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Cuaderno de Agosto de Alica Viera


Enviado por   •  19 de Octubre de 2015  •  Resúmenes  •  6.878 Palabras (28 Páginas)  •  2.987 Visitas

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“CUADERNO DE AGOSTO” de Alice Vieira

CAPÍTULO 1: SON EXACTAMENTE LAS TRES

Gloria es una chica portuguesa de quince años que escribe un diario durante unas vacaciones de agosto en las que se queda en Lisboa con su madre, que está escribiendo  una novela rosa  por encargo de Alejandro Ribeiro, un antiguo compañero de facultad y propietario de la editorial Interludio.  

En el diario de Gloria van a ir apareciendo personas e historias que forman parte de su vida, pero también va a ir intercalando capítulos y personajes de la novela de su madre, como sus protagonistas Mónica y Alfredo Enrique, de forma que unos y otros se entremezclan y comparten sus sentimientos y emociones, como si la vida y la novela fueran una misma cosa o se interrelacionasen entre si.

Gloria empieza a escribir el uno de agosto con un bolígrafo de capuchón roído en un divertido cuadernito lleno de guirnaldas y flores y, en medio, la cara desenfocada de los Beatles.  Mientras su madre se instala delante del ordenador, que maneja con bastante torpeza y miedo, a pesar de todas las explicaciones que le ha dado Gloria.

Su plan es trabajar desde las ocho de la mañana, hasta mediodía, la madre en la historia de Mónica y Alfredo Enrique, y Gloria llenando su diario con su vida en los últimos tiempos y vigilando que su madre entregue el trabajo a tiempo, pues así se lo ha prometido a Alejandro Ribeiro.

Mientras, Antonio, su hermano, se ha marchado a pasar el mes de agosto con su padre, un prestigioso psiquiatra de lujo separado de la madre.  

Gloria recuerda que de pequeños iban todos en agosto a la Casa de la Vega, con sus primos Fabio y Marco, que eran pequeños. Luego el tío Anselmo y la tía Benedicto compraron una horrible casa en el campo llamada “Chalé Menezes” en Linda-a-Velha.

Después vino el divorcio de los padres de Gloria y el abuelo Bernardo dijo que no valía la pena abrir la Casa de la Vega sólo para él y la abuela Tita, y Gloria y su familia empezaron a pasar los veranos en Lisboa, que era la mejor época porque todos se marchaban al Algarve y la ciudad quedaba vacía.

CAPÍTULO 2: CLARO QUE TODO ES CULPA DE MÓNICA

Gloria cuenta cómo en los últimos tiempos han sucedido cosas extrañas por culpa de los enamoramientos de su madre. El síntoma de que algo pasa es siempre cuando ella comienza a silbar – cosa que nunca reconoce porque es de mala educación - . Aunque Antonio está convencido de que algo hay con el médico de cabecera del hospital de enfrente, Gloria piensa que no, porque su madre no silba.

CAPÍTULO 3: MÓNICA SE HABÍA DESPERTADO

Gloria intercala un texto de la novela de la madre:

Mónica se ha levantado de buen humor. La radio anuncia que son las siete de la mañana en Portugal continental, las seis en Madeira y las cinco en las Azores. Mientras se arregla para ir a trabajar al Salón Rosario, una peluquería, sueña con ir algún día a las Azores, que sólo conoce a través de la revista de viajes “A la deriva”, que compra todos los meses.

También recuerda el tiempo pasado en Madeira, una isla de postal de la que apenas vio nada, y que le gustaría conocer mejor. De su estancia en la isla recuerda a doña Gilberta, una familiar antipática y agria en cuya casa pasó un tiempo y que le criticaba la costumbre de llevar el reloj en la muñeca derecha. Decía que lo hacía para que todos se fijaran en ella, pero en realidad Mónica nunca se había acostumbrado a llevarlo en la muñeca izquierda, como su novio Alfredo Enrique, que debía estar esperando por ella hace rato, en el café, antes de abrir el stand donde vende coches.

4: CUANDO MI MADRE SILBA      

Gloria vuelve a los silbidos de su madre y a su abuela que, con toda seguridad, le habría inculcado lo horrible que es que una chica silbe. También Gloria choca con ella por  todo pero, especialmente, porque su ideal de buen domingo no es precisamente ir al Chalé Menezes con ella, el abuelo, Antonio y su madre, a visitar al tío Anselmo y a la tía Benedicta  y aguantar a los primos Marco y Fabio y tragarse por enésima vez los vídeos en los que el tío Anselmo riega con la manguera a la tía Benedicta, despatarrada en el huerto y los tontos de los primos resbalando en el agua y dándose de narices contra la caseta del perro Rambo, el único normal de la familia.

Lo peor era que cada fin de semana era repetición del anterior. Hasta llegaron a enviar el vídeo a “Éste es tu vídeo” y, para desesperación del tío Anselmo, lo emitieron entre los peores de la semana.

El abuelo Bernardo organizaba la visita todos los sábados: tenía pavor de ver “a la familia dispersa” y Gloria y Antonio tenían que ser amigos de Fabio y Marco sólo por ser primos…

Según Gloria llevaban esos nombres horribles por culpa de los culebrones y películas antiguas que veía su tía Benedicta. Además los chicos detestaban sus nombres y debían tener lo que el padre de Gloria llamaba un “trauma infantil”, como la tía Helena, que debía ser un trauma infantil de Mónica, la protagonista de la novela que escribía la madre.

CAPÍTULO 5: YO ME LLAMO MARÍA DE LA GLORIA

Gloria había tenido suerte porque al nacer su padre se negó a que le pusieran más de dos nombres, así que sólo se llamó María de la Gloria,  por Dª María II, la gran pasión de la madre y de la que estaba escribiendo una tesis doctoral, que llevaba tiempo parada dentro de un baúl de trastos, porque debía terminar la historia de Mónica y Alfredo Enrique.

Antonio sólo llevaba ese nombre porque había nacido la noche del 12 al 13 de junio. Mientras su padre estaba en la verbena, la madre se puso de parto e inauguró una larga relación con el servicio de urgencias del hospital que estaba frente a la casa. El padre, que se había preparado con cámara de vídeo y todo, se encontró con una nota en casa y, al llegar al hospital, tuvo que esperar desesperado durante horas en un pasillo, abrazado a una maceta de albahaca con una copla, sin que nadie le explicara cómo estaba su mujer.

CAPÍTULO 6: ALFREDO ENRIQUE ESPERA A MÓNICA

Gloria vuelve a la historia de Mónica y Alfredo Enrique. Éste lleva rato esperando a Mónica en el café y no sabe si marcharse a abrir el stand: ella nunca tiene hora, con toda seguridad por llevar el reloj en la muñeca derecha.

 Alfredo Enrique piensa que todo tiene sus reglas, su ritual y que el día que se casen, ella querrá llevar la alianza en la mano derecha, si es que se llegan a casar… No soporta el desorden, los colores que no combinan, pero para eso, como dice Mónica, hace falta dinero, el que tienen los padres de Alfredo Enrique, pero con los que él no se trata, y el que nunca tuvieron los padres de Mónica. Él nunca quiere hablar de ello, ni de nada, pero quiere saber todo acerca de Mónica y que haga lo que él manda. A veces Mónica no está del todo convencida de que él le guste mucho.

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