Critica Literaria
kballerojean2 de Octubre de 2011
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1. El escritor es, en primer lugar, un crítico de su realidad y por ello selecciona determinados aspectos del mundo para recrearlos según los modelos que su imaginación e intereses le requieran. Lo mismo hace el crítico, pero no frente al mundo sino frente a la obra literaria. El crítico selecciona determinados aspectos de la obra literaria y se enfrenta a ellos. En resumen, el crítico sintetiza esa otra gran síntesis realizada por el escritor, y esos son sus límites. La idea de una crítica neutral u objetiva es por ello imposible. El crítico no es un francotirador, sino el soldado de un ejército llamado ideología.
2. El crítico no es necesariamente un lector especializado, pues debido a la constante novedad de la creación literaria nadie puede estar totalmente “especializado” o reparado para enfrentarse a los nuevos retos de la creación literaria, la cual siempre va por delante de la crítica para someterla al reto de la interpretación y la lectura.
3. La necesidad hace que las armas de la crítica sean en la actualidad diversas, multidisciplinarias y omnívoras. Pero solo se trata de instrumentos, los cuales sirven para el inevitable salto al vacío que es el intento de alcanzar la comprensión total de la creación literaria. ¿Qué es la crítica literaria, sino sorpresivos, inteligentes y constantes saltos al vacío para aprehender la literatura, siempre esquiva, enriquecedora, novedosa?
4. Los instrumentos de la crítica, cuando se confunden con sus objetivos, producen la metacrítica sospechosa, arrogante, que mira por encima del hombro a la creación literaria porque, en el fondo, se sabe inferior a la imaginación verbal de la literatura que justifica su existencia. Pero la crítica es inseparable de la creación. Porque todos los intentos de acceder a la belleza de la palabra alcanzan su cima en la crítica, depositaria de las esperanzas para la comprensión y el mejor goce de la obra literaria.
5. El conocimiento de la tradición literaria, es decir, del desarrollo continuo de la literatura a través de los tiempos, confunde a menudo a la crítica. Supone que la producción literaria debe ser continuidad y no ruptura ni retroceso. Y la crítica califica y valora en lugar de comprender. Pero la creación literaria tiene su propia manera de existencia y comúnmente retrocede para saltar mejor. También retrocede para demostrar que la continuidad es un malentendido. Y retrocede, finalmente, porque la creación es libertad, algo que la crítica, atada a sus métodos e instrumentos, todavía desconoce.
6. Frente a la libertad creadora, la crítica opone burocracia, reglas, códigos, busca coherencias, inventa conceptos, propone categorías. A menudo la crítica cae en su propia trampa, e impone —en lugar del canon literario— el canon del mercado. El canon del mercado a menudo es literatura sospechosa y casi siempre es subliteratura: la obra famosa, la obra impuesta.
7. El canon literario en cambio es la summa, lo cernido, la ruta. El canon literario es propaganda. Y por eso es ideología y es política. De ahí su importancia y la explicación de por qué la crítica entrampada, a veces, quiere hacer pasar el canon del mercado como canon literario.
8. A la crítica hay que exigirle rigor, y la misma crítica se vanagloria por ello. Pero ella no se exige creatividad, porque no puede traspasar los límites que sus propios instrumentos le permiten. ¿Qué es rigor en la crítica literaria? Es el conjunto de categorías, métodos y recursos que el crítico debe conocer y aplicar correctamente.
9. Entre las diversas maneras de hacer crítica literaria, es la crítica académica la que exige rigor a la crítica por razones de imagen. Para demostrar que los críticos académicos estudiaron 5, 10 o 20 años y se encuentran mejor capacitados que aquellos que solo reseñan en periódicos y revistas. ¿Y por qué la crítica académica,
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