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Enviado por   •  8 de Noviembre de 2012  •  2.592 Palabras (11 Páginas)  •  298 Visitas

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Herbert A. Simon

Tomado de Journal of Economic Perspectives, Volumen 5 Número 2, Primavera 1991, Página 25-44. Traduccion de Guilllermo Ramírez Hernández

En la teoría económica clásica y neoclásica, los mercados están al centro del escenario; y los actores en estos mercados son los trabajadores, los consumidores (en algunas ocasiones, combinados dentro de las familias), las empresas, los propietarios de recursos, los gobiernos y quizá algunos otros. En los libros de texto neoclásicos, en el mundo de la economía en un mundo de transacciones, y estas transacciones comúnmente involucran el intercambio de bienes, servicios, y/o dinero, en las que ambas partes de la negociación encuentran ventaja al alcanzar estos objetivos. Se considera que junto con el consumo, el trabajo y el tiempo libre son importantes componentes de las funciones de utilidad de las familias. Por su parte, las utilidades, se supone, son el objetivo fundamental de las empresas y de sus propietarios.

La definición de las partes que participan en estas transacciones requiere de una descripción mínima. Sin embargo, tan pronto como las empresas son concebidas para ser mas que un simple engranaje en la red de transacciones al convertirse en productoras (transformadoras de “factores” en productos), surgen dificultades y preguntas importantes para la teoría. Así, una gran parte del comportamiento del sistema tiene lugar dentro de la propia empresa y no consiste solamente en intercambios comerciales; ya que salvo contados casos, la mayoría de los “actores” en las economías modernas son los empleados, los cuales no utilizan su tiempo comerciando si lo hacen (por ejemplo, si son agentes vendedores o compradores) se da por a sentado que comercian como agentes de una empresa en lugar de que lo hagan para sus propios intereses, lo cual sería muy diferente.

Aquí surge las preguntas: ¿porqué existen las empresas?; ¿porqué todos los actores no se manejan como contratistas independientes?; ¿porqué la mayoría de ellos participan con contratos laborales, vendiendo su trabajo por un salario?. ¿Qué determina la toma o compra de decisiones de las empresas, y establece los límites entre ellas y los mercados?. ¿Cuando correspondería que dos actividades dominantes dependieran de una sola empresa y cuando se manejarían por contratos separados?.

Un segundo grupo de interrogantes, cuestiona: ¿como son motivados los trabajadores de las empresas para que trabajen por la maximización de las utilidades de la empresa? ¿qué ventaja obtiene con esto? ¿como se concilian sus funciones de utilidad con las de la empresa?. En la función de utilidad del empleado, usualmente se asume que el trabajo pasa de tener utilidad negativa y ocio (incluyendo la pereza y la indiferencia al trabajo) a tener utilidad positiva ¿porque los empleados, frecuentemente, trabajan duro?.

La respuesta (neoclásica) simple a la cuestión motivacional se deriva del contrato laboral, bajo el cual los empleados maximizan sus utilidades aceptando la autoridad de la empresa; esto es, estando de acuerdo en aceptar las ordenes provenientes de aquellos encargados de maximizar las utilidades. Pero esta respuesta induce a una

nueva pregunta de, como el contrato laboral es reforzado por el empresario; en particular, en lo que se refiere a ¿cómo se induce a los empleados a trabajar más que el mínimo, y quizá hasta con iniciativa y entusiasmo? ¿Porqué los empleados deberían intentar maximizar las utilidades de sus respectivas empresas cuando toman las decisiones que le son delegadas?.

Estas preguntas acerca de la esfera de acción de la actividad y la operación de las empresas han producido una sólida estructura industrial, y una rama de ésta, algunas veces denominada “la nueva economía institucional” que trata de explicar, cuando las actividades se llevarán a través del mercado y cuando se llevaran a cabo dentro de las propias empresas, y también trata de explicar cómo es posible que las empresas operen eficientemente. En la literatura de la “nueva economía institucional”, las dos ideas que juegan un papel importante en las explicaciones son: los costos de “operación” y la “oportunidad” (por ejemplo, Williamson 1975, 1985).

Algunas explicaciones son expresadas en términos de “asimetría de la información” o “información incompleta” (Ross, 1973: Stiglitz, 1974). En otros trabajos estos temas son clasificados bajo la teoría de operación, la cual trata el contrato laboral como un contrato óptimo entre el director y los agentes, y estudia como los convenios por contrato pueden resolver la falta de responsabilidad ante el trabajo y otros problemas motivacionales.

La idea, detrás de estas ideas, es que una explicación adecuada de un fenómeno económico se reduciría a, la maximización de el comportamiento de las partes que están comprometidas en el contrato, dadas las circunstancias que rodean a la transacción. Los términos del contrato estarían influenciados por el acceso de las partes a la información por los costos de negociación, y por las posibles oportunidades de hacer trampa. El acceso a la información, los costos de negociación y las oportunidades de trampa son a menudo tratadas como variables exógenas que por sí solas no necesitan ser explicadas. Se ha observado que hasta los neoclásicos introducen una clase de racionalidad limitada dentro de el comportamiento, con la exogeneidad de los límites de la racionalidad permitiendo que la teoría permanezca dentro de el mágico dominio de la maximización de los beneficios y las utilidades.

Una característica fundamental de las nuevas economías institucionales es que ellas conservan el carácter central de los mercados y de los intercambios. Todo el fenómeno es explicado transladandolos dentro (o derivándolos) del mercado de transacciones, basado en contratos negociados; por ejemplo, cuando los empresarios se convierten en “Directores” y los empleados en “agentes”. Aún cuando la nueva economía institucional es totalmente compatible con la conservadora teoría neoclásica, ésta, hace que se multiplique el número de supuestos auxiliares exógenos necesarios para que funcione la teoría. Por ejemplo, para explicar la presencia o ausencia de ciertos tipos de contratos de seguros, el riesgo moral es considerado como un factor importante: se asume que lo incompleto de los contratos se deriva del hecho de que la información es incompleta ó distribuida asimétricamente entre las partes del contrato. dado que tales ideas son introducidas comúnmente de manera casual dentro del análisis, sin ningún fundamento empírico excepto un llamado a la introspección y al sentido común,

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