Buenos Y Malos Alumnos
chaly20 de Diciembre de 2011
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TIR III
ENSAYO: BUENOS Y MALOS ALUMNOS
RELACIONES
Como toda práctica social, la del docente nos coloca frente a personas (alumnos), un ámbito escolar y específicamente una realidad áulica.
En esa realidad áulica surgen distintos fenómenos o hechos que caracterizan las relaciones que se van estableciendo entre docentes y alumnos. Es necesario tener en cuenta el tiempo que el niño pasa allí, la monotonía del entorno escolar, el asistir todos los días, todo esto lleva a establecer vínculos, entre ellos, con el aprendizaje y les va a permitir ir conociéndose mutuamente. La interacción propia de la dinámica escolar tiene lugares definidos que están cargados de una suma de poder y simbolismo que hacen posible su funcionamiento tal como se conocen. Esto es decir que el alumno y el docente tienen en claro el lugar que ocupa cada uno dentro de este vínculo, que no es lo mismo estar de un lado que del otro .El docente tiene expectativas (que de forma implícita o explícita llegan al conocimiento del alumno) se transforman casi en una predicción de lo que será el trayecto del alumno durante esta relación. Si bien es cierto, que cuando uno se enfrenta a un nuevo grupo es necesario organizarse, y recurre a algún tipo de clasificación que facilite, al menos al comienzo, una relación que podría ser complicada o no. Si bien, esta primera necesidad de clasificar para poder comprender podía ser justificada, pero el recurso de clasificar, o poner etiquetas puede resultar peligroso, y no beneficioso en esta relación pedagógica. Estas etiquetas traen consigo valoraciones y niveles de expectativas que involucran de manera automática un resultado, pudiendo provocar confusiones.
Particularmente viví una experiencia, en mi etapa graduada, que me lleva a pensar sobre las etiquetas hacia los alumnos. Cuando se nos presentó el grupo, en el mismo había una alumna con N.E.E, sobre la cual se hizo hincapié de cómo era su ritmo de aprendizaje, su disposición a la tarea, su relación con los demás, su autoestima baja.
Esto llamó mi atención, mi curiosidad ya que con el correr de los días y mientras duraba la etapa de observación ayudantía, ella se mostraba distinta de aquella posible etiqueta. A raíz de esto preferí darle más atención, dedicarme más a ella, y ver porque su desempeño no superaba la expectativa de la docente.
Luego de analizar esto, a la hora de planificar para ella, ya que trabajaba con adecuación, decidimos (trabajamos de a dos) buscar variadas y atractivas actividades para despertar el interés de ella y motivarla hacia la realización de las mismas, como así también integrarla al grupo general, compartiendo inclusive varias actividades en común para todo el grupo. Debo reconocer, que este trabajo fue uno de nuestros grandes logros. Probablemente se preguntaran qué tipo de estímulo proporcioné a la alumna, y realmente no fueron grandes, el único consistente fue el conversar con ella, valorar constantemente su trabajo, integrarla permanentemente al grupo, darle pertenencia al grupo, porque cuando llegamos estaba muy aislada. Todo esto bastó para que ella cambiara su actitud, e inclusive llamó la atención de la docente, el cambio que dio. Participaba activamente, realizaba su tarea, leía en voz alta, era una más del grupo, se sentía segura y hasta pedía más tarea. Esto me lleva a reflexionar, después de leído este material, si bien en esta situación en particular debo reconocer, que la docente está a cargo de ella, y de dos grados más (multigrado), se le dificulta atender específicamente a ella, pero ello no quita que la clasificación en la que la niña se encontraba sea determinante. El docente ve, a través de su propia subjetividad, determinadas características en los alumnos que no necesariamente responden a la observación
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