El Conflicto Entre La Familia Y La Escuela

Lectura: El conflicto entre la familia y la escuela

Silvia López se hace eco en el artículo El conflicto entre la familia y la escuela de que, por su naturaleza, es fácil que se detecten conflictos entre las personas. Hay distintos contextos que pueden resultar más problemáticos o peligrosos, esto es, donde hay una mayor facilidad para que se generen conflictos: la relación entre familia y escuela es uno de ellos.

Los profesores en el proceso de enseñanza-aprendizaje de los alumnos detectan anomalías, faltas de interés, comportamientos incorrectos, etc. que han de trasladar a sus padres, pero éstos, en ocasiones, ponen en tela de juicio la opinión del profesor, por lo que se producen conflictos (que pueden afectar, además de padres y a profesores, incluso a los niños directamente, reflejándose en sus resultados académicos y su actitud hacia la escuela). Las divergencias entre familia y escuela se pueden materializar en opiniones distintas sobre: el cuidado y competencias de los niños, el papel de la familia y la escuela en la educación y la implicación de los padres, las notas…

Es destacable, en este sentido, la estadística que recoge el artículo en la que se indica que un 25% de los profesores encuentran dificultades en su relación con las familias, siendo ésta incluso una fuente de estrés en el desempeño de su profesión. Llama la atención cómo los padres confiamos la corresponsabilidad en la educación de nuestros hijos en la escuela que hemos seleccionado como más adecuada y, por ende, en los profesionales que la forman.

Por ello, no es concebible que se ponga en duda las evaluaciones que el docente realiza de nuestros hijos, ni las informaciones y consejos que sobre el mismo nos traslada con un carácter constructivo. Al igual que no contradecimos el diagnóstico del pediatra cuando se encuentra enfermo. En este sentido, cuestionar la profesionalidad del docente implica, a mi juicio, creerse en situación de superioridad respecto al profesor sobre el conocimiento de sus hijos o sobre cómo debe de ser su educación y/o perder la imparcialidad a este respecto.

En cuanto al canal de comunicación para la relación entre familia y escuela, la autora cita: las cartas o circulares y el correo electrónico (que deben exponer claramente la información, con un lenguaje fácil de entender para no generar malentendidos), las notas y los deberes (que, de forma indirecta, contribuyen a que los padres sean conocedores de los conocimientos que están aprendiendo sus hijos, así como de sus resultados) y las entrevistas individuales o grupales (que se considera el canal más propicio para la generación de conflictos al ser una interacción cara a cara). En cualquier caso, hay que intentar que todo encuentro termine siendo constructivo.

Del decálogo de consejos aportados por la autora para el

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