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Diseño De Ambientes De Aprendizaje

liralira14 de Agosto de 2011

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¿Qué es un ambiente de aprendizaje?

El ambiente de aprendizaje: Un acercamiento vivencial

El primer día que llegué al hogar infantil en el que mis estudiantes realizarían la práctica de la asignatura Análisis de Ambientes de Aprendizaje, me impresionó lo que pude observar durante las horas que tuve la oportunidad de estar allí; lo primero que vi fue a unos niños y niñas de aproximadamente 3 años de edad, salir corriendo de un salón y dirigirse hacia al patio, tras ellos, la profesora gritando: “¿Qué les dije?, si corren se pueden caer y lastimar, que noooooo corran”. Me llamó la atención esta situación y me pregunté: ¿Acaso en un jardín el patio no es para correr? Si correr desarrolla la motricidad gruesa en los niños y niñas, ¿por qué prohibírselo? Entonces, miré el piso del patio de juegos y noté que éste era de ladrillo. Me dije: “¡claro!, la profesora tiene razón, pero, ¿por qué el patio no está confeccionado de un material blando y adecuado para que los niños jueguen?

Después, entré a un salón, eran las 9:00 de la mañana, había nueve mesas y los estudiantes -niños y niñas de 4 años de edad aproximadamente-, estaban ubicados cuatro por mesa, conversaban muy alto y la profesora se encontraba sentada en el escritorio; me llamó en especial la atención, un niño que estaba parado sobre una silla, trataba de bajar las lapiceras de un estante alto, cuando la silla casi se voltea; afortunadamente, la practicante estaba cerca y logró estabilizarlo. La docente al darse cuenta, se levantó y fue a bajar las lapiceras; observé que en el estante se encontraban apilados muchos recursos didácticos y materiales, entre los cuales había unos 10 tarros con lápices. A medida que transcurría el tiempo, los niños hablaban más y más alto, por fin a las 9:20 a.m., la profesora terminó de repartirle a cada niño y niña su respectiva lapicera y una hoja blanca tamaño carta, que iba marcando lentamente con su nombre; ella empezó a callarlos chistándolos: “chist”; y sin que aún le pusieran cuidado, les preguntó “¿Qué día es hoy?” un niño que estaba cerca de ella gritó: “Miércoles 4 de mayo”; la profesora asintió con la cabeza y escribió en el tablero “Miércoles 4 de mayo de 2009”. En medio del ruido exclamó: “Van a copiar la fecha en la hoja que les acabo de repartir y a escribir cada palabra igual como yo lo hago”, y aún sin que los niños y niñas empezaran a copiar la fecha, empezó a escribir verticalmente: “Pala, pica, palustre, carretilla, martillo, metro, nivel, escuadra, madera, ladrillo, cemento” y tres palabras más, que ya no recuerdo.

Una vez que terminó de copiar las palabras, se le acercó a un niño y le dijo al oído: “Que te calles”, luego se sentó nuevamente; ya eran las 9:30 a.m. y decidí salir del salón. Mientras me dirigía a otra aula de clase, me pregunté: ¿Por qué si sólo iban a utilizar el lápiz, no se les colocó un tarro en cada mesa, en vez de repartirle a cada niño su lapicera? ¿Se justifica que hayan transcurrido 20 minutos antes de iniciar la clase? ¿Por qué el desinterés de la profesora por captar la atención de sus estudiantes? ¿Por qué esa manera de callarlos? ¿Qué sentido tiene el que los recursos que van a utilizar los niños y las niñas se ubiquen en un estante inaccesible para ellos? Aunque me sentía impresionada por lo sucedido, estaba segura que para mis estudiantes de la Licenciatura, iba a ser una práctica interesante para enriquecer el seminario.

En el siguiente salón que entré, habían niños y niñas también de aproximadamente, 4 años de edad, la profesora estaba mirando hacia el tablero y explicándoles el sistema digestivo y respiratorio; ellos estaban sentados en sillas dispuestas en forma de círculo, y por su posición le daban la espalda al tablero y trataban de girar su cuerpo, de tal manera, que pudieran ver lo que profesora hacía. Me pregunté, ¿Por qué los profesores no solemos pensar en la disposición del salón, dependiendo de la actividad que vamos a realizar? Una vez que concluyó la explicación, la profesora se aproximó al círculo y sacó a un niño, lo ubicó a su lado y dirigiéndose al grupo dijo: “Si ven, no tienen que ser como Felipe, ¿cierto? Él es un mocoso, tiene tan sucias sus vías respiratorias que no puede tener el rendimiento de un buen futbolista”. Quedé atónita por lo que acababa de escuchar y miré la cara de tristeza de Felipe. La profesora con eso terminó la clase e invitó a sus estudiantes a jugar un partido de fútbol, los niños y niñas felices gritaron: ¡Hurra!, Felipe también se disponía a salir, cuando un niño le dijo: “No vamos a jugar más fútbol contigo, eres un ¡mocoso!, ¡mocoso!, ¡mocoso!”. No podía dar crédito de está situación y me pregunté: ¿La profesora es consciente de lo que acaba de decir? ¿Alcanzará a prever las repercusiones que tendrá lo que acaba de hacer, en la formación de Felipe? Aunque me costaba creer en lo acontecido ese día, con el transcurrir del tiempo me fui dando cuenta, que situaciones como las anteriores, son muy comunes en algunos hogares infantiles y que para quien cursa prácticas formativas, pueden ser trascendentales para aprender a través del análisis, reflexión y confrontación con los fundamentos teóricos de los ambientes de aprendizaje. Además, me sirvió para ratificar la importancia que tiene el conocimiento del diseño de ambientes para aprender, y de lo poco o nulo que conocen esta temática muchos docentes.

Por lo anterior, el presente artículo pretender dar a conocer algunos lineamientos y conceptualizar, alrededor del ambiente de aprendizaje. Se abordará en primer lugar, el concepto de ambiente y su incidencia en el aprendizaje, para finalmente realizar un planteamiento de sus principales características. Dado que el interés por realizar este escrito surge en el marco de las prácticas formativas de la Pontificia Universidad Javeriana, se presenta con un sesgo hacia la educación infantil.

¿Qué es ambiente?

De Pablo (1999) dice, que en el ámbito educativo el ambiente hace referencia a la organización del espacio, disposición y distribución de los recursos didácticos, el manejo del tiempo y las interacciones que se permiten y se dan en el aula. “Se trataría de proyectar lugares donde reír, amarse, jugar, encontrarse, perderse, vivir… Un lugar en donde cada niño y cada niña encuentren su espacio de vida” (De Pablo, 1999; p.8). Así mismo, expone cómo el ambiente es una fuente de riqueza, una estrategia educativa y un instrumento que respalda el proceso de aprendizaje, pues permite interacciones constantes que favorecen el desarrollo de conocimientos, habilidades sociales, destrezas motrices, etc., el ambiente es un concepto vivo, cambiante y dinámico, lo cual supone que el ambiente debe “[…] cambiar a medida que cambian los niños, sus intereses, sus necesidades, su edad y también a medida que cambiamos nosotros, los adultos, y el entorno en el que todos estamos inmersos” (De Pablo, 1999; p.9).

En este mismo sentido, Trister y Colker (2000) exponen las razones por las cuales un ambiente permite en los niños y las niñas el desarrollo social, emocional, cognitivo y físico. Para estas autoras, es en el ambiente en donde se desarrolla la autonomía, el autocontrol, la iniciativa, el pensamiento concreto y literal, se potencia el lenguaje, el pensamiento abstracto, la motricidad gruesa y fina, entre otros; por otra parte “[…] para los pequeños, el ambiente físico es primordial. El tamaño del salón y las áreas de juego exteriores, el color de las paredes, la clase de muebles y de piso, la cantidad de luz y el número de ventanas, todo influye en el aprendizaje” (Trister, 2000; p. 14).

En general, se puede entender el ambiente como un entorno dinámico, con determinadas condiciones físicas y temporales, que posibilitan y favorecen el aprendizaje o desarrollo de las dimensiones del ser humano dependiendo, de su edad.

¿Cuál es la incidencia del ambiente en el aprendizaje?

El aprendizaje en el niño y la niña no sólo se produce por la interacción verbal entre el profesor y el estudiante, sino también, por las interacciones no verbales que establece con el ambiente o entorno que le rodea, ya que éste emite mensajes que le empujan a actuar de maneras determinadas, generando aprendizaje por experiencias directas. Trister y Colker (2000) afirman que los niños y niñas aprenden eficazmente, cuando exploran y hacen descubrimientos, mediante el uso de materiales didácticos concretos que les interesan y, que la organización del salón de clase, es un instrumento de enseñanza que le sirve de apoyo a los profesores.

El anterior planteamiento, lo realizaron después de escuchar a muchos profesores que estaban implementando el Currículo Creativo para Educación Preescolar en jardines de Estados Unidos, el cual está diseñado a través de la metodología de rincones de aprendizaje. Las autoras se encontraron con la problemática que los docentes “[…] se quejaban de que los pequeños no utilizaban los recursos como se suponía que debían hacerlo; y de que a menudo, los niños deambulaban de una actividad a otra, sin poder mantenerse concentrados en el juego. Algunos maestros consideraban que los niños tenían dificultad para escoger las

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