Maestro, enseñanza y aprendizaje

Maestro, Enseñanza y Aprendizaje.

A través de la historia el maestro se ha visto como un ejemplo a seguir, como alguien respetado y querido por la sociedad, pero también desmeritado y criticado por quienes desconocen su labor y el rol que este ejerce.

Habitualmente, la sociedad, ha vivido con la percepción de que el maestro es el responsable de los fallos académicos generalizados y por ende como sociedad, demeritando y no reconociendo las tareas propias, las vicisitudes y las contrariedades que hay detrás del proceso de enseñanza. Con ello no se hace referencia exclusiva a la formación como maestro, sino también, al aprendizaje que se requiere para poder transmitir el conocimiento, lo que circunscribe un cúmulo de saberes, habilidades y experiencias pedagógicas que el maestro debe poseer para poder enseñar.

Pese a lo anterior, muchos sectores de la sociedad, hablan de la pedagogía y de los maestros como si en realidad conocieran el verdadero significado y la trascendencia de la labor. Esto es uno de los factores por la cual la profesión docente ha sido desvirtuada y se le ha restado importancia. De igual manera, existe la falsa concepción de que la enseñanza es la última opción profesional que se toma en caso de contingencia.

Contradictoriamente, esa misma sociedad, entiende a la pedagogía como un quehacer diario de buenas acciones, pero se apegan a la creencia, ampliamente extendida, de que “la letra con sangre entra”, haciendo referencia a una educación negativa encargada de hacer a un individuo obediente mediante la intimidación para que cumpla con sus asignaciones mientras que análogamente aprende lo que se le enseña.

Frente a este escenario, se pone en evidencia que algunas personas no tienen una postura crítica en este respecto y se olvidan de que la enseñanza no solo se da en la escuela sino que también involucra la formación del hogar y la sociedad. Al hablar del término maestro, no se puede caer en el error de restringirlo exclusivamente a una persona que enseña en un aula de clase, en realidad el maestro es un facilitador que domina su disciplina y que, por medio de una método asertivo, es capaz de brindar las herramientas necesarias para la comprensión del mundo desde diferentes puntos de vistas, mientras aprenden a convivir y son productivos (Ministerio de Educación Nacional, 2005).

No obstante, un maestro de escuela se diferencia por el conocimiento, la experiencia, las habilidades procedimentales y el conocimiento de los requerimientos técnicos que debe poseer para ejercer esta labor, donde se destacan: los conocimientos específicos, las estrategias didácticas y metodológicas, las competencias comunicativas, el manejo del tiempo y espacio, buen trato, escucha y disciplina. Todo ello, sin dejar a un lado que, el maestro enseña para la vida.

Por otro lado, se debe saber que el maestro no es solo quien desempeña la labor de enseñar en el aula, sino que también coexisten otra figuras importantes como por ejemplo: el instructor, el cual “asume el rol de facilitador del aprendizaje, orientador y apoyo, quien retroalimenta y evalúa al aprendiz durante su proceso formativo, haciendo uso de distintas técnicas didácticas activas” (SENA, 2019).

Lo dicho estriba en la perdida de los rasgos y objetivos característicos de la escuela, los cuales están apegados a un sujeto con saberes básicos para que luego los use para un propósito colectivo: la superación. Sin embargo, se ha llegado al punto de la burocratización de la escuela, medida esta, en función de resultados académicos con pruebas estandarizadas institucionales, nacionales e internacionales y el número de graduados por año lectivo; pero hablar de educación de calidad es irrisorio al observar las condiciones de vulnerabilidad y la brecha de la desigualdad a la que está sujeta una gran parte de la población

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