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Amor infinito

kare1983Monografía13 de Octubre de 2020

11.502 Palabras (47 Páginas)187 Visitas

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                                                     Prólogo

Desde que inicié mi bachillerato, mis padres siempre me inculcaron que los estudios requerían de una cantidad de preparación. Nuestra sociedad últimamente está predilecta a saber a qué universidad asistirás antes de preguntar tu nombre y que está es una parte esencial de la valencia de alguien y determinación de nuestro futuro. Cada evaluación con buena calificación reposaba en una carpeta que giraba en torno a mi futuro en la universidad. La NYU estaba en mis planes luego de mis opciones ofrecidas. Realmente ni siquiera sabía cuáles asignaturas optativas escogería para mi inicio. Todo me parecía trivial, suelo ser ingenua, aunque de cierto modo sigo siéndolo. Una vez mi vida planificada de «bachillerato a la universidad» debía empezar a tener en mente lo que quería hacer. Después de todo la universidad abarcaba mucho más que obtener un título y ningún grupo de lectura o curso de preparación iniciaría un cambió alterno para la vida misma.

Capítulo I

Menuda mañana la de el sábado, mi madre programó mi despertador a las 6:00 am... Así que estaba por fastidiar mi mañana en cualquier momento, no dormí recordando mi planificación y  asegurándome de que había puesto a la vista todo lo que necesitaría llevarme. Por mucho que había estado anticipando este dia... Jamás creí sentirme tan nerviosa.

— ¡Lynn! —grita mi madre desde la cocina.

 No respondí, sólo coloqué mi almohada encima de mi cabeza — ¡Lynn! —dice esta vez un poco más fuerte.

— ¡Ya estoy despierta!  —contesto.

Recuerdo el día en que llegó mi admisión a la NYU estaba emocionada y ansiosa por la respuesta definitiva, así que una vez la supe, empecé a dar brincos por todo el departamento.

Mi madre lloró por horas. Mi padre intentaba tranquilizarla, pero ella simplemente seguía haciéndolo. Yo, por otro lado estaba feliz y me enorgullecia de que mi esfuerzo durante todos estos años haya dado el fruto que esperaba.

 El agua de la ducha estaba fría, así que no tardaría en despertarme. Un rato después empiezo a enjabonarme el cuerpo y permanezco un rato bajo el agua e intentó apaciguarme.

Al salir de la ducha me envuelvo en la toalla y tomó mi tiempo para peinar mi cabello.

Mi padre pasó toda la noche escogiendo lo que me pondría, a mi me daba igual, pero el insistió en un vestido de flores que me había obsequiado una semana antes y unas sandalias..., (Dios, odio usarlas) Así que decidí cambiarlas por mis Toms.

— ¡Lynn!  ¡Sal ya de la ducha!

— ¡Ya te he escuchado mamá! Estoy lista, ¿podrías ya calmarte? —digo acercándome  a ella.

— ¡¿Qué tanto hacías en la ducha?!

 Mi mamá ha estado nerviosa desde hace dos semanas antes de esto, así que debo asegurarme de que entre nosotras dos quien no pierda la paciencia, sea yo. He estado planeando este momento desde el principio y espero seguir mi plan durante esta mañana.

— ¿Terminaste de organizar tus cosas?

— Estaba duchandome mamá. —digo tomando un sorbo de café, quién durante mis años de vida, se había vuelto mi elixir.

— Debes apresurarte a hacerlo. —dice en tono serio y asiento.

No quiero iniciar una discusión ahora sobre cosas absurdas, necesito estar tranquila. Así que termino mi café y me dirigo a mi dormitorio.

— ¿Lynn? —pregunta mi padre desde la puerta de mi dormitorio.

— ¿si?

— Quería saber si tenías tus cosas listas y estabas bien..., —solté un suspiro y al parecer fue demasiado obvio. —Déjame y te ayudo.

— Gracias papá.

Mí papá me hará falta, necesitaré de él constantemente. Me ha enseñado tanto. Cómo ser el mejor ser humano posible. Pues una vez que le mostramos nuestra parte sensible, será más fácil destruirnos, y el quería evitar eso.

— Es relativo lo de  «La gran manzana»

Además, extrañaré su rara manera de bromear

— Ya se que es relativo. —respondí y soltó una risotada.  

Mi vuelo despegaba a las 10:00 am, lo que significaba que ya estábamos por irnos.

Entré a mi habitación y le di un último vistazo, ordene mi cama y mis libros. Extrañaré estar aquí y recostarme en mi cama mientras observó las estrellas decorativas que tienen el techo de mi habitación.

Una vez todo arreglado, mi madre gritó unas cuántas veces para que nos apresuraramos. Insistió en que diera un último vistazo a mis cosas, pero le asegure varias veces que tenía todo listo, no quería. Pero aún así, fue en mi lugar a dar un último chequeo a mis cosas y podría jurar que tenía una lista en mano.

El trayecto al aeropuerto estuvo tranquilo y agradable. Mi padre iba bromeando como de costumbre, diría que mi madre estaba más tranquila y mis hermanos iban discutiendo porque estaban muy juntos unos a otros.

Tengo la maravillosa fortuna de no tener dos, si no tres hermanos.

Siento que voy a desmayarme de un momento a otro

— Cuida mucho a los más pequeños —digo a mi segunda cascarrabias. —No discutas con ellos y enseñales lo mejor. Te quiero mucho. —Me ofreció un abrazo y asintió a mi orden.

— ¿Te vas para siempre? —preguntó mi pequeño humanoide

— No, sólo iré a estudiar pero deben prometerme que obedeceran ¿está bien? —asintieron.

Juntamos las manos para realizar nuestra promesa y tengo que admitir que hubo muchos sentimientos encontrados.  Estos niños son lo mejor.

— Te dije que cumplieras 15, no que te fueras a la universidad —dice mi madre mientras me acerco a ella.

— Es por ustedes, para enorgullecerlos.

— Siempre estuvimos orgullosos de ti y nunca dudamos que harías lo que te propusieras. —Dice ella, estrechandome contra sí.

— ¿A quién le contaré mis chistes?

— Papá... —Lo abrace y le di un pequeño beso en la mejilla.

— Mamá —digo mientras me vuelvo a ella de nuevo. —Cuida mucho del abuelo, ¿esta bien? Avisenme si sucede algo, haré lo posible por llegar aquí... Yo..., —me interrumpió.

— Tú abuelo estará bien, no te preocupes. Te avisaré si sucede algo. —asentí.

Este viaje a NY me había estado teniendo preocupada, con mi abuelo enfermo..., Muchas de las ganas desaparecieron.

— Te extrañaremos mucho. Te amamos cielo.

— ¡Y yo a ustedes!

 El viaje estuvo agradable. A pesar de que fueron 5 horas de vuelo. Llevé mi ejemplar de Orgullo y Prejuicio y empecé mi lectura.

Había un hombre sentado junto a mi, que para ser de pequeño tamaño la silla, realmente soportaba su peso. Se movía mucho y resultaba bastante incómodo. No suelo ser irrespetuosa, pero era muy molesto y estaba colmando la poca paciencia que me quedaba.

— ¿Que diablos te pasa? ¿Acaso no ves que estoy sentada en la silla de al lado? —digo en respuesta a su lanzamiento en el asiento.

— Es mi asiento. —dice en tono de sarcasmo.

— ¿Y?..., Disculpa, pero aún siendo tu "asiento" deberías de respetar el espacio, además no puedes lanzarte así como asi.

— Eres una mocosa irritante.

— Es un imbécil. —abrió los ojos como platos y me lanzó una mirada asesina. Una de las azafatas se acerco a ver que sucedía así qué le comenté aquello, quiso dejarlo allí para evitar más inconvenientes, pero me rehuse a cambiar de lugar, lo cual ocasionó que el tipajo y la azafata me miraran con cara de odio, pero en realidad no me importó.

Al llegar eran las 2:00 pm, quería ir al departamento y establecerme, pero primero debía pasar por la universidad y registrarme. Debía encontrarme con Allen. Mi mejor amigo. El estaba un año más adelantado que yo. Nunca llegamos a hablar acerca de escoger las mismas universidades. Simplemente sucedió así.

Pague un taxi hacia el centro de la ciudad y luego emprendi mi viaje caminando. Era nueva, pero quería inspeccionar. Me topé con un kiosco que tenía varias camisetas y tazas que decían «love New York» y si soy sincera... Esto de caminar requería de un mapa.

— ¡Hola! —digo al señor con barba perfectamente arreglada, ojos grises, cabello un tanto canoso y piel morena. Me parecía familiar. Pero no lograba entender por qué.

—¿Si? Dígame hermosa señorita, ¿qué necesita? —sonreí.

— Mm, necesito un mapa de la ciudad... Si no es molestia...

— ¡Por supuesto que no! —dice mientras se da la vuelta y revisa unas cuántas cajas para darme un mapa. —Aquí tiene.

— Muchas gracias, ¿cuánto es? —pregunté mientras buscaba el dinero en mi bolso.

— Oh, no es nada... —lo interrumpo.

— Debo de dejarle propina, me ha ayudado.

— No hace falta, considerelo un regalo. —lo miro un tanto dudosa, pero debe de haberse dado cuenta, ya que insistió con  la mirada.

— Muchas gracias.

— ¡No hay de qué! Adiós, hermosa señorita. —lo miro, le regale una sonrisa y muevo la mano en gesto de despedida. Emprendó mi viaje hacia las instalaciones de la universidad, que al parecer estaba tan sólo a dos calles del kiosco de aquel amable señor, entré en lo que parecía el vestíbulo de aquel gigante edificio. Una vez dentro, debía esperar que la fila de estudiantes se despejara.

...

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