ENTREMÉS- El Viejo Celoso
Enviado por valeria_6532 • 1 de Junio de 2012 • 3.559 Palabras (15 Páginas) • 674 Visitas
EL VIEJO CELOSO
Personas que hablan en él:
• Doña LORENZA
• CRISTINA, su criada
• HORTIGOSA
• CAÑIZARES, el viejo
• Un COMPADRE de Cañizares
• Un MOZO (que no habla)
• Un ALGUACIL
• Dos MÚSICOS
• Un BAILARÍN
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Salen Doña LORENZA y CRISTINA, su criada, y HORTIGOSA, su vecina
LORENZA
Milagro ha sido éste, señora Hortigosa, el no haber dado la vuelta a la
llave mi duelo, mi yugo y mi desesperación. Éste es el primero día,
después que me casé con él, que hablo con persona de fuera de casa; que
fuera le vea yo desta vida a él y a quien con él me casó.
HORTIGOSA
Ande, mi señora doña Lorenza, no se queje tanto; que con una caldera vieja
se compra otra nueva.
LORENZA
Y aún con esos y otros semejantes villancicos o refranes me engañaron a mí;
que malditos sean sus dineros, fuera de las cruces; malditas sus joyas,
malditas sus galas, y maldito todo cuanto me da y promete. ¿De qué me sirve
a mí todo aquesto, si en mitad de la riqueza estoy pobre, y en medio de la
abundancia con hambre?
CRISTINA
En verdad, señora tía, que tienes razón; que más quisiera yo andar con un
trapo atrás y otro adelante, y tener un marido mozo, que verme casada y
enlodada con ese viejo podrido que tomaste por esposo.
LORENZA
¿Yo le tomé, sobrina? A la fe, diómele quien pudo; y yo, como muchacha, fui
más presta al obedecer que al contradecir; pero, si yo tuviera tanta
experiencia destas cosas, antes me tarazara la lengua con los dientes que
pronunciar aquel sí, que se pronuncia con dos letras y da que llorar dos mil
años; pero yo imagino que no fue otra cosa sino que había de ser ésta, y que,
las que han de suceder forzosamente, no hay prevención ni diligencia humana
que las prevenga.
CRISTINA
¡Jesús y del mal viejo! Toda la noche: "Daca el orinal, toma el orinal;
levántate, Cristinica, y caliéntame unos paños, que me muero de la ijada;
dame aquellos juncos, que me fatiga la piedra." Con más ungüentos y
medicinas en el aposento que si fuera una botica; y yo, que apenas sé
vestirme, tengo de servirle de enfermera. ¡Pux, pux, pux, viejo clueco,
tan potroso como celoso, y el más celoso del mundo!
LORENZA
Dice la verdad mi sobrina.
CRISTINA
¡Pluguiera a Dios que nunca yo la dijera en esto!
HORTIGOSA
Ahora bien, señora doña Lorenza, vuesa merced haga lo que le tengo
aconsejado, y verá cómo se halla muy bien con mi consejo. El mozo es como
un ginjo verde; quiere bien, sabe callar y agradecer lo que por él se
hace; y, pues los celos y el recato del viejo no nos dan lugar a demandas
ni a respuestas, resolución y buen ánimo: que, por la orden que hemos dado,
yo le pondré al galán en su aposento de vuesa merced y le sacaré, si bien
tuviese el viejo más ojos que Argos y viese más que un zahorí, que dicen
que vee siete estados debajo de la tierra.
LORENZA
Como soy primeriza, estoy temerosa, y no querría, a trueco del gusto,
poner a riesgo la honra.
CRISTINA
Eso me parece, señora tía, a lo del cantar de Gómez Arias:
"Señor Gómez Arias,
doleos de mí;
soy niña y muchacha,
nunca en tal me vi."
LORENZA
Algún espíritu malo debe de hablar en ti, sobrina, según las cosas que
dices.
CRISTINA
Yo no sé quién habla; pero yo sé que haría todo aquello que la señora
Hortigosa ha dicho, sin faltar punto.
LORENZA
¿Y la honra, sobrina?
CRISTINA
¿Y el holgarnos, tía?
LORENZA
¿Y si se sabe?
CRISTINA
¿Y si no se sabe?
LORENZA
¿Y quién me asegurará a mí que no se sepa?
HORTIGOSA
¿Quién? La buena diligencia, la sagacidad, la industria; y, sobre todo,
el buen ánimo
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