facto Jorge Rafael Videla. Este hecho histórico es caracterizado, por un lado, por la desaparición forzada de miles de argentinos, entre ellos niños, estudiantes universitarios y muchos otros simpatizantes de cualquier movimiento de protesta o crítica social, dentro de los cuales, de acuerdo con los organismos de los Derechos Humanos estiman un numero de 30.000 desaparecidos, mientras que los informes otorgados por la CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas) registro en el 1984 unas 9.000 personas desaparecidas de manera forzosa. Por otro lado, es distinguido por el incremento de la deuda pública argentina, la quiebra de varios bancos e entidades financieras, cierre de innumerables industrias, censura de voz y prensa como así también una política sistemática de robo de niños, una política represiva hacia las minorías, una prohibición de toda actividad política y, por supuesto, el “disciplinamiento” del sistema educativo.

Ese mismo oscuro 24 de marzo, en donde Argentina se tiño de rojo se produjo un “asueto educacional” que se extendió por varios días de incertidumbre dentro de todos los niveles educativos. No es extraño si se piensa que para reorganizar el país, se debe también hacerlo con el sistema educativo vigente. Ese mismo proyecto pedagógico que pugnaba por la homogeneización, laicidad, gradualidad, gratuidad y la obligatoriedad de la educación primaria fue desmantelado por el gobierno, ya que dos días después del Golpe, el delegado militar ante el Ministerio de Cultura y Educación, Cesar Guzzeti, comenzaba a designar miembros de las Fuerzas Armadas en las diferentes divisiones perteneciente a dicho Ministerio. Esto se realizó de esta manera para ejercer un control de comportamiento e ideológico pleno de los actores del acto educativo, como así también de las instituciones, para erradicar los elementos “subversivos” que podrían reproducirse en los establecimientos educativos. Así, de a poco, el sistema educativo comenzaba a perder su razón de ser y existir.

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