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EJECUTIVO AL MOM


Enviado por   •  7 de Agosto de 2014  •  5.141 Palabras (21 Páginas)  •  257 Visitas

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Introducción

Desde que en 1982 se publicara The One Minute Manager (El Ejecutivo al Minuto), se han vendido de este libro más de 10 millones de ejemplares y ha sido traducido a más de 20 idiomas. El Ejecutivo al Minuto es una breve novela en la que se revelan tres sencillas técnicas de gestión que han ayudado a miles de ejecutivos a aumentar su productividad, a apreciar el trabajo bien hecho y a crecer como personas.

La búsqueda

Había una vez un joven despierto e inteligente en busca de un director ejecutivo eficaz para quien trabajar y, a largo plazo, poder emular en su sabiduría.

Su búsqueda le había llevado a lo largo de los años por todos los rincones del planeta. Se había entrevistado con altos cargos de la administración, generales de muchos ejércitos, ejecutivos de grandes corporaciones y decanos de universidades. Empezaba a vislumbrar todo el abanico de métodos existente para dirigir a las personas. Sin embargo, a pesar de todo lo que había conocido, no estaba satisfecho con nada de ello.

A lo largo de su periplo había encontrado dos tipos de ejecutivos: los autocráticos “duros” y los democráticos “bondadosos”. Pero ambos estilos de liderazgo le parecían sólo parcialmente eficientes. “Es tan solo como ser medio ejecutivo”, pensaba, y con esa conclusión regresó por fin a casa cansado y descorazonado. Hacía ya bastante tiempo que habría podido desistir de su empeño, pero contaba con una gran ventaja: sabía claramente lo que estaba buscando.

Al poco tiempo de volver a su hogar llegaron a sus oídos noticias de un ejecutivo peculiar que, casualmente, vivía en una ciudad cercana a la suya. Oyó decir que a la gente le encantaba trabajar con aquel hombre y que colaborando entre todos obtenían unos resultados muy meritorios.

Lleno de curiosidad, llamó a la secretaria de tan singular ejecutivo para intentar conseguir una entrevista con él. La secretaria le pasó inmediatamente con su jefe y el joven le preguntó cuándo sería posible visitarlo.

“En cualquier momento de la semana, excepto el miércoles por la mañana. Escoja usted el día y la hora que mejor le convengan”.

El joven sonrió para sus adentros al oír la respuesta de aquel ejecutivo del que había oído contar maravillas; sin duda, debía de estar un poco chalado. Pues ¿qué gran ejecutivo podría disponer de tantísimo tiempo libre? En cualquier caso, ya había sucumbido a la fascinación y se presentaría para hablar con él.

El Ejecutivo al Minuto

Cuando el joven llegó al despacho del ejecutivo, después de las presentaciones de rigor, lo primero por lo que se interesó fue por si mantenía encuentros regulares con sus subordinados.

- Sí, los tengo: el miércoles de cada semana, entre las nueve y las once de la mañana. Por eso le dije que no podríamos vernos en ese momento.

- ¿Qué se hace en esas reuniones? –preguntó el joven.

- Presto atención a cómo mis empleados examinan y analizan lo que han realizado durante la semana anterior, los problemas que encuentran y lo que aún les queda pendiente de llevar a término. Luego evaluamos los planes y estrategias para la semana siguiente.

- Las decisiones que toman en esas reuniones, ¿les responsabilizan tanto a usted como a su personal?

- Por supuesto –asintió el ejecutivo-. ¿Qué sentido tendrían esos encuentros si no fuera así?

- Entonces es usted un ejecutivo que participa en el trabajo de sus empleados, ¿verdad? –preguntó el joven.

- En absoluto. No creo en mi participación en ninguna de las decisiones que mi personal toma de manera autónoma.

- Entonces, ¿cuál es el sentido de las reuniones?

- Ya se lo he dicho –replicó el ejecutivo algo molesto. Por favor, joven, no me haga repetir. Es una pérdida de tiempo para mí y para usted... Estamos aquí para obtener resultados –prosiguió-. Nuestro objetivo primordial es la eficiencia.

- Bien, entonces es usted consciente de lo importante que es la productividad. Podríamos decir que está usted más orientado hacia los resultados que hacia el personal –sugirió el joven.

- ¡No! –gritó el ejecutivo, sorprendiendo a su visitante-. Oigo decir esas cosas demasiado a menudo. ¿Cómo podría obtener resultados si no fuera gracias a mis colaboradores? Me preocupo por mi personal y por los resultados. Ambos caminan juntos.

Al cabo de unos instantes, prosiguió:

- Ahora, joven, mire esto –el ejecutivo señaló un rótulo-. Lo tengo sobre mi mesa para que me recuerde una gran verdad.

Las personas que se sienten

satisfechas de sí mismas

obtienen buenos resultados

Mientras el joven leía estas palabras, el ejecutivo aseveró:

- El mejor modo de conseguir una productividad de los empleados, es decir, lograr de ellos un fruto excepcional, tanto en cantidad como en calidad, es contar con su colaboración.

El interés del joven iba in crescendo, así que le preguntó:

- Bueno, ya me ha dicho que no es usted un ejecutivo participativo. ¿Cómo se definiría entonces?

- De manera muy fácil –respondió sin vacilación-. Soy un Ejecutivo al Minuto.

- Dice que es usted... ¿un qué? –preguntó asombrado el joven.

- Soy un Ejecutivo al Minuto. Me llamo a mí mismo de esta forma porque necesito poco tiempo para conseguir un trabajo excelente de mi personal. No me cree, ¿verdad? –deduciéndolo por la cara de sorpresa del joven-. Le voy a decir una cosa: si quiere saber realmente qué tipo de ejecutivo soy, lo mejor será que hable con mis colaboradores.

Se inclinó entonces sobre la mesa y llamó por el interfono a su secretaria, que al momento entró en el despacho y le entregó un papel.

- Estos son los nombres, cargos y números de teléfono de las personas que podrán informarle sobre mí –explicó el Ejecutivo al Minuto.

- ¿Con cuáles de ellos debo hablar? –preguntó el joven.

- Eso depende de usted. Hable con todos o solo

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