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Adorno Crítico De Hegel


Enviado por   •  23 de Octubre de 2013  •  8.001 Palabras (33 Páginas)  •  283 Visitas

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Adorno y Hegel

Xabier Insausti (EHU/UPV)

(Trabajo realizado con ayuda del proyecto EHU12/23: EL inmanentismo como categoría filosófica articuladora de la filosofía actual)

Introducción

Mucho y desde muy pronto se comenzó a discutir ya sobre la actualidad o no actualidad de la Escuela de Frankfurt, de sus planteamientos. Max Bense planteaba que la teoría quedó anticuada ya en el exilio californiano mismo, que no respondía a la realidad. También Habermas pensaba lo mismo. Ya en 1970 y posteriormente en 1983, al retomar la docencia en la Universidad de Frankfurt, expresó su intención de no continuar la tradición de sus predecesores. Dijo que esa tradición de pensamiento pertenecía a otra época por cuanto respondía a una situación ya superada. Ahora, dice, “el comportamiento adecuado es la exploración y el revisionismo sin consideraciones” (“Bemerkungen zu Beginn einer Vorlesung”, in: Die Neue Unübersichtlichkeit, Frankfurt/M. 1985).

Pero esta revisión olvida algo fundamental. Las tendencias que Horkheimer y Adorno detectaron como tendencias inherentes al capitalismo, especialmente al capitalismo tardío (Spätkapitalismus), siguen presentes hoy. Incluso con más virulencia que entonces. La capacidad de regeneración del capitalismo es más fuerte y terca que la de sus concurrentes. La fase liberal del capitalismo hasta los años 60 del siglo pasado dio paso a una fase mucho más agresiva, llamada neoliberal, de control del capital y del monopolio. Ahora más que nunca necesitamos una teoría renovada, una revisión de los errores del pasado.

Con Adorno se acaba una fase de la trayectoria que comenzó a finales de los años veinte del siglo pasado (la llamada Escuela de Frankfurt) y que luego fue transformada radicalmente por Adorno y Horkheimer, dándole el nombre de Teoría Crítica. La operación filosófica que realiza Habermas es un retroceso de un marxismo hegeliano a un pragmatismo kantiano, como él mismo lo ha reconocido. Esta operación es todo menos inocente. Habermas lanza por la ventana, junto con el agua de la palancana, también al niño que se hallaba en ella. No es de extrañar que sus seguidores, como Axel Honneth y otros, propongan de nuevo una vuelta a Hegel, volver a recuperar los motivos hegelianos dejados de lado por Habermas. Dos monografías, bien diferentes en su interpretación, han recogido la historia de este largo periplo filosófico. Alex Demirović en su obra: Der nonkonformistische Intellektuelle. Die Entwicklung der Kritischen Theorie zur Frankfurter Schule (Suhrkamp, Frankfurt 1999) y Rolf Wiggershaus: Die Frankfurter Schule. Geschichte Theoretische Entwicklung Politische Bedeutung (dtv, München 1988).

El diálogo con Hegel (también con Kant) se halla presente en la Escuela de Frankfurt desde el comienzo. Horkheimer, la gran autoridad y coordinador de la Escuela, concibió la idea de un programa interdisciplinar de trabajo entre especialistas de diversas materias, pero con una base teórica materialista común. Se suele considerar su artículo “Traditionelle und kritische Theorie” (“Teoría tradicional y teoría crítica”, 1937) como el referente teórico de esta primera fase. En este artículo programático Horkheimer deslindó la labor de una teoría crítica de la de una teoría tradicional, elaborando así el principio metodológico de trabajo del Instituto. La teoría crítica, a diferencia de la tradicional, es consciente de su procedencia social y busca su repercusión y aplicación en el ámbito socio-político; se entiende como un modo de autorreflexión del proceso histórico; por ello tiene en cuenta sólo aquellas normas y principios que de algún modo se hallen anclados en la realidad histórica. La emancipación se define como el proceso de dominación de la naturaleza y de la historia. Este modo de afrontar el trabajo teórico tiene su antecedente más ilustre en la izquierda hegeliana, cuyo representante por excelencia es Marx. Se puede decir que la Teoria social Crítica se inició con Marx, entendido como successor de Hegel. Se aleja, por lo tanto, de una noción normativa al estilo kantiano y se inspira en el modelo dialéctico hegeliano.

1. Kant, referencia a finales de los años 20

Es por tanto fundamental entender lo que significa Kant en la tradición europea. Y fue sobre todo Horkheimer el que le dedicó extensos ensayos a interpreter su filosofía. De un modo general, interpreta Horkheimer que Kant es la Ilustración europea, el punto de partida ineludible.

También lo entendieron así los neokantianos y Heidegger. En la famosa discusión en Davos (1929) se discutió sobre cómo debía interpretarse adecuadamente a Kant. Los tres, Cassirer, Heidegger y los frankfurtianos (aunque éstos últimos no estuvieron presents en Davos seguían muy de cerca las discusiones), están de acuerdo en que Kant recoge la tradición europea anterior de tal modo que ya no podemos volver hacia atrás. Pero las diferencias entre ellos son fundamentales. Los neokantianos ven a Kant como el punto final (aunque ya en esta época los neokantianos, y especialmente Cassirer, defendían posturas mucho más abiertas); Heidegger, como un cañamazo sobre el que tejer sus propias reflexiones; Horkheimer entiende que Kant abre un camino que lleva hasta Marx pasando por Hegel.

La discusión de Davos fue seguida de cerca por los intelectuales del momento, también por los frankfurtianos, como hemos apuntado, muy conscientes todos ellos de que allí estaba ocurriendo algo muy importante, a saber, se estaban poniendo las bases del futuro, y no sólo filosófico, de Europa. Era el año de la gran crisis mundial, una profunda crisis que iba a marcar un nuevo comienzo. En el imaginario de la época había una referencia común. Thomas Mann en su Montaña mágica, aparecida en 1924, pone en escena largas discusiones entre el humanista Settembrini y el jesuita Naphta. Ambos se convirtieron en arquetipos del debate cultural de la época. Settembrini era un hijo de la Ilustración, un liberal. Naphta era un "apóstol del irracionalismo y de la inquisición, enamorado del Eros de la muerte y de la violencia", como los describe Safranski. Cassirer iba a escenificar al primero en el imaginario de la época, Heidegger al segundo. Heidegger había leído la obra de Thomas Mann y lo hizo nada menos que con Hanna Arendt en el verano de 1924 cuando estuvieron sentimentalmente muy cerca. Kurt Riezler, que acompañaba a Heidegger a esquiar por las montañas, era “Kurator” (comisario cultural) en la universidad de Frankfurt, escribía las crónicas de aquel encuentro en el "Neue Zürcher Zeitung". Ėl había invitado antes a Heidegger a Frankfurt,

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