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Cuentos para jugar


Enviado por   •  20 de Octubre de 2014  •  Tutoriales  •  12.368 Palabras (50 Páginas)  •  211 Visitas

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GIANNI RODARI

Cuentos para jugar

Título original: Tante Storie Per Giocare

Instrucciones para el uso 3

El tamborilero mágico 4

Pinocho el astuto 8

Aquellos pobres fantasmas 11

El perro que no sabía ladrar 14

La casa en el desierto 18

El flautista y los automóviles 22

La vuelta a la ciudad 26

Cuando en Milán llovieron sombreros 29

Alarma en el nacimiento 32

El doctor Terríbilis 36

Voces nocturnas 40

Mago Giró 43

La aventura de Rinaldo 46

El anillo del pastor 49

Taxi para las estrellas 53

La enfermedad de Tino 57

Aventura con el televisor 61

La gran zanahoria 65

Cien liras en el bolsillo 68

El gato viajero 71

Los finales del autor 74

Cuentos para jugar

Instrucciones para el uso

Estas historias se publican con la amable autorización de la RAI (Radio-Televisión Italiana). De hecho, fueron escritas para un programa radiofónico que se titulaba precisamente Cuentos para jugar, que fue emitido en los años 1969-70.

Estos mismos cuentos aparecieron después en el Corriere dei piccoli.

Cada cuento tiene tres finales, a escoger.

En las últimas páginas el autor ha indicado cuál es el final que él prefiere.

El lector lee, mira, piensa y si no encuentra un final a su gusto puede inventarlo, escribirlo o dibujarlo por sí mismo. ¡Que os divirtáis!

El tamborilero mágico

Erase una vez un tamborilero que volvía de la guerra. Era pobre, sólo tenía el tambor, pero a pesar de ello estaba contento porque volvía a casa después de tantos años. Se le oía tocar desde lejos: barabán, barabán, barabán...

Andando y andando encontró a una viejecita.

—Buen soldadito, ¿me das una moneda?

—Abuelita, si tuviese, te daría dos, incluso una docena. Pero no tengo.

—¿Estás seguro?

—He rebuscado en los bolsillos durante toda la mañana y no he encontrado nada.

—Mira otra vez, mira bien.

—¿En los bolsillos? Miraré para darte gusto. Pero estoy seguro de que... ¡Vaya! ¿Qué es esto?

—Una moneda. ¿Has visto cómo tenías?

—Te juro que no lo sabía. ¡Qué maravilla! Toma, te la doy de buena gana porque debes necesitarla más que yo.

—Gracias, soldadito —dijo la viejecita—, y yo te daré algo a cambio.

—¿En serio? Pero no quiero nada.

—Sí, quiero darte un pequeño encantamiento. Será éste: siempre que tu tambor redoble todos tendrán que bailar.

—Gracias, abuelita. Es un encantamiento verdaderamente maravilloso.

—Espera, no he terminado: todos bailarán y no podrán pararse si tu no dejas de tocar.

—¡Magnífico! Aún no sé lo que haré con este encantamiento pero me parece qué me será útil.

—Te será utilísimo.

—Adiós, soldadito.

—Adiós, abuelita.

Y el soldadito reemprendió el camino para regresar a casa. Andando y andando... De repente salieron tres bandidos del bosque.

—¡La bolsa o la vida!

—¡Por amor de Dios! ¡Adelante! Tomen la bolsa. ¡Pero les advierto que está vacía!

—¡Manos arriba o eres hombre muerto!

—Obedezco, obedezco, señores bandidos.

—¿Dónde tienes el dinero?

—Lo que es por mí, lo tendría hasta en el sombrero.

Los bandidos miran en el sombrero: no hay nada.

—Por mí lo tendría hasta en la oreja.

Miran en la oreja: nada de nada.

—Os digo que lo tendría incluso en la punta de la nariz, si tuviera.

Los bandidos miran, buscan, hurgan. Naturalmente no encuentran ni siquiera una moneda.

—Eres un desarrapado —dice el jefe de los bandidos—. Paciencia. Nos llevaremos el tambor para tocar un poco.

—Tomadlo —suspira el soldadito—; siento separarme de él porque me ha hecho compañía durante muchos años. Pero si realmente lo queréis...

—Lo queremos.

—¿Me dejaréis tocar un poquito antes de llevároslo? Así os enseño cómo se hace ¿eh?

—Pues claro, toca un poco.

—Eso, eso —dijo el tamborilero—, yo toco y vosotros (barabán, barabán, barabán) ¡y vosotros bailáis!

Y había que verlos bailar a esos tres tipejos. Parecían tres osos de feria.

Al principio se divertían, reían y bromeaban.

—¡Animo, tamborilero! ¡Dale al vals!

—¡Ahora la polka, tamborilero!

—¡Adelante con la mazurka!

Al

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