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CONTRAPOSICIÓN ENTRE EL LARISMO Y LA LITERATURA DE MARCELO MELLADO


Enviado por   •  24 de Agosto de 2016  •  Ensayos  •  1.853 Palabras (8 Páginas)  •  191 Visitas

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UNIVERSIDAD DE MAGALLANES[pic 1]

PEDAGOGÍA EN CASTELLANO Y COMUNICACIÓN

Contraposición entre el Larismo y la literatura de Marcelo Mellado

CARLOS ORTIZ HIGUERA

AGOSTO, 2015

JORGE TEILLER: POESÍA DE LOS LARES

        La poesía de los lares encasilló a una serie de poetas que cultivaban una literatura particular, ligada por elementos comunes centrados principalmente en la nostalgia por el territorio propio del escritor.

        Los rasgos preponderantes que primaron en la llamada generación de los lares, se pueden reducir principalmente a cuatro:

  1.  El retorno al paisaje, considerado como un enriquecimiento de la observación y descripción de lo que los rodea.
  2. Rechazo a las grandes urbes, tomando en cuenta que estas van aislando al hombre de la raíz de su verdadero mundo, afirmando con ello que la amplitud cultural y el dominio técnico del oficio literario son las bases para una buena poesía.
  3. Conservación de las cosas, de los elementos de la realidad, no situando al poeta en el centro del universo, sino como “observadores, cronistas, transeúntes, simples hermanos de los seres y de las cosas”. (Teillier, 1965)
  4. Nostalgia de la Edad de Oro, sumidos en la nostalgia por el paraíso perdido, repudiando con ello el mundo mecanizado y estandarizado del presente.

En este sentido, así como Teillier, una serie de autores que se encasillan dentro de este movimiento, plantearon la necesidad de exponer el territorio bajo estas características. Si bien, muchos de estos poetas escribían desde el centro urbano más potente del país, Santiago, la necesidad de volver al territorio se transforma en el eje primordial de su literatura. El vuelco hacia la provincia se establece desde la mirada nostálgica por el pasado ya ido, exponiendo una visión engrandecedora de lo rural, de lo que se encuentra solo en el recuerdo de unos pocos; los trenes, la bohemia poética, oficios que por la modernidad quedaron en la inutilidad y en los recuerdos nostálgicos del territorio.

Todos estos elementos están contrastados con una visión catastrófica de las grandes ciudades. La gran urbe, considerada la gran culpable de la mecanización y despersonalización cultural del hombre, que al estar lejos del seno verdadero de su mundo se pierde en esta nebulosa capitalina.

MELLADO Y LOS POETAS

Marcelo Mellado expone una literatura que se escapa de la visión nostálgica de los poetas láricos. Deja de lado el sentimentalismo y se hace cargo de una realidad latente en la provincia, muchas veces olvidada en la literatura chilena; exponiendo temáticas que van más allá del paisaje típico que rodea el panorama turístico del territorio.

En su libro La Hediondez, Mellado presenta una narración en detalle de uno de los puertos más importantes de Chile, San Antonio; que desbastado por la pobreza y la putrefacción,  -ligada al ambiente político, burocrático y marítimo del pueblo- despliega una serie de verdades ocultas tras el halo de inmaculación ensanchado por la poesía de los lares.

En este sentido, el poeta (como ente) de Marcelo Mellado se establece bajo directrices absolutamente contrarias a las que se podían reconocer en la estructuración establecida por Jorge Teillier. Por lo tanto, el enriquecimiento de su obra no se basa solamente en la exposición real de lo que rodea al poeta, sino que muestra el hábitat actual de los poetas y la forma en cómo se involucra este con la sociedad y la política.

Si bien Mellado, en La Hediondez, articula su visión de los poetas desde las características particulares e identitarias de cada uno de ellos, esencialmente lo hace desde su responsabilidad social dentro de la realidad cotidiana del espacio físico en donde se desarrolla la obra. Por este motivo, el escritor, estructura dos bandos que ejercen fuerzas que se contraponen durante toda la historia, representadas, por un lado, por “El Gremio” y por otro “La Caleta”.

En el primero, y encabezando a este grupo de poetas que luchaban por la implementación de una biblioteca pública, se encuentra Prudencio Aguilar.

Prudencio era un hombre maduro, pero no viejo, frisaba a la sazón de los cincuenta años y se veía muy activo en todo sentido. Junto con ser poeta tenía un puesto de frutas en la feria y también hacía entusiastas talleres de poesía por todo el litoral. (Mellado, 2011, págs. 41, 42)

Aquí observamos el primer atisbo de escritor “especial” que prima en Mellado, saca al escritor de su puesto de observador y cronista, o como el encargado  restablecer "la antigua conexión con el dínamo de las estrellas" en el que había sido encasillado por Teillier, y lo sitúa al mismo nivel de los demás, con las mismas necesidades del pueblo, y que necesita, al igual que todos, sobrevivir. Para eso, incorpora dentro de las características relevantes, el hecho de que tiene un puesto de frutas y dista de ser un personaje que vive de su iluminada poesía.

En segundo lugar, se encuentra Archivaldo Zúñiga, poeta y profesor, el más longevo del grupo. Seguido por Elizabeth Portentosa y Chucho Velásquez, quien además de poeta era surfista y músico y místico.

De Portentosa se desprende, al igual que de Aguilar y Velásquez, una personalidad basada en la experiencia de vida y el desarrollo de actividades extrapoéticas que son relevantes en el actuar de esta.

Ella hacía pan amasado y cultivaba una huerta orgánica en su propia quinta, ubicada en la localidad de Lo Gallardo, muy cerca de San Antonio. Cultivaba, además, una poesía pachamámica que contaba con una productividad considerable en el campo cultural territorial, gracias a la herencia lanacrudista de la poesía chilenensis. (Mellado, 2011, pág. 33)

En el caso del grupo disidente, este se encuentra encabezando por Poetiso Caldera, “(dicho así peyorativa y despreciativamente) ya que no tenía la capacidad intelectual para nada que tuviera sentido público” (Mellado, 2011, pág. 28), administrador de la biblioteca, socialista, con fuerte influencia política y de aspecto desagradable. Del que Claudia, amiga de Elizabeth, realiza una descripción física que lo detalla. “De pronto emergió de la biblioteca una figura contrahecha, era un hombre cabezón y de ojos claros que miraba hacia todos lados con desconfianza y en actitud paranoica”. (Mellado, 2011, pág. 94)

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