“EL PÁRVULO Y LA ESCRITURA” ¿TEXTOS CREATIVOS?
Viviana Pantoja BadillaApuntes24 de Marzo de 2019
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“EL PÁRVULO Y LA ESCRITURA”
¿TEXTOS CREATIVOS?
Erika Larraguibel Quiróz
Magíster en Educación Especial
Pontificia Universidad Católica de Chile
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El presente trabajo tiene por objetivo llegar a una propuesta metodológica que fundamente la oportuna e interesante experiencia de iniciar a los Párvulos en la creación de textos.
Los educadores de párvulos, fundamentalmente lo relacionan al apresto frente al ingreso del niño a la enseñanza Básica, y como tal generalmente se realiza mediante una programación que apunta al desarrollo motriz fino y perceptivo visoespacial, programa que se lleva a cabo en los niveles de transición.
Mediante este documento se pretende dar curso a otra propuesta en el ámbito educacional, con la finalidad de enriquecer nuestra experiencia profesional y la que le otorgamos a cada niño.
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Existen antecedentes que reflejan inquietudes en el ámbito de la Educación Parvularia para enfrentar la iniciación del niño en la escritura.
Planteamientos como: dejar surgir natural y libremente en el párvulo su interés frente al tema, o inducirlo explícitamente a través de programas que planifican su aprendizaje letra a letra.
Otras inquietudes se plantean al ingresar el niño a la Enseñanza Básica, donde se comienza a percibir una desmotivación de los niños por la escritura, unidas a dificultades que presentan en los aspectos formales de puntuación, ortografía y sintaxis entre otras.
Por último nos encontramos con que habiéndose realizado diversas experiencias en este campo, éstas adolecen de coherencia y continuidad, lo que demuestra pobreza frente a evaluaciones que muestren los logros alcanzados por los niños, donde se entreguen resultados y hallazgos que orienten medidas educacionales a seguir.
Estas inquietudes invitan a reflexionar frente al tema a la luz de modelos teóricos actuales y de algunas actividades empíricas realizadas en el trabajo con párvulos.
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Existen dos modelos que ofrecen distintas metodologías para abordar el desarrollo de la escritura en los niños: Modelos de Destrezas y Modelo Holístico.
El modelo de Destrezas proviene del campo de la Psicología conductista, sostiene la necesidad de enseñar al niño, en forma sistemática y planificada por los educadores, las letras y reglas de la escritura, apoyándose en la utilización de textos que favorezcan el desarrollo psicomotriz fino, habilidad necesaria de ejercitar, asociada al desarrollo perceptivo visoespacial, estos aspectos se enfatiza para hacer posible la adquisición e integración de cada letra en la cognición del niño.
El modelo Holístico tiene sus bases en la Psicolingüística, Sociolingüística y Teoría del Discurso. Sustentan la necesidad de que el niño espontánea y naturalmente, se vea inmerso en un “mundo letrado” que corresponda a su contexto sociocultural y que por lo tanto, resulte altamente significativo y estimulante realizar estos aprendizajes. Plantean a un educador que facilite y responda a las interrogantes del niño, satisfaciendo su interés natural. Lo propone como un profesional sensible y respetuoso, capaz de desarrollar la pertinencia cultural de su comunidad educativa, lo que constituirá su herramienta y recurso básico para iniciar el aprendizaje de la escritura en sus niños, abriéndoles las posibilidades de su uso en las distintas áreas, contenidos y asignaturas a las que se ve enfrentado.
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Josette Jolibert en conjunto con un equipo de educadores que trabajan en el sector norte de París, iniciaron en el año 1985 una investigación, acción que les permitiera plantearse como meta el formar niños productores de textos, creados y originados en base a sus intereses, que a la larga les permitieran disfrutar placenteramente al escribir y además, sus textos fuesen competentes desde el punto de vista formal.
Trabajaron con niños desde los niveles Kinder hasta Quinto año básico. La metodología para concentrar sus objetivos fue la de proyecto de Investigación, que les permitiera elaborar un trabajo en conjunto, con participación activa de profesores, alumnos y la escuela en sí. Previo a su programación directa de trabajo con los niños revisaron y estudiaron experiencias, investigaciones y teorías que le aportara un marco teórico donde fundamentar su experiencia. De los diversos aportes integrados fueron estructurando su tarea, definiendo estrategias de producción de textos variados, desarrollados en situaciones reales y personalizadas, aprendiendo en ellas la elaboración. De éste modo se promovió la escritura aprendiendo en el quehacer diario, confiando en las elaboraciones e intereses de los niños, y a la construcción de competencias lingüísticas de situaciones comunicativas reales.
Si lo asociamos a los modelos teóricos antes mencionados, es posible decir que se realizó un nexo entre ambos: experiencias y aportes del niño, más enseñanza sistemática. (Modelos Holísticos y de Destreza).
Otra investigación corresponde a Liliane Lucart, quién en base a observaciones realizadas con sus hijos, experiencias obtenidas de grupos de alumnos y fragmentos de observación longitudinal, seleccionó situaciones experimentales que le permitieron señalar la sucesión de los fenómenos observados en el grafismo del preescolar. Sin embargo del grafismo, sino también concluir en algunos postulados.
La autora señala que el grafismo abarca dos funciones que son necesarias de estimular y separar, para poder entender la manifestación esencial de la representación. Estas funciones se relacionan una con la imagen y otra con el signo. Si se piensa que el niño en etapa parvularia presenta edades que fluctúan entre 3 meses a 6 años, las funciones del grafismo propuestas por Lucart toman mayor significado, la intención de comunicar gráficamente en el niño parten con representaciones de imágenes, formas, dibujos, los que se van perfeccionando en detalles de las situaciones, esta comunicación eleva su interés cuando percibe que los demás reconocen y describen lo que él intenta decir en su imagen.
El signo escrito, por ser de un nivel de abstracción superior aparece posteriormente en el párvulo, le exige una elaboración cognitiva, y en el caso de letras también le exige una madurez motriz.
Según la autora los factores del grafismo tienen una lenta maduración a lo largo de la preescolaridad, existirían finalidades según el momento y la etapa particular que cada niño vive y, para vivirla necesita de libertad para crear y descubrirse a través de su acción.
El niño se interesa y hace del grafismo una actividad esencial, con él juega y aprende, descubre y crea. Estas situaciones la llevan a plantear que la mayoría de los niños menores de 6 años no pueden ser sometidos a un aprendizaje sistemático de la escritura sin considerar el ritmo e interés individual.
Si se retoma una de las inquietudes enunciadas en u comienzo de éste trabajo, en relación a la desmotivación y dificultades que surgen en niños que ingresan a la Enseñanza Básica al enfrentarse a la escritura formal, es posible cuestionarse: en cuántos de estos casos se presionó anticipada y forzosamente al niño a realizar actividades de aprendizaje en la escritura formal, fuera de un contexto relacionado con la realidad de ese niño. Lucart expresa la necesidad de realizar ejercicios preparatorios a la escritura, pero que estos sean apropiados a fin de evitar un hastío escolar a futuro.
Cabe ahora la pregunta: ¿A qué se llama apropiado?, para buscar una respuesta sería bueno conocer lo que algunos autores han planteado como etapas en el grafismo del niño y luego, poder señalar en cual de ellas hay un desarrollo natural o intencionado, y cual sería más oportuno favorecer.
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Hay autores que plantean el desarrollo de la escritura manuscrita a lo largo de tres etapas: Precaligráfica, Caligráfica y Postcaligráfica (Condemarín y Chadwick, 1985), sin embargo estas se iniciarían a partir de los 6 años de edad, período que no corresponde al nivel de Educación Parvularia. Los mismos autores sugieren que el niño de alrededor de los 6 años contaría con la madurez necesaria que lo predispondría a realizar con éxito este aprendizaje, siempre y cuando, haya contado con la oportunidad de realizar actividades preparatorias para la escritura, las que se relacionarían con el desarrollo del lenguaje, la motricidad y la grafomotricidad. Según M.Condemarín (1989) se trataría de facilitar en el párvulo la “exploración” del lenguaje escrito, mediante el uso de una variedad de recursos, que inviten al niño a dibujar y pintar libremente, lo que le permitirá identificar símbolos, relacionar significados, mensajes e interesarse por la palabra escrita, ya sea intentando escribir su nombre o solicitando al adulto que describa por escrito lo que él desea compartir.
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