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Educación libertaria.

pre5Tesis30 de Junio de 2014

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Educación libertaria.

Todo aquel que esté involucrado en política libertaria, desafía constante y consistentemente el rol de las instituciones del estado y sus representantes sobre nuestras vidas. El rol de los patronos, la policía, los trabajadores/-as sociales, el servicio secreto, los gerentes, doctores/-as y sacerdotes, son todos vistos como parte de una jerarquía que existe para mantenernos a nosotros, la clase obrera, subyugados. Sin embargo, es relativamente raro que la izquierda cuestione el rol de los maestros. La mayoría de los activistas de izquierdas, y un gran número de libertarios, creen que la educación es buena, que toda la educación es buena, y que la educación siempre es buena. Como dijo Henry Barnard, el primer comisionado de educación de los E.E.U.U, "la educación siempre lleva a la libertad".

Creemos que los sistemas de educación nacional existen sólo para producir ciudadanos que serán ciegamente obedientes a los dictados del estado, ciudadanos que defenderán la autoridad del gobierno aún cuando vaya en contra de la razón y de su interés personal.

El mito de que toda la educación es sagrada ha conducido a la aceptación de las calificaciones educacionales como la medida del valor social aceptable, y como base para privilegios sociales, aun cuando estas credenciales están claramente distribuidas de acuerdo a las divisiones de clases sociales existentes.

La educación libertaria o radical en general, busca producir niños que exigirán mayor control personal y más opciones.

Desde que han existido los sistemas de educación nacionales, también ha existido la oposición a dicha educación. El pionero de la crítica fue William Godwin, quien en 1793 escribió "Un Estudio Concerniente a la Justicia Política" - considerado como el primer ataque anarquista moderno al concepto del estado.

La tenaz continuidad de la educación libertaria a través de los diferentes escenarios sociales sólo se explica por la espléndida energía y persistencia que otorga el convencimiento de su papel decisivo en la consecución de una sociedad más libre y más justa.

A veces, se ha traducido en identificables prácticas educativas y otras veces se ha quedado en el plano de las ideas pedagógicas, pero la presencia de una educación y una pedagogía propias son rasgos de identidad del anarquismo.

Este enfoque no puede ser más opuesto al que el Estado, la Iglesia de turno y los grupos sociales dominantes han utilizado siempre para mantener sus privilegios y su situación de predominio social, económico e ideológico. Predominio que generalmente se consigue instaurando formas de comportamiento sumiso y competitivo desde la infancia.

La dimensión educativa de una gran idea

Aproximarse a la pedagogía libertaria supone algún que otro problema. En primer lugar, es víctima del poco espacio que se le dedica en el ambiente académico, obviada en la mayoría de los planes de estudio de los futuros educadores, como si no tuviera entidad o corpus suficiente. La suerte del tratamiento académico de la educación libertaria corre en paralelo al apagón -también académico- al que se somete a todo el anarquismo. Evidentemente, el pensamiento educativo libertario es indisociable de las concepciones sociales anarquistas e implica coherencia entre ellas, por tanto, tiene la misma consistencia que ellas.

Hay una diferencia clara entre el concepto de pedagogía y el de educación. Mientras que la pedagogía se ocupa del pensamiento acerca de lo que es o lo que debería ser la educación, la educación es la práctica, la realidad. Hay una pedagogía específicamente libertaria que puede expresarse, bien con esa denominación, bien con otra, pero con formulaciones equiparables.

Verdaderamente, no suele haber discrepancia en cuanto a lo que es la pedagogía, no ocurriendo así con la educación,

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