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Análisis y Comentario por Unidades Escénicas de un Texto Literario y Planificación de Unidad Didáctica

Javiera Belén Carrasco G.Ensayo23 de Junio de 2019

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Escuela de Pedagogía en Educación Básica

Análisis y Comentario por Unidades Escénicas de un Texto Literario y Planificación de Unidad Didáctica

El corazón delator: el poder de la psiquis.

Alumna(o):Javiera Carrasco G.

Profesores: Dr. Pedro Aldunate F.

Ma. Consuelo Bowen P.

Asignatura: Integración y Práctica del Lenguaje y la Comunicación

Puerto Montt, 31 mayo de 2019

Introducción

     El corazón delator (título original: The tell-tale heart) es una obra del género de terror policiaco escrita por Edgar Allan Poe en su idioma nativo inglés, fue publicada por primera vez en Enero de 1843, en el libro “Mystery tales” que fue traducido al español por Julio Cortazar en 1956.

     Edgar Allan Poe nació en Boston, Estados Unidos en el año 1809, hijo de una familia de actores quedó huérfano a la temprana edad 2 años, por lo que fue criado por Frances y John Allan, comerciante Irlandés que vivía en Richmond, al sur del condado de Virginia, eran tiempos donde el esclavismo de la raza negra era latente además de las historias de terror referentes a los cementerios, lo cual influiría en su futuro trabajo como escritor. Fue enviado a estudiar a Inglaterra en donde se inspiró de variados autores. Sus primeras publicaciones fueron anónimas y  publicó su primer libro en 1829. Edgar Allan Poe tuvo una juventud inestable hasta que comenzó a trabajar como crítico literario lo que lo hizo ser conocido y aceptado en el medio literario hasta su muerte en el año 1849.

     La obra El corazón delator relata cómo fue que el protagonista (de nombre desconocido) depredó al viejo hasta darle muerte por las obsesiones que apoderaron su cabeza, destacando lo meticuloso de cada actuar hasta que es visitado por la policía pasado el asesinato, quienes no se habrían dado cuenta del atroz acto de no ser por el tormento que se acrecentaba en el protagonista, el cual lo lleva a confesar su crimen.

    Este relato es un buen ejemplo de un texto teatral, cuenta con detalle cada actuar de los personajes, además de debelar las características psicológicas de los personajes. La obra de Edgar Allan Poe es el referente internacional más claro del género del terror gótico además de la fama por los cuentos cortos, siendo así un referente importante de revisar en la literatura universal.

Desarrollo

Unidad escénica 1: “Presentación de un loco empoderado”.

¡Es cierto! Siempre he sido nervioso, muy nervioso, terriblemente nervioso. ¿Pero por qué afirman ustedes que estoy loco? La enfermedad había agudizado mis sentidos, en vez de destruirlos o embotarlos. Y mi oído era el más agudo de todos. Oía todo lo que puede oírse en la tierra y en el cielo. Muchas cosas oí en el infierno. ¿Cómo puedo estar loco, entonces?

Comentario: El protagonista se defiende de su supuesta locura apelando a sus agudas habilidades.

Acotación: Escuchen... y observen con cuánta cordura, con cuánta tranquilidad les cuento mi historia.

Comentario: Se hace referencia a que esta historia es una narración del protagonista sobre lo sucedido a algún tercero.

Unidad escénica 2: “La idea homicida acosa”.

Me es imposible decir cómo aquella idea me entró en la cabeza por primera vez; pero, una vez concebida, me acosó noche y día. Yo no perseguía ningún propósito. Ni tampoco estaba colérico. Quería mucho al viejo. Jamás me había hecho nada malo. Jamás me insultó. Su dinero no me interesaba.

Comentario: El protagonista se excusa de su deseo asesino con su indiferencia hacía el viejo, como si ese deseo encarnara otra versión de el mismo.

Unidad escénica 3: “La obsesión con el ojo de buitre”.

 Me parece que fue su ojo. ¡Sí, eso fue! Tenía un ojo semejante al de un buitre... Un ojo celeste, y velado por una tela. Cada vez que lo clavaba en mí se me helaba la sangre. Y así, poco a poco, muy gradualmente, me fui decidiendo a matar al viejo y librarme de aquel ojo para siempre.

Comentario: El ojo del viejo tendría la culpa de aflorar la personalidad asesino en el protagonista.

Unidad escénica  4: “El Auto convencimiento de genialidad”.

Presten atención ahora. Ustedes me toman por loco. Pero los locos no saben nada. En cambio... ¡Si hubieran podido verme! ¡Si hubieran podido ver con qué habilidad procedí! ¡Con que cuidado... con que previsión... con qué disimulo me puse a la obra!

Comentario: El protagonista niega ser un loco, puesto que un loco no podría actuar con la agudeza que él pudo.

Unidad escénica 5: “El meticuloso procedimiento: la búsqueda del ojo abierto ”.

     Jamás fui más amable con el viejo que la semana antes de matarlo. Todas las noches, hacia las doce, hacía yo girar el picaporte de su puerta y la abría... ¡oh, tan suavemente! Y entonces, cuando la abertura era lo bastante grande para pasar la cabeza, levantaba una linterna sorda, cerrada, completamente cerrada, de manera que no se viera ninguna luz, y tras ella pasaba la cabeza. ¡Oh, ustedes se hubieran reído al ver cuán astutamente pasaba la cabeza! La movía lentamente... muy, muy lentamente, a fin de no perturbar el sueño del viejo. Me llevaba una hora entera introducir completamente la cabeza por la abertura de la puerta, hasta verlo tendido en su cama. ¿Eh? ¿Es que un loco hubiera sido tan prudente como yo?        
     Y entonces, cuando tenía la cabeza completamente dentro del cuarto, abría la linterna cautelosamente... ¡oh, tan cautelosamente! Sí, cautelosamente iba abriendo la linterna (pues crujían las bisagras), la iba abriendo lo suficiente para que un solo rayo de luz cayera sobre el ojo de buitre. Y esto lo hice durante siete largas noches... cada noche, a las doce... pero siempre encontré el ojo cerrado, y por eso me era imposible cumplir mi obra, porque no era el viejo quien me irritaba, sino el mal de ojo. Y por la mañana, apenas iniciado el día, entraba sin miedo en su habitación y le hablaba resueltamente, llamándole por su nombre con voz cordial y preguntándole cómo había pasado la noche. Ya ven ustedes que tendría que haber sido un viejo muy astuto para sospechar que todas las noches, justamente a las doce, iba yo a mirarle mientras dormía.

Comentario: El protagonista está completamente empoderado de sus habilidades de sigilo y cree en su estrategia diurna para no levantar sospechas. Asecha al viejo en búsqueda de su ojo abierto, pues este alimenta sus deseos.

Unidad escénica 6: “Excitación por la perfecta ejecución”.

      Al llegar la octava noche, procedí con mayor cautela que de costumbre al abrir la puerta. El minutero de un reloj se mueve con más rapidez de lo que se movía mi mano. Jamás, antes de aquella noche, había sentido el alcance de mis facultades, de mi sagacidad. Apenas lograba contener mi impresión de triunfo. ¡Pensar que estaba ahí, abriendo poco a poco la puerta, y que él ni siquiera soñaba con mis secretas intenciones o pensamientos! Me reí entre dientes ante esta idea, y quizá me oyó, porque le sentí moverse repentinamente en la cama, como si se sobresaltara. Ustedes pensarán que me eché hacia atrás... pero no.

Comentario: El protagonista goza de sus increíbles habilidades de sigilo, pues disfruta el estar cazando al viejo como si fuese una presa.

Unidad escénica 7: “La sombra  trae la muerte: el destino inevitable”.

Su cuarto estaba tan negro como la brea, ya que el viejo cerraba completamente las persianas por miedo a los ladrones; yo sabía que le era imposible distinguir la abertura de la puerta, y seguí empujando suavemente, suavemente. Había ya pasado la cabeza y me disponía a abrir la linterna, cuando mi pulgar resbaló en el cierre metálico y el viejo se enderezó en el lecho, gritando:        
—¿Quién está ahí?        
Permanecí inmóvil, sin decir palabra. Durante una hora entera no moví un solo músculo, y en todo ese tiempo no oí que volviera a tenderse en la cama. Seguía sentado, escuchando... tal como yo lo había hecho, noche tras noche, mientras escuchaba en la pared los taladros cuyo sonido anuncia la muerte.         
    Oí de pronto un leve quejido, y supe que era el quejido que nace del terror. No expresaba dolor o pena... ¡oh, no! Era el ahogado sonido que brota del fondo del alma cuando el espanto la sobrecoge. Bien conocía yo ese sonido. Muchas noches, justamente a las doce, cuando el mundo entero dormía, surgió de mi pecho, ahondando con su espantoso eco los terrores que me enloquecían. Repito que lo conocía bien. Comprendí lo que estaba sintiendo el viejo y le tuve lástima, aunque me reía en el fondo de mi corazón. Comprendí que había estado despierto desde el primer leve ruido, cuando se movió en la cama. Había tratado de decirse que aquel ruido no era nada, pero sin conseguirlo. Pensaba: "No es más que el viento en la chimenea... o un grillo que chirrió una sola vez".         
    Sí, había tratado de darse ánimo con esas suposiciones, pero todo era en vano. Todo era en vano, porque la Muerte se había aproximado a él, deslizándose furtiva, y envolvía a su víctima. Y la fúnebre influencia de aquella sombra imperceptible era la que le movía a sentir —aunque no podía verla ni oírla—, a sentir la presencia de mi cabeza dentro de la habitación.

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