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CORRIENTES ANTIAUTORITARIAS, NO DIRECTIVAS Y LIBERTARIAS EN EDUCACION


Enviado por   •  18 de Octubre de 2021  •  Documentos de Investigación  •  7.920 Palabras (32 Páginas)  •  420 Visitas

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CORRIENTES ANTIAUTORITARIAS, NO DIRECTIVAS Y LIBERTARIAS EN EDUCACION.

Las pedagogías no directivas (especialmente representada por Carl Rogers), las autogestionarias, las antiautoritarias; las llamadas libertarias (de corte más bien anarquistas), la pedagogía institucional (en sus matices más conocidos especialmente el de Michel Lobrot), las escuelas de Hamburgo y la experiencia de Summerhill integran esta corriente educativa cuyas principales aportaciones fueron el respeto a la libertad y la autonomía del alumno. Concebir a éste como centro y sujeto de su propio proceso educativo, propiciar el auge de una psicología evolutiva, reconocer la motivación y el interés en el aprendizaje, así como la actividad, la experiencia y las condiciones del alumno, y crear una amplia gama de métodos y recursos para la enseñanza, trajeron como resultado la humanización de la relación educativa por medio del valor de la participación, del respeto y del aprendizaje solidario y cooperativo.

El antiautoritarismo en educación toma sus raíces en la ideología anarquista, concretándose en una educación integral y libertaria, que tiene como objetivo final la consecución de personalidades libres y autónomas, que contribuyan a su vez a la formación de una sociedad de iguales características

En términos generales, la pedagogía no directiva está centrada principalmente en el alumno y en la autoestructuración de su personalidad por ser el mismo "el propio actor de su propia transformación". En otras palabras, el individuo es el único responsable de sus actos, de su vida y de su futuro, y por ende, de su educación. En esta teoría, la enseñanza se centra en permitir que el estudiante aprenda de manera autónoma, propiciando las condiciones necesarias para el desarrollo de sus potencialidades innatas, en un clima que favorezca la aceptación y el respeto. La idea es que los estudiantes encuentren por sí mismos los conocimientos que le son indispensables y, frente a eso, el rol que asume el profesor es un "facilitador" del aprendizaje, respetando la individualidad de cada alumno, sin juzgarlo. Por consecuencia, no le enseña directamente contenidos porque no puede determinar con exactitud cuáles son los contenidos significativos para cada alumno. Es el alumno el que construye y retiene lo que considera relevante. Además, es importante añadir que en toda pedagogía, y particularmente en las pedagogías no directivas, el proceso educativo se encuentra en un marco social establecido, que no sólo lo condiciona notablemente sino que, también, se nutre de él. 

Frente a este panorama, nos surgen una serie de cuestionamientos en torno a esta visión de lo que significa "educación". Si el alumno es el que construye su conocimiento y el profesor no puede "traspasarle" nada, ¿cómo se enfrenta el niño al mundo real, donde debe poseer un "capital cultural" que le permita desarrollar un rol dentro de la sociedad? ¿Cómo se hace cargo la sociedad de seres humanos integrales, pero sin conocimientos "duros" que lo lleven a insertarse dentro de la sociedad? Y por otro lado ¿es mejor dejar libre al niño frente al conocimiento sin entregarle alguna guía que lo ayude a encontrar lo que busca?

Estas son las preguntas iniciales que planteamos comenzar nuestro debate en torno a esta interesante pero controversial teoría pedagógica.

ALGUNOS PRINCIPIOS GENERALES DE ESTA CORRIENTE EDUCATIVA

- El antiautoritarismo.

La característica central del paradigma anarquista de la educación va en consonancia con sus planteamientos sociopolíticos globales de rechazo de la autoridad (estatal, económica, religiosa, etc.). Conviene aclarar aquí que el anarquismo se suele oponer a la autoridad de tipo “negativo”, es decir, a aquella emanada de las relaciones arbitrarias de poder y a aquella que se hace obedecer para conseguir sumisión. Existe otro tipo de autoridad, digamos de tipo moral, que se basa en el reconocimiento de la sabiduría de determinadas personas, que despiertan admiración (no sumisión) y que se entiende como un tipo de autoridad “positiva” que se acepta porque ayudan al crecimiento autónomo del educando.

Una educación antiautoritaria pone al niño o al educando en el centro de la relación educativa, es decir, tiene un carácter paidocéntrico. La educación no debe pensarse más desde la autoridad del maestro, sino desde los intereses y la libertad del alumno. Esta idea no es, desde luego, monopolio del anarquismo, sino que nace con Rousseau y se desarrolla con las corrientes pedagógicas de la Escuela Nueva, pero son las teorías y experiencias educativas libertarias las que la han desarrollado más coherentemente y hasta sus últimas consecuencias. El objetivo final del antiautoritarismo pedagógico es conseguir que los educandos “sean dueños de su propia vida y que no se dejen oprimir ni explotar”, poniendo en práctica el libre pensamiento y la autonomía moral[1].  

El autoritarismo también se sitúa normalmente en las instituciones y acciones educativas, con la idea de que los educandos los reproduzcan y lo perpetúen en sus vidas, impidiendo de este modo el sistema capitalista la emancipación de los oprimidos. Educar, pues, en el rechazo de la autoridad, en evitar la sumisión y en desarrollar un aprendizaje de la autonomía y de la libertad, se hace fundamental en la construcción de la futura sociedad libertaria.

La manera de construcción de la libertad del educando ha tenido diferentes interpretaciones entre las teorías libertarias de la educación, desde aquellas que apuestan por el respeto absoluto, en el que el maestro no debe imponer nada al alumno, hasta aquellas que entienden la construcción de la libertad y de la autonomía como un proceso paulatino y activo, que debe ir desde de menos a más. Pero, estas diferencias tienen como rasgo común el entender que la libertad se construye mediante la libertad; sólo mediante una educación que enseña al educando a ser libre se pueden conseguir personas libres.

- La educación integral.

La idea de educación integral nace de la idea ilustrada (materializada en la Revolución francesa) de la igualdad de oportunidades que cada ser humano tiene respecto a los demás, y del derecho a desarrollar de la forma más completa todas sus facultades físicas e intelectuales. El iluminismo entiende al ser humano como un ser total, resultado de una multiplicidad de facetas que se articulan en armonía: la intelectual, la física, la moral, etc.

Las sociedades desiguales, bien sean feudales o de clases, se basan sobre la separación del trabajo intelectual del trabajo manual, y esta división se acentúa extraordinariamente en la sociedad capitalista resultado de la Revolución Industrial, que afecta al trabajador negativamente mediante un proceso de alienación. El socialismo va a cuestionar este proceso de división y propone su superación mediante una sociedad donde el trabajo integre la actividad física e intelectual, y no se valore más el intelecto. En el contexto del siglo XIX los primeros socialistas no autoritarios, fundamentalmente Proudhon y Bakunin proponen la idea anarquista de educación integral como camino para la superación de esta alienación.  

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