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Competencias básicas para la vida

ramirocovTutorial29 de Septiembre de 2011

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COMPETENCIAS BÁSICAS PARA LA VIDA

Una conceptualización

La cuestión de educar en Competencias Básicas para la Vida remite a delimitar la cultura básica común que precisarán los ciudadanos en este nuevo siglo; es decir, aquellas competencias clave o básicas que todo estudiante deberá dominar al término de la escolaridad obligatoria, de modo que le permita proseguir los estudios, recibir una formación profesional e integrarse socialmente sin riesgo de exclusión. Se replantea, de este modo, el currículum de la escolaridad obligatoria en la perspectiva de adquirir aquellas competencias necesarias para la vida, dentro de un aprendizaje a lo largo de la vida. De este modo, se pretende orientar la enseñanza al desarrollo de habilidades complejas, que posibiliten la adaptación posterior a un entorno variable y a aprender a adquirir nuevos conocimientos. El trabajo sobre “Competencias Básicas para la Vida”, que ha realizado el Ministerio de Educación de Guatemala, con el apoyo de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), a través del Programa Estándares e Investigación Educativa, que incluye la participación de diferentes sectores del gobierno, la sociedad civil y el sector productivo se inscribe en este interés común, tanto a nivel nacional como internacional.

A través de los diferentes procesos de investigación, consulta y discusión realizados se ha constatado, en primer lugar, que el concepto de “competencias” es ambiguo y polisémico, dentro de un campo (“capacidad”, “habilidad”, “aptitud”, “destreza”) cuyas fronteras son difusas. Bajo una apariencia de consenso pedagógicamente correcto, aparecen perspectivas y enfoques muy distintos. No obstante, como señala Weiner (2004) en un buen trabajo sobre el tema, el concepto de competencia hace referencia a los prerrequisitos necesarios accesibles a un individuo o un grupo para responder satisfactoriamente a exigencias complejas. Estas exigencias definen la estructura de las competencias. En segundo lugar, como sistemas de acción complejos, las competencias comprenden no sólo componentes cognitivos, sino también estrategias y destrezas necesarias para aplicar el conocimiento y las habilidades, así como emociones y actitudes adecuadas. Competencias son, de acuerdo con su perspectiva, capacidades y aptitudes cognitivas que dispone un individuo o que puede adquirir para resolver problemas dados, así como disposiciones motivacionales y actitudinales que se emplean para resolver con éxito determinados problemas en situaciones variables.

Se parte del concepto de competencia del Currículum Nacional Base (CNB) de Guatemala, que define la competencia como “la capacidad o disposición que ha desarrollado una persona para afrontar y dar solución a problemas de la vida cotidiana y a generar nuevos conocimientos”. Se señala que se fundamenta en la interacción de tres elementos contribuyentes: el individuo, el área de conocimiento y el contexto; por lo que “ser competente, más que poseer un conocimiento, es saber utilizarlo de manera adecuada y flexible en nuevas situaciones”.

Una competencia es, pues, una aptitud para actuar de manera pertinente frente a una situación compleja, movilizando los recursos necesarios para resolverla de modo adecuado. Como un saber hacer, integra diversos elementos (conocimientos, actitudes y habilidades), que permiten resolver satisfactoriamente tareas complejas. De este modo, ser competente es, por un lado, disponer de los conocimientos necesarios pero, por otro, de la capacidad de movilizarlos con buen criterio, en la situación oportuna y a su debido tiempo, como para dar una respuesta adecuada ante un problema complejo. Como subraya el CNB, las competencias van más allá de los conocimientos en sí, requiriendo determinados procesos mentales (relacionar, asociar, inferir, tomar decisiones, etc.) para encontrar soluciones a situaciones problemáticas. Normalmente, una competencia pone en relación un conjunto de conocimientos y de saber-hacer, para resolver un conjunto similar (o “familia”) de situaciones-problema, con un cierto grado de maestría o destreza.

Al tiempo, la definición del CNB destaca que las competencias contribuyen a resolver problemas “de la vida cotidiana”. Esto es relevante, por coincidir con una dimensión que, igualmente, subraya el enfoque de competencias básicas para la vida. En ambos casos se entiende que los conocimientos deben responder a necesidades de problemas de la vida, por lo que los conocimientos aprendidos deben vincularse con situaciones de la vida, dado que lo que importa es qué son los alumnos y las alumnas capaces de hacer con lo que han aprendido. Por eso, las enseñanzas escolares deben proponer a los y las estudiantes unos aprendizajes significativos y funcionales; e integrar los conocimientos disciplinares y reenfocarlos en función de su utilización y valor para la vida.

Ser competente exige conocimientos como requisito previo, pero no basta disponer de ellos si, al tiempo, no se ha aprendido a transferirlos y a movilizarlos mediante las tareas didácticas y situaciones apropiadas. De este modo, si faltan los recursos a movilizar no hay competencia; pero si los recursos están presentes y no se sabe movilizarlos de modo adecuado, entonces, en la práctica, tampoco hay competencia. Saber movilizar los recursos (cognitivos, procedimientos o actitudes) supone contar con los procesos cognitivos y procedimientos o capacidades estratégicas para saber actuar en una situación compleja. Las competencias, pues, no sustituyen a los contenidos o conocimientos, pero admiten la capacidad de servirse de ellos para resolver un conjunto de tareas.

En suma, alguien es competente cuando ante situaciones que suponen resolver un cierto tipo de problemas o en las que hay que efectuar determinadas tareas complejas, es capaz de movilizar eficazmente los recursos pertinentes (propios o sabe buscar los ajenos) para resolverlas adecuadamente. Una competencia, como señala Xavier Roegiers, Director de BIEF (Bureau d'Ingénierie en Education et en Formation), no es otra cosa que poder resolver una situación compleja movilizando (es decir, seleccionar y utilizar) un conjunto de recursos. Por tanto, la competencia tiene una doble dimensión: a) posesión de un conjunto de recursos o capacidades (cognitivos, de procedimientos y de actitudes), y b) capacidad para movilizarlos en una situación de acción. Según la fórmula del grupo BIEF:

Competencia: {capacidades X contenidos} X familias de situaciones problema

La competencia es, entonces, un conjunto de capacidades, ejercidas sobre determinados contenidos, en una categoría, clase o familia de situaciones para resolver los problemas que se presentan. Por otra parte, subrayan que un enfoque por competencias supone una integración de contenidos, actividades y situaciones en las cuales se ejercen esas actividades. Por eso, adoptar un enfoque de competencias requiere un trabajo más interdisciplinar o colegiado (una misma competencia se adquiere por el trabajo conjunto de varias áreas curriculares). Esto es bastante relevante en Educación Secundaria y especialmente en el ciclo diversificado, donde la división en distintas áreas curriculares impide convertir las competencias en núcleos integradores de los programas y experiencia escolar.

Un modelo holístico de competencia

La Investigación Internacional sobre Competencias Básicas para la Vida realizada por USAID Guatemala en el 2008 hace una exhaustiva investigación sobre el tema, incluyendo la labor realizada por instituciones nacionales e internacionales que incluyen: INTECAP, UNESCO, Banco Mundial, OIT, OCDE, el Marco Europeo de Calificaciones, SCANS, entre

El Proyecto DeSeCo (Definición y Selección de Competencias clave), auspiciado por la OCDE, se puede considerar la conceptualización más potente sobre las competencias, constituyendo una buena base para establecer un enfoque coherente sobre el tema. DeSeCo aboga por un modelo holístico de competencia (Rychen y Salganik, 2006: 73-90), que integra y relaciona las demandas, los prerrequisitos cognitivos y no cognitivos y el contexto, en un complejo sistema de acción. Como constructo social, DeSeCo apuesta por una conceptualización que sea científicamente plausible y pragmáticamente relevante. Una competencia se define como “la habilidad para satisfacer con éxito exigencias complejas en un contexto determinado, mediante la movilización de prerrequisitos psicosociales que incluyen aspectos tanto cognitivos como no cognitivos” (p. 74). No hace referencia sólo a los conocimientos o al saber hacer, puesto que implica también la capacidad para responder a demandas complejas y a poder movilizar recursos psicosociales en una situación. Tanto la capacidad como la acción efectiva implican la movilización de conocimiento, habilidades cognitivas y prácticas, así como componentes sociales y de comportamiento no cognitivos, tales como actitudes, emociones, valores y motivaciones.

Una noción holística de competencia no es, pues, reducible a su dimensión cognitiva y, en este sentido, los términos de “competencia” y “aptitudes” o habilidades (como lectura, escritura, etc.) no son utilizados como sinónimos. Mientras el segundo designa la capacidad de efectuar con facilidad y precisión determinadas operaciones cognitivas o motoras y adaptarse a circunstancias cambiantes, “competencia” designa un sistema de acción complejo que engloba habilidades intelectuales, actitudes y otros elementos no cognitivos. Los individuos precisan actuar reflexivamente para movilizar las destrezas

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